Presumimos de dialogantes, pero si alguien es intransigente, siempre pertenece a la ideología contraria. “Los nuestros” sí son DIA-LO-GAN-TES (hostias). “Ellos” NO.
Los «nuestros» también insultan, humillan, pero son dialogantes, no emplean ese tonito. No, qué va.
Ambos contendientes gritan. Ambos convierten el debate en un territorio de guerra árido, cruel, inmisericorde. Ambos lanzan puyas y vejan. Pero hemos detectado la intolerancia sólo en el contrario. Se les nota la retranca sólo a los enemigos. En “los nuestros” no detectamos eso. Simplemente se defendían contra la “cerrilidad” ajena. “Los nuestros” se comportan con educación y, si en algún momento alzan la voz, es por necesidad, para combatir con “armas democráticas” a “los acérrimos”. Se ponen “en su sito” para “no ser linchados”.
Ambos emplean tonillos que ridiculizan, pero lo vemos diferente según nuestra ideología.
Una máxima que deberíamos aplicarnos, estemos en el bando que estemos, es evitar el tonito. El tono, el tonito. La agresividad. El desprecio, el afán de linchamiento verbal, ahí reside la actitud no dialogante, más allá del argumento. En la ironía, la mala intención, sea sutil o directa. Defiendas castañas o bellotas, solo eres dialogante si eliminas el sarcasmo, la mala leche. La amabilidad en las formas demuestra que respetas. Eliminar la excusa “…pero si el otro te ataca, tendrás que defenderte…”, eliminar el desprecio al rival, el ansia por destruirle con todas las malas artes posibles. Eso es ser dialogante.
Pero sólo somos amables si buscamos la verdad, más allá de tener razón. Si la ocultamos para vencer, empleamos tonos agrios.
Decía Schopenhauer que solo es posible el diálogo si los dos buscan esa verdad. Si detectas fallos en tus argumentos y pretendes ocultarlo, acudes al insulto. Cuando desvías el argumento, minimizas virtudes del otro, versionas la opinión ajena y transformas la realidad para vencer, eres intolerante. Y tratándose de política siempre se intenta vencer. Porque la política está llena de fanatismo o intereses creados.
(También publicado en prensa papel La Voz del Tajo 11 de enero de 2019)
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