Con esto de las redes sociales, han surgido una serie de minorías o ideologías de todo tipo dispuestos a sacar la porra a la mínima contra quienes no opinan como ellos.
Ya no se puede contar un chiste sobre coches porque se enfadan los mecánicos. Ni una broma sobre donuts, porque se irritan los pasteleros. Contra cualquier simple opinión, surge un facha de cualquier ideología que te pone de vuelta y media. Da igual lo que digas, siempre hay un tonto que se cabrea.
Por supuesto que es bueno que todos opinen. El problema es la violencia, también la verbal.
En un supuesto tiempo de libertades donde podríamos opinar con tranquilidad, no hay paz. Vives expuesto a los ataques más peregrinos de quienes te aterrorizan con su mala leche.
Paradógicamente, hoy es más difícil ser libre al opinar. Y no porque moleste que te lleven la contraria. Son las formas.
Además, te meten en un casillero simplista, porque esa dictadura la han montado los tontos. Y te reducen a un adjetivo a la mínima.
Cada cual tiene una opinión distinta y es bueno. Es bueno que haya libertad y que hablen los que ayer no tenían voz. El precio es que también opinan esos tontos. Y cuanto más tontos, más cafres.
Son esos eternos cabreados defensores de su propia libertad los nuevos grises. Tontos irritados, sin cerebro, sin tolerancia, sin criterio, que convierten las redes en un ring donde aplastar al enemigo con razones intransigentes.
Condenan con maldad vengativa. Y ese fascismo provoca la autocensura. Te autocensuras, para no ser aplastado por los vigilantes de la moral moderna. Cualquier opinador se la coge con papel de fumar para no ser zarandeado. Contestado, es admisible. Zarandeado, insultado, vejado, no. Por mucha precaución que tengas, pecas.
En su día fueron solo tontos. Hoy militan en la represión, con sus faltas de ortografía, con sus argumentos desconcertantes y antropófagos. Reprimen desde las ideologías más exóticas. Y tras su vilipendio, se aprecian traumas, frustraciones, complejos. Como siempre ha ocurrido con los dictadores.
(También publicado en prensa papel La Voz del Tajo 19 de octubre de 2018)
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