Todo el que opina intenta convencer. Pero eso no es malo. Sin embargo, hay gente que se ofende si le intentan convencer. ¿Intentar convencer es de mala educación? Puede ser. Pero ¿cómo debatir despojándose de la pasión para no parecer que intentas convencer? Hay una fina línea en esto, pero que también depende del que escucha. Porque cuando se busca una hipotética verdad que no tenga que ver con el punto de vista, se vierte pasión por mostrar sobre el tapete todas las cartas. Pero, ¿por qué la gente se ofende?
¿No pudiera ser que el problema esté en ellos?
Creo que intentar convencer es bueno, es síntoma de que hay razones en las que uno cree, razones que se aman porque se han argumentado. Es verdad que a veces es difícil distinguir entre quien sólo quiere imponerse y quien busca verdades. Tal vez sean los métodos lo que les distingue. Quien busca noblemente no emplea falacias ni ataques personales. La inteligencia está en distinguir estas intenciones.
Pero dime, ¿de verdad no respeto tu opinión si intento convencerte? ¿Por qué no la respeto? Sólo soy pasional, sólo busco una verdad debatiendo contigo. ¿Me llamas fascistas por pasional? Quién rechaza de una manera tan radical al oponente, ha simplificado el problema metiendo a todos en el mismo saco de prepotencia. Sin embargo, la prepotencia puede hallarse en quien se ofende, cargado de orgullo y vanidad, pues considera una humillación perder una disputa. ¿Acusan al contrincante y así le callan, le vencen callándole? El rechazo casi mecánico, visceral a todo aquel que «intenta convencer», es vanidad del «convencido». ¿Y no pudiera ser que temen perder la pelea y por eso argumentan que es innoble tal intención? Puede que quien se ofende no sepa escuchar. Acaso no sepa argumentar. Eso puede ser.
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