La comedia del fantasma es la penúltima obra que se estrena este año en el Festival de Mérida. La compañía Teatrapo cubre en esta ocasión el espectáculo que la dirección destina a grupos de teatro extremeños. Suelen ser trabajos colectivos con colaboración de grupos locales, en este caso Emerita antigua.
UNA MÚSICA EXCELENTE
Para ir desgranando punto por punto la crítica o análisis, comenzaré por destacar los excelentes números musicales. Con un gran sentido de espectacularidad, los compositores se inspiran en el viejo Broadway, en las películas americanas y en musicales diversos con aroma a ese gran desconocido que es el musical español de los 70 y 80.
Cada número que se inicia, suena a canción ya tatareada hace mucho tiempo. Y, sin embargo, son canciones de nuevo cuño. Pero todas optimistas, propias del gran espectáculo alegre y divertido que se pretende dar. El gesto del protagonista Ángel Ruiz con un orinal en la cabeza, moviéndolo como si fuera un sombrero de copa y una escoba bajo el sobaco al estilo de Fred Astaire lo dice todo. Quizá el mayor atractivo de la obra.
UNA GRAN ACTUACIÓN.
Pero no sólo la música. Una dramaturgia muy viva, farsesca, con muchos cambios de registro tanto en la voz como en el movimiento de los personajes ofrecen calidad. Es una visión cómica, feliz, rutilante y jovial.
Dentro de la interpretación de la farsa, esos gestos dinámicos nos hablan de una profesionalidad absoluta. Aparte de que asistimos también, para regocijo nuestro, del actor completo que canta e interpreta con solvencia en ambos terrenos.
¿Creíamos que eso solo lo teníamos en América? Pues no, también lo tenemos aquí y España. Y en Extremadura. Lo que pasa es que no se ve.
PUESTA EN ESCENA LIMPIA Y ARRIESGADA
Tal es así, que el director confía que el propio cuerpo actoral, la capacidad de los intérpretes y la música sean suficientes elementos para que la obra se sostenga. En un recinto tan gigantesco como la escena de un Teatro Romano de Mérida, no llevar ningún tipo de decorado salvo una pequeña pasarela que en un primer momento pasa desapercibida, desde luego es una gran apuesta.
Y funciona. Tan solo el humo lanzado desde atrás junto con las luces, en los números musicales sobre todo, hace que el aspecto físico del escenario cambie. Todo se confía a la interpretación y la música. Un empastillado, por cierto, de gran calidad.
TEXTOS ANTIGUOS.
Otra cosa es Plauto. Un día descubriremos que los textos de hace más de dos mil años cuentan con grandes limitaciones. Veremos un día que la calidad de los textos antiguos, sobre todo referentes a la comedia, han perdido vigor. Reconoceremos que el arte literario ha evolucionado mucho desde los tiempos griegos, que aquellos textos no son tan geniales como la pátina del tiempo pretende hacernos creer.
Un día, libres de erudición, veremos qué, de los textos que nos han llegado, tienen calidad dos o tres. El resto son pobres e insuficientes. Y me temo que La comedia del fantasma es un texto menor de Plauto.
Tal es así que se necesita meterle mano a fondo para convertirlo en otra cosa. Es decir, si queremos dar gusto al público del siglo XXI, no solo hay que adaptarlo. Hay que reescribirlo por completo. Y eso es lo que Miguel Murillo y Félix Estaire han hecho.
EL SECRETO DE LA COMEDIA. CONFLICTO Y FORMA.
Y ya que tenemos que escribir el texto desde el principio, deberíamos acudir a dos manuales básicos para el dramaturgo cómo es “Cómo orquestar una comedia” y “Breve manual de la sitcom”. Allí John Vorhaus nos explica que hay una estructura argumental imprescindible en la que se apoyan luego los chistes y los trucos de comedia. Si falla la estructura, la comedia no se da como trama.
Dicho con otras palabras: un buen enredo, una mezcla de objetivos, deseos, pretensiones de los personajes que chocan y se confunden entre sí. De eso se trata el arte de la comedia, del choque paradójico, imprevisible, ingenioso, de intereses de unos y otros que se enredan y que una atrocidad argumental disparatada, absurda pero sorprendente, al final desenreda.
EL ENREDO LA COMEDIA DEL FANTASMA.
