Dar y recibir, en eso consiste el amor. Pero ¿qué es dar? ¿Dar es acaso renunciar, sacrificada y dolorosamente? No, dar es una estrategia social para obtener compensaciones. Dar es el modo de crear una cartera de clientes satisfechos con el producto que somos nosotros mismos. Dar forma parte de los recursos sociales que nos permiten conocernos mejor y proporcionarnos una felicidad estable. ¿No lo cree? ¿Prefiere creer en el altruismo? Crea lo que quiera, lo cierto es que enseñar a los hijos a dar es una prioridad.
Pero es que además, si nos enternecemos ante los niños y les damos todo sin pedirles nada, no se establecerá el vínculo.
El vínculo se establece si «vemos» al otro y él nos «verá» tan sólo cuando sea él quien nos dé a nosotros. Se fijará en nosotros para comprobar que le compensa desprenderse de lo suyo para obtener la recompensa de que sus papás estén contentos. Querrá comprobar nuestra reacción y así descubrirá el resultado de sus acciones. Por el contrario, cuando el niño recibe, solo ve el regalo y usted será para él solamente quien se lo proporciona.
Y así puede suceder que acabemos criando a un egoísta al que le cuesta amar. No será malvado, simplemente habrá hipertrofiado su lado generoso, no sentirá. También podemos descubrir que, cuando fue niño, se sintió esclavizado recibiendo un excesivo amor que le ahogaba. Lo buscaba, pero le obligaba. Éramos padres primerizos que ignorábamos que educar en libertad era enseñarles a dar. Por eso, de adulto, aquel niño se liberó de los padres y, llegada su ancianidad, el padre se sorprendió al ver que precisamente quien más recibió, acabo siendo el menos cercano. Porque pusimos demasiado esperanzas en él, pensando que iba a ser eterno su amor, y dejamos de vivir nuestra vida. Quisimos vivir en los hijos y eso originó nuestra desgracia, cuando se fueron.
Publicado en prensa de papel (La Voz del Tajo- Talavera de la Reina) el 06 de enero de 2015)
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