Bongosero en la Habana, casanova en Venecia, anciano en Shangri La.
A lo largo de la historia, cada edad ha creído en una verdad diferente. En todo tiempo el hombre ha creído haber llegado al cenit de la liberación y las respuestas. Hoy, un mantra se repite en whatsapps, twitter y demás: vive y sé tú mismo. Se repite con tanto fanatismo que uno duda si son felices.
Pero, ¿qué es vivir? ¿Qué es ser uno mismo?
Uno deja de ser él si se aborrega adoptando modelos ajenos de vida pero, ¿qué es vivir? Vivir ser relaciona con aprovechar por obligación todas las oportunidades, probarlo todo… quien no sale no experimenta, no vive, no es uno mismo. Vivir. Hay obsesión con eso. Pero, ¿realmente padecer tantas vivencias es vivir? Si a una persona que aborrece el deporte le ofrecen tirarse en paracaídas, ¿vive? Emborracharse, drogarse con música o alcohol, rodearse de gente, ¿es la verdadera vida? ¿Si no se hace, no se vive? Es fácil engañarse. Es fácil desesperarse pensando que no vives y otros sí. Pero imaginemos que alguien decide leer, como única oportunidad aprovechada. No sale, no se relaciona… ¿no vive? Pues sí, mucho. Vive en sus libros. Si hiciera lo contrario, dejaría de ser. Tal vez no quiere otra cosa, sino la paz del alma. Tal vez no le apetezca un equilibrio inestable, sino pisar firme, cosa que es aburrido para otros. Y no vive menos por estar en equilibrio. Vive como le gusta. Una monja de clausura puede tener una vida interior más intensa que la vida vacía de quienes se pasan el día pregonando la sagrada idolatría de las experiencias.
No podemos ser todo. Vivir no es cogerlo todo, no es vivir al límite. Vivir es elegir según seas. Y ser uno es saber qué sientes, renunciar tranquilamente a lo que no quieres o no puedes obtener y ser conscientes de la sencilla y escasa elección a la que estamos abocados.
Publicado en prensa de papel (La Voz del Tajo- Talavera de la Reina) el 11 de marzo de 2014)
0 comentarios