Millones de blogs, webs y páginas you tube emiten su monserga hueca diaria. Tengo un amigo que me incita a promocionarme. Ignorante, le hago caso. «Hay gente que se autoedita… podrías vender tus cuentos y novelas por Internet, es el futuro, hay gente que gana dinero así». Eso me interesa y muevo mi Facebook. ¿»Enlazar», «público», «amigos»?, ¿»entendido»? ¡Una mierda voy a entender! Me dice que pinche «me gusta» en otros para que les guste lo mío. Bonita hipocresía.
Me meto en Internet y descubro que una masa infinita de perdidos se reúne a diario en el inabarcable mercado medieval de la red, donde cada carnicero judío o pescadero mozárabe se desgañita vendiendo su yo. «Yo, yo, yo». «Yo he logrado». «Yo he hecho». «Soy el más grande». Aquí cada cual va a su rollo y finge gustarle lo ajeno, como en la vida. Pero los que compran sólo quieren chistes.
Me meto a colgar «mi yo», mi baratija semanal, que son estos artículos. Mi amigo me anima. ¡Twittea, relacionate! ¡Si a mí no me gusta el alcohol! Que conste que es él quien me empuja… Lanzo un twitt y no sé en qué cabeza da. Recibo mensajes en Facebook de un vendedor de setas, un tío en parapente, una promoción de dietas que al segundo se han vaporizado entre miles de mensajes idiotas más. Mi amigo me acosa con palabrotas: «optimización de motores, hashtag, cookies, imagen de marca…» Dice que me posicione, que necesito emplear muchas horas en eso, pero…
¿Pero al final qué? Al final, a nadie le interesas, como en la vida. En la red, si no haces el tonto, no eres nadie. Porque en Internet, también el griterío es espuma y es vano alimentar ese monstruo con tu tiempo. Todo se irá por el fregadero mañana. Mejor ir a un concierto o escribir un poema. El tiempo no da para todo, aunque te digan que sí.
Publicado en prensa de papel (La Voz del Tajo- Talavera de la Reina) el 4 de noviembre de 2014)
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