Miles Gloriosus

Moises de las Heras

05/08/2022

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MILES GLORIOSUS. Representación en Mérida, 4 de agosto de 2022.

Miles Gloriosus, cuarta representación a la que acudo en esta 68 edición del Festival de Teatro Clásico Mérida, después de Julio César Trump, Safo y el Misántropo, y a la que me apunto por cuestiones de agenda. La verdad es que me hubiera gustado asistir a la Minerva de Asumpta Serna, pero me fue imposible.

Aun así, emprendo la crítica y análisis de este Miles Gloriosus, con Carlos Sobera de protagonista, y divido el análisis en dos partes. Por un lado, la representación como tal. Por otro, la influencia y el papel de Plauto y otros autores similares y un pequeño estudio sobre el género. Es un análisis que procuro, sincero e interesante.

MILES GLORIOSUS, SAINETE Y COMEDIA.

Para empezar, Miles Gloriosus es una comedia sencilla con un enredo elemental, no demasiado enredado, a la antigua usanza. Es decir, a la usanza de siempre.
A este tipo de teatro se le denomina de “metesillas y sacamuertos”, con razón. Amoríos inverosímiles, tontos muy tontos que se creen muy listos y que son engañados donde nadie, en su uso de razón, caería en la trampa, y cosas por el estilo. Inverosimilitud aceptada por el espectador, convenciones y estructuras argumentales ya vistas, personajes repetidos una y otra vez a lo largo de la historia. El criado alcahuete, el señor burlado e inútil, jóvenes que desean triunfar en el amor, el viejo al que se le da un escarmiento, secundarios ridículos y todo bajo una especie de farsa estereotipada que hemos venido a disfrutar y que no ponemos en cuestión.

ACTUACIONES ESTEREOTIPADAS.

Así, podemos apreciar en Miles Gloriosus unas actuaciones estereotipadas llenas de muecas, de gestos humorísticos y exagerados, de situaciones ridículas y de sentimientos groseros. Groseros por lo de grueso, no por lo de ordinario, que también lo tuvo Miles Gloriosus, aunque en muy pequeña proporción, casi nada.

METESILLAS Y SACAMUERTOS.

Aunque en este caso no había “muertos” que sacar, si había metesillas o, lo que es lo mismo, cambios en el decorado.
De igual modo, el disfraz jugó su papel, como es costumbre en este tipo de sainetes. Dos gemelas, que se confunden entre ellas, o que no existen, provocan el conflicto.
Las gemelas -o gemelos- es un truco conocido que gusta mucho al populacho.
(Que, por cierto, pienso ahora que el truco de las gemelas también se ha trasladado últimamente a novelas que pretenden ser populares, como “El Silencio de la ciudad blanca”, de Eva García de Urturi, o la saga Millennium, (La cuarta o quinta novela), y el uso del disfraz, como en La Bestia, de Carmen Mola o en la ya citada “El silencio de la ciudad blanca o incluso “Millennium”. ¿Se acercan estas novelas al populacho con un truco fácil? Pero no me quiero alejar de a lo que venía. Sigamos.

MILES GLORIOSUS: DOS ENTREMESES.

PRIMER ENTREMÉS.

Elena Ballesteros

LAS GEMELAS -mujer de identidad falsa-, EL DISFRAZ, Y EL TONTO CRÉDULO.

Junto con las gemelas y su disfraz, – unas gafas que se pone y se quita -, tenemos al tonto crédulo.

En un primer entremés, de los dos que componen este Miles Gloriosus, el tonto lo interpreta el criado Capadocio (Antonio Prieto), que se niega a creerse que existen dos gemelas, tal como Geta pretende. Es una trampa ridícula en la que nadie, en sus cabales, se creería y que precisamente por eso provoca la risa de situación.

SEGUNDO ENTREMÉS.

LAS MUJERES DE IDENTIDAD FALSA, – la falsa condición de casada de una de ellas – Y EL TONTO CRÉDULO.

En el segundo entremés, es el propio Miles Gloriosus, Carlos Sobera, quien ejerce de tonto crédulo. Cae en la trampa que le prepara su propio criado. El paralelismo entre ambos sainetes es más qué evidente.

En la primera parte, Geta engaña a un criado con el truco de las gemelas y la identidad fingida.
En un segundo momento, Geta engaña a su señor, Miles Gloriosus, con la identidad fingida de dos prostitutas que se hacen pasar por criada a la una de la otra y por la falsa mujer de Senectus, el vecino.
Aventuras diferentes en cada un de los sainetes o entremeses, pero con idéntica estructura.
1.- Un tonto como víctima.
2.- Mujeres de identidad fingida como trampa en ambas escenas.
3.- Y el mismo criado como alcahuete engañador, Geta, de igual modo en ambas escenas.
Una estructura muy simple fácil de seguir.