La comedia del fantasma nos ofrece un conflicto suave apoyado en el drama de amor prototípico. Un galán rico se enamora de una chica pobre. Las familias están enfrentadas por el dinero y finalmente, acaban convirtiéndose, hombre rico y hombre pobre, en consuegros. Y una crítica al dinero y la usura.
Este tipo de argumentos, en aquella época, estaban destinados al consumo fácil de un pueblo analfabeto en la Grecia de Plauto que tampoco pedía más. El enredo era sencillo, la idea muy básica y el desarrollo sin matices: la cosa no da para más.
LA VERSIÓN DE MIGUEL MURILLO Y FÉLIX ESTAIRE
Y si la cosa no da para más, una versión actualizada de la comedia del fantasma, una nueva redacción de este texto, debería haber añadido más enredo para qué el conflicto adquiriese mayor interés. Pero no se hace.
La otra solución entonces consiste en emplear el método de Dario Fo y otros dramaturgos del mismo estilo. Consiste no tanto enredar la trama como aprovechar una línea básica para la farsa meramente formal. Es decir, sobre una precariedad argumental, dedicarse a otra cosa. Dedicarse a sacar a Bárcenas (Barcenón) trapicheando con sobres, hablar de actualidad Cofidis, de escraches a los políticos, reivindicaciones antisistema, etcétera. Es una solución que a mí no me satisface. Prefiero que la historia se enrede y sorprenda.
EL INTERÉS DE LOS PERSONAJES NO SE ENREDA.
Así, ocurre, que el prócer ricachón tiene una única ambición, que le dediquen una rotonda. También tenemos a un prestamista, alter ego de los bancos. Un galán cómico, un nini, enamorado de una chica pobre. Tenemos a la chica pobre y sus padres van a ser desahuciados… unos obreros reivindicativos…
También tenemos a un criado que pasa hambre y desea la llave de un cofre con dinero. Hay dos cofres, uno con dinero y otro con piedras. Un engaño con el cofre de piedras con el que el padre pretende enseñar a su hijo. Tenemos fiesta y boda que se va a celebrar en ausencia del padre. El pago de la fiesta.
Y tenemos finalmente los celos de la chica. Una criada enamorada de un criado cobarde que no sabe si desea ser libre. Y suceden cosas. La tomatada al prócer, el descubrimiento de que han preparado la boda a sus espaldas, y el lío de cofres.
Es decir, tenemos muchos hilos de la historia de la comedia del fantasma. Pero no están bien engarzados. Cada historia sigue su camino sin afectar a las otras. Si se cruzan, se saludan, pero no se influyen de forma inteligente.
No es un buen enredo. Miguel Murillo y Félix Estaire prefieren dejar todos estos hilos sueltos, que la acumulación de los mismos den lugar el enredo, y se dedican al chiste formal y al anacronismo: que si hay que urbanizar los alrededores de la rotonda, guiños al máster de la Juan Carlos I y parodias similares. Es el método de Dario Fo, aprovechar un argumento simple y sin desarrolarlo, jugar a hacer chistes.
LOS CHISTES VERBALES.
Aparte de la situación más o menos cómica, una comedia también se caracteriza por la forma. En este sentido, los chistes verbales, junto con los juegos físicos, conforman la carne de la comedia, la envoltura. El esqueleto es la estructura, la situación.
Respecto a chistes y juegos formales, se plantea el problema de siempre: ¿qué es un buen chiste? El humor es variable, opinable y precisamente la comedia es un género complicado. Porque un chiste puede gustar o ser una tontería según quién lo escuche. Qué un chiste sea más o menos gracioso o inteligente no solo depende del chiste en sí, sino de la inteligencia y gusto de quién escucha.
Así, siendo una farsa excéntrica, tenemos algún que otro juego de palabras, pero muy escaso. También se usa el teatro sobre el teatro con alguna ocurrencia buena, como la negativa a cantar del galán cómico (el nini Filolaques) porque está muy agobiado. Y muchos gestos dinámicos. Algo de juego de payasos, cómo puede ser el momento en el que el prócer se da media vuelta y no encuentra al criado Ángel Ruiz.
También ese farfullar explicativo de Tranión, cuando intenta reconciliar a los amantes, scketch tomado de la famosa rutina cómica de Antonio Ozores en el “Un, Dos Tres”, cuando intentaba hablar pero no decía nada. Aquello de “no hija no”. Pero, de cualquier modo, los juegos verbales no son demasiado ingeniosos. Al menos para mí.
