Chanclas, ¿y usted? No, de ese número no quedan, ¡sí, voy!, ¡Carlitos, estate quieto!, nos cierran, Loli… y, de repente, todo se esfuma y hay un hueco como una caída sublime, donde nada ocurre, como si tu vida se detuviera y sintieras su vacío, la nada.
Luego vuelve la vorágine, el apelotonamiento, el caérsete encima todo: ¡un kilo de calabacines!; ¿sí, diga?, cuidao, el coche…
Vivimos en una sociedad imparable, de sucesos que se colapsan, aplastan, pueden contigo y tú te rindes porque su fascinación reside en la imposibilidad de desprenderse de la exigencia social de vivir, convivir, hacer cosas, obligados por otros, por nosotros, por circunstancias. Yo soy yo y las circunstancias ajenas, y las mías, y el circus, y todo lo que me circunda y agarrota y me hace bailar, brillar o bajar la cerviz. Soy yo y mis deberes, y los ajenos, y lo que la realidad hace conmigo.
Me he planteado pegar el corte, decir no, renunciar a los beneficios de hacer y desconectar, apagar móviles, salirme de Facebook, no usar mail, todas aquellas ventajas desventajosas que están ahí para que alguien, invisible, me ponga la bota encima. Sería un verdadera revolución tecnológica, lógica, social, antisocial renunciar, pero seguimos agobiados bajo el andamio caído de vivir como otros quieren, que empieza a las ocho y media y no para, en una vida que no hemos elegido, eligiéndola, corriendo una carrera donde no nos apuntamos, apuntándonos a diario porque sí, porque queremos y luego no. Queremos ganar, no correr. Corremos sin ganar. No somos conscientes de haber firmado pero alguien nos anotó al nacer y no podemos arrancarnos el dorsal y seguimos, en la esperanza de que mañana todo se detenga. Pero llega mañana y… ese cuadro, ¡la matrícula (de niños, de coche), pastillas (de farmacia, de freno), no freno, itv, perro, gato, pájaro, pollo, patatas, salsa, dieta, hijos, padres, princesas, héroes, villanos, relojes…
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Corre, corre, corre
Publicado en prensa de papel (La Voz del Tajo- Talavera de la Reina) el 2 de junio de 2015)
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