UNA REACCIÓN PSICOLÓGICA ELEMENTAL EN MILES GLORIOSUS.

El éxito de esta fórmula estriba en darle al espectador la oportunidad de creerse más listo que el personaje. El espectador se ríe de la ingenuidad tanto del primer criado como de Miles Gloriosus. De hecho, llevan a cabo acciones que les definen como imbéciles.
¬Se sitúa el espectador en una posición de dominio sobre el comediante, dando vía libre a ese instinto secreto inconfesable que todos tenemos, de superioridad, por el que no nos podemos sustraer a la inclinación de burlamos de alguien que es más inútil que nosotros. Nos gusta ver al personaje caer en trampas en las que nosotros nunca caeríamos. Nos sentimos superiores. No es que el espectador sienta eso exactamente, pero la obra toca esa tecla secreta que afecta a nuestra dopamina.

EL DECORADO.

Hay obras que se adaptan al entorno del teatro Romano de Mérida y obras que pasan olímpicamente de dicho entorno se construyen su propio escenario.
Es el caso de Miles Gloriosus, que crea el cajón clásico con paneles rectangulares y verticales al modo del teatro del XIX. Del teatro de la comedia de siempre, que iba de pueblo en pueblo.
Ya hemos dicho que la obra no tenía “muertos que meterpero si tenía “paneles que mover y desplazar”. Una imitación consciente de la puesta en escena de los teatro de pueblo en verano, cosa que un servidor ha disfrutado y sufrido a partes iguales.

LA PUESTA EN ESCENA.

La puesta en escena no quiere traicionar los orígenes de Plauto, cuyas comedias fueron creadas pensando en este teatro popular, e incorpora elementos actualizados.
Cualquier verano, en cualquier pueblo pequeño, pueden verse cientos de grupos vocacionales llevando a cuestas sus obritas para las fiestas. Esa sensación causaba Miles gloriosus. Una puesta en escena cutre, sí. Muchos dirán que era cutre. Hasta el tablado que se trajeron y que plantaron allí en medio tenían incorporadas las candilejas típicas de este tipo de teatro. Pero era intencionado. Y al ser intencionado, podemos calificar de discutible la idea, pero no de cutre.

EL RESULTADO.

El resultado de este Miles Gloriosus, tanto en su adaptación moderna, como en su concepción como teatro de sainete, es aceptable dentro de esos términos. Aceptable e incluso bueno. Profesional.
Actores solventes, de una calidad buena, adaptación suficiente, chistes de una calidad no demasiado alta, a la medida de una obra de tales características. En definitiva, un género que no da para mucho.

UNA OBRA ENTRETENIDA.

Entretenidas fueron las actuaciones de Carlos Sobera, de los demás actores, que fluctuaban entre el vodevil y la farsa. Las idas y venidas de los personajes por el escenario, moviendo la escena y el ingenio de algunos elementos, aunque escasos, como la vela que simulaba el viaje marino final, tuvieron su gracia. La pantomima de los actores que huían soplando la vela tuvo su gracia, así como el olor a zarzuela de la canción del principio, que se repitió al final en un final de fiesta feliz. Todo ello, entretuvo, gusto. Cuenta en el “haber” de Miles Gloriosus.

TODOS LOS ACTORES ERAN BUENOS.

ÁNGEL PARDO.

Ángel Pardo

A destacar la actuación de algunos de los actores como Ángel Pardo interpretando a Geta. Es el auténtico protagonista de Miles Gloriosus, el que mueve la escena y la manipula a su gusto. Aparte del goloso papel que le toca interpretar, cabe decir de Pardo lleva a cabo un arquetipo muy vistoso y conocido con gran eficacia. Retaco, flaco, con una voz cascada que le acerca a esos personajes del cine castizo de los 60, hiperactivos y resolutivos, que el público reconoce sin dudar. Landa, Sacristán… es un arquetipo antiguo que Ángel Pardo imita perfectamente.

ELISA MATILLA.

Interpretando a la criada Minervina, una de las dos prostitutas que engañan a Miles Gloriosus, destaca por su imitación de una andaluza de voz cascada muy cercana a Lola Flores en sus movimientos, a los que añade una postura encorvada y desgarbada muy vistosa.