EL ANACRONISMO ES EL REY.
El efecto más reiterado es el anacronismo. No solo Bárcenas, los sobres y otros guiños políticos, también guiños extremeños a los tomates de Miajadas o incluso locales con Mercadona y Carrefour. Anacronismos como decir que vas a salir en un periódico El Emerita post.
Anacronismos de todo tipo, también musicales: la versión de “Tres cosas hay en la vida”, que canta el usurero, las notas iniciales del “bimbó” de Georgie Dann, la entradilla de la serie de Expediente X o que la criada baile el swhis swhis. Antes que el juego de palabras o el ingenio estructural, lo que se desarrolla cada minuto es el anacronismo continuo. Con llamadas telefónicas a Iker Jiménez incluido. El anacronismo satisface, aunque se echan de menos chistes de mayor ingenio.
EL CHISTE DE LAS PALMADAS.
De los chistes, la palmada que duerme a los personajes es la mejor. En dicho juego Barcenón palmea sin querer y duerme al prócer y al criado. Luego, el criado toma el relevo y por error, al dar una palmada, duerme a Barcenón y al prócer.
El colofón sucede en mitad de una canción, cuando todos los personajes ya se despiden bailando y, tras una palmada que ellos mismos dan, se quedan dormidos en espera de los aplausos del público los vuelva a despertar. Es recurso más teatral dentro de la dramaturgia planteada.
EL FANTASMA EN LA COMEDIA DEL FANTASMA.
Lo que está de más en La comedia del fantasma es precisamente el fantasma. No tiene función en el argumento. Que la amante pobre se disfrace de fantasma para entrar en la casa del prócer y verse con su hijo rico es una excusa que tanto Plauto como Miguel Murillo y Félix Estaire podían haber aprovechado más. Por ejemplo, podrían haber jugado con la típica casa embrujada o con el típico miedo de algún personajes cagueta de cuya credulidad todos se aprovechan.
Podrían haber hecho que el fantasma o el miedo jugasen un papel en el desarrollo del conflicto. Pero el personaje miedoso no existe. Hubiera sido una solución al desarrollo . Tanto la obra original como la versión libre no desarrolla bien al fantasma. Simplemente, la chica se infiltra como fantasma en la casa. Se le quita al fantasma su función natural.
Tampoco se da ninguna explicación a otro tipo de magia en la comedia del fantasma . No se justifica el fenómeno de la parálisis del fantasma haciéndose invisible cuándo otros personajes aparecen. Tampoco tiene excesiva justificación que el usurero se disfrace de fantasma, ni que lo haga el galán cómico o que Barcenón tenga poderes de hipnosis. No sabemos por qué el negociante Barcenón tiene dotes mágicas y sabe hipnotizar. No se nos explica ni está virtud o cualidad tiene función en la trama. Su única función hacer gracia y dar origen al juego de palmadas.
Todo ello aparece pero no influye en el desarrollo o la solución del conflicto. Aun así, la obra entretiene gracias a que el mensaje que llega es: no os fijéis en la trama sino al juego de anacronismos. Está bien, mensaje pillado. Pero un poquito más de trama entrelazada hubiera sido agradecer.
SÓLO PLANTEAMIENTOS
La comedia del fantasma, además de tener una trama tan ligera que no resulta enredosa, también peca de un desarrollo lineal poco sugerente. No hace mucho vi una película qué ofrecía todo lo contrario. “El gran showman”, con Hugh Jackman, es un guion donde cada treinta segundos se avanza sobre la trama ofreciendo nuevos aspectos y evolución del desarrollo. Aquí, por cada uno de los hilos argumentales abiertos, el desarrollo no evoluciona, no acaba teniendo un nudo variado ni desenlace plástico. Cada trama parece quedarse en simple planteamiento, sin ser desplegado y sin finales sorpresa.
CONCLUSIÓN
Una obra de estructura insuficiente, pero de gran ingenio en la forma. Gran calidad por parte de los actores. Una dramaturgia de movimientos físicos muy variados y recursos teatrales sorpresivos a cada segundo en lo que a lo formal se refiere. Lo que a la trama le falta lo pone la gesticulación, el anacronismo continuo y la calidad actoral. Variación de ritmo y juegos de voz. La obra está bien si no exigimos más que esto y si nos limitamos ver la gran actuación de Teatrapo, de todos sus miembros. Grandes profesionales.
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