ELENA BALLESTEROS Y DEMÁS.

Elisa Matilla

Lamentar la afonía de este actriz, la que interpretaba el papel de Cornelia, a la que se la veía solvente de igual modo, pero que no pudo lucirse. Y de igual modo el criado Capadocio, Antonio Prieto.
Varios actores de caracteres muy diferentes que juntos forman un cuadro variado y vistoso que animan el resultado.

LA ADAPTACIÓN.

ARGUMENTOS SIMPLES.

Respecto a la adaptación, Miles Gloriosus no da para más. Al igual que pasaba con el Misántropo, de Menandro, la obra se apoya en una anécdota muy simple que no ofrece muchas posibilidades. Un hombre huraño se cae a un pozo y aprende la lección cuando necesitan que los demás le rescaten. Un soldado fanfarrón que se opone a la felicidad de una joven y cae en las redes de un criado que le engaña. Argumentos que no tienen mayor recorrido.

OBRAS LARGAS.

Son obras simples, creo que más cortas en su versión original, que deben ser estiradas hasta el límite para hacerlas aptas para el Festival de Mérida. Ello implica un problema de adaptación libre. Un problema que luchar a favor y en contra del texto griego. Se llega a un estado de cosas, en este sentido, polémico y discutible. Por un lado, se ha de ser fiel a Plauto. Por otro lado, se tiene que actualizar el texto. Es difícil cambiar un argumento tan cerrado o incluso darle una resolución más complicada que Plauto no llegó a escribir, para completar las dos horas que exige una representación de este calibre.

UN PROBLEMA CULTURAL.

Por otro lado, se tiene que llenar el texto de chistes verbales hoy reconocibles.
La cultura de aquel tiempo, con viejos que se oponían a la felicidad de la juventud, refleja problemas que hoy ya no tenemos, con los que no nos relacionamos. Todo ello supone verse atado de pies y manos. Antonio Prieto, como todos los adaptadores que pasan por el teatro Romano, se ven en la misma situación. Las obras, tal como se escribieron, no se aguantan. Hay que adaptarlas.

HUMOR DE SITUACIÓN, HUMOR VERBAL.

Este tipo de obras destaca por dos formas de humor.

HUMOR DE SITUACIÓN.

Respecto al humor de situación, la chica enamorada, Cornelia, disfrazándose de su hermana y yendo de una casa a otra por un agujero en la pared, crea una situación de comicidad elemental destinada a un público mayoritario y poco exigente.
Este humor de situación se une a aquel otro que pone a Miles Gloriosus en la duda del engaño de las dos mujeres.

HUMOR VERBAL.

Humor verbal de los chistes que, de igual modo, son sencillos y ordinarios. No pueden ser más ingeniosos porque el público no las entiende. El público al que va destinado este tipo de obras, claro. El adaptador tiene que reducir los recursos y el ingenio, si es que lo tiene, y sacrificar tal vez chistes más inteligentes por otros que estén a la medida del público al que va dirigida la obra.

La adaptación se vale de ambos recursos como únicas armas para mantener la atención del respetable.

REPETICIONES, REPETICIONES, REPETICIONES. Miles Gloriosus

Teniendo todo esto en cuenta, todos estos handicaps que lastran el resultado, pese a ello la velada estuvo entretenida.
Y si en algo aburrida Miles Gloriosus fue en las aclaraciones que el adaptador daba continuamente a la situación planteada.
Como si dudara de que la cosa no había quedado clara, Geta explicaba una y otra vez al criado que existían dos gemelas. El criado dudaba, comprobaba que no estaba en casa, y volvía a repetirse una y otra vez la escena, como si estuviéramos viendo Atrapado por su pasado, (la película aquella del día de la marmota).
Esto, que en principio tuvo su puntito, cuando se repitió por sexta vez, cansó. Porque la obra no avanzaba. Se había estancado y daba vueltas sobre el mismo tema.

MÁS REPETICIONES.

Lo mismo ocurrió en la segunda escena cuando las dos prostitutas engañan a Miles Gloriosos. Y también al principio, cuando Miles Gloriosus presume de sus potencias y habilidades, aunque esto tuvo más gracia.
Tres chistes que se repiten una y otra vez.
En su tono general, en Miles Gloriosus abundaban las repeticiones, las aclaraciones, innecesarias o no.
Habida cuenta que la obra tiene como destinatario a un público popular, no aficionado al teatro, que gusta de tramas sencillas y sin complicaciones, la repetición está justificada.
Podrá aburrir, podrá no gustar, pero hay que tener en cuenta que la obra no está destinada al espectador inteligente.

PLAUTO, LOPE DE RUEDA, ARNICHES…

Hay un teatro popular que se remonta a los primeros tiempos, desde el teatro griego y romano a nuestros días. Es un teatro sencillo, dirigido al pueblo inculto que utiliza los mismos resortes desde épocas inmemoriales. Son obras que cultivan Plauto, Lope de Rueda y que llega hasta Arniches y más allá. Historias sencillas, situaciones elementales, arquetipos repetidos una y otra vez. Comedias para la gente que no va al teatro, que se llevan al pueblo y que tienen como único como principal objetivo recaudar dinero para el empresario de la compañía. Se trasladan en carromatos, recaudan dinero y eso le permitía vivir. Motivo por el cual era arriesgado complicar demasiado las tramas ni hacer reflexionar al público, de ningún modo. Había que llenar el patio de butacas, con chistes sencillos, con situaciones elementales, con juegos verbales ordinarios y resoluciones felices para ganar dinero.
Es a lo que se dedica Jesús Cimarro, a lo que siempre se ha dedicado desde que regentaba el teatro de La Latina y subía al escenario las comedias de Lina Morgan. Lo petaba. Lo llenaba. Y ha venido a Mérida a petarlo. Cosa que está bien.

EL RESPETABLE PÚBLICO. Miles Gloriosus

No había más que ver a la familia Cedena, a la suegra, a la madre, al niño, al tío Joaquín, a la Jenny, a la Maricarmen y a una vecina que habían venido del pueblo, desfilando como indios para ocupar los diez asientos que el joven del pendiente ha sacado para toda la familia por Internet. Repartiéndose entre ellos los bocadillos y las botellas de agua antes de que empezara el espectáculo del Sobera y haciéndose selfies. Porque habían venido a eso, a ver “al Sobera”, más que nada.

UN TEATRO RESPETABLE.

Ese es el público que apetece a la empresa, desde tiempos ancestrales. Plauto lo hacía, Lope de rueda lo hacía, Arniches lo hacía y Jesús Cimarro también. Un público que no irá a ver otra obra de teatro en su vida, a no ser que aparezcan en un carromato con paneles y que puedan compartir la velada con la tía Concha.
Es el teatro que fui a ver el pasado día 4 y está bien. Sabiendo que vas a ver eso, está bien. Como tal teatro, estuvo bien.

OTRO TEATRO DE “CALIDAD”.

Por fortuna, Jesús Cimarro también ofrece otro tipo de espectáculos que trae al festival de Mérida, para ser variado y atender a todo tipo de público. Un empresario inteligente, es Cimarro.
Vuelvo a decir que no pude ver La Minerva, de Asumpta Serna, que me hubiera apetecido mucho más.

EL MENSAJE FINAL.

Por último, destacar el mensaje final.
Me eche las manos a la cabeza cuando Carlos Sobera rompió la cuarta pared y se dirigió al público, iniciando la enseñanza moral. Me puse en guardia. ¿De que me iba hablar ahora? ¿Qué moralina me iba a impartir?
Por fortuna, se refirió a la condición humana. A que hemos venido a este mundo a ser felices. A que el poder corrompe, así, en términos generales, sin especificar. Fue algo refrescante y sentí alivio de que no me echaran “el discurso” una vez más. Ni con la guerra, ni con la ideología, ni con feminismo, ni con el LGTBI ni con mandangas de esas.
Es de agradecer que no nos dieran las lecciones de moral dirigida, que vienen siendo habituales. Que eso es muy negativo, muy “hater” y de muy mal rollo.

CONCLUSIÓN.

En conclusión, una obra muy divertida si tenemos en cuenta el género de qué se trata y que hemos pagado para ver “eso” y no otra cosa. Y quien no supiera que venía a ver “eso”, como es mi caso, aun así, pudo disfrutar. Puedes disfrutarlo si tiene la mente abierta y aceptas todo tipo de planteamiento teatral, porque todos los estilos son bienvenidos para una persona a la que le guste de verdad el teatro. Como a mí.

La obra me recordó aquellos años, de 2000 a 2010, en que me dediqué a recorrer los pueblos actuando con este tipo de obras, en mis años mozos. Labor muy trabajosa pero también muy feliz, a la que no volverían salvo por una cantidad sustanciosa de lana. Por ejemplo, la que se saca con este tipo de obras que llenan el teatro en el Festival de Mérida.

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