En este post haré unos breves comentarios o apuntes sobre mi lectura de «El Viejo y el Mar» de #ErnestHemingway, aludiendo a varios temas como son el narrador, su papel y su punto de vista, su opinión, el personaje del viejo, la simbología de los personajes, el mensaje de fondo, como lucha por la vida y las posibles alegorías que encierra.
EL NARRADOR OMNISCIENTE
Comencemos por el narrador. Por un lado, el narrador omnisciente nos cuenta la historia de un modo objetivo y sobrio, en apariencia. Pero el empleo de algunas frases de dicho narrador, el modo de reflejar los acontecimientos, nos trae un regusto de desencanto, de debilidad de un viejo al final de una vida que concluye. Nos da la impresión de hallarnos ante un pescador sin fuerzas físicas pero también sin ánimo en el espíritu.
SANTIAGO Y EL NIÑO
Santiago ve en el personaje niño la fuerza que él ha perdido pero lo contempla con desgana, con desánimo, como si fuese algo ajeno e irrecuperable. Cuando se halla en alta mar, echa de menos a ese chaval joven que está ausente. Le echa de menos. Es como si ese chaval no existiera, fuera un símbolo, representara una alegoría del alma del viejo que, cuando se hace a la mar, se hace presente pero que sin esta tesitura no adquiere relevancia.
EL NIÑO ES EL PASADO
Santiago ha perdido la fuerza y ese joven simboliza su propia fuerza en un pasado irrecuperable. La fuerza de la juventud que Santiago añora sólo se hace presente cuando el viejo la necesita para imprimirse a si mismo ánimo. «Te gustaría que el joven estuviera aquí, pero estás tú solo», se dice a sí mismo.
EL VIEJO SE HABLA A SÍ MISMO
EL TÚ, LA SEGUNDA PERSONA.
Una de las curiosidades de esta obra es el modo en que el viejo habla consigo mismo y se da órdenes. Esta opción de #Hemingway por la segunda persona y el modo de emplearlo dibuja al personaje que se auto psicoanaliza.
DOS PERSONALIDADES
Y es a través de este recurso del «tú» que tenemos la sensación de que, para Santiago, existen dos personalidades o dos actitudes en lucha interna, dos Santiagos.
El niño no está pero Santiago se habla a sí mismo aconsejándose y se dice a sí mismo que debe comer atún, de qué modo debe organizarse. Sólo así Santiago logra, con el impulso de la palabra, sacar del fondo su ánimo olvidado.
LA VIDA TE PONE A PRUEBA
El viejo pescador, abandonado a la suerte en su casa y al imponderable de los años al final de su vida, se ve en la necesidad de luchar de nuevo contra el pez cuando sale a altamar. Vemos entonces la agonía, la lucha del hombre contra sí mismo, las dos actitudes, los dos hombres que hay dentro de nosotros, el hombre que se deja llevar y el hombre que también se halla dentro de nosotros que nos empuja a luchar. Aquí empezamos a ver el transfondo moral, de lucha por la vida, que Hemingway nos transmite.
La inteligencia de Ernest Hemingway estriba en como plantea esta duplicidad a través de una narración aparentemente lineal y sencilla.
Y nuevamente referir cómo el tú, la segunda persona sirve para autoespolearse, para incitar al yo inactivo a la actividad. El tú implica un imperativo, una forma gramatical que encierra en sí mismo mucho poder, mucha intención y saca a la luz el subtexto moral, la incitación a la lucha como teoría de fondo.
AMOR Y AMARGURA DEL OFICIO
Santiago, por otro lado, tiene una personalidad rica y variada. Tras la aparente sencillez, encontramos el amor hacia el mar…. Santiago describe el ambiente, las gaviotas, los peces voladores, y maneja los aparejos casi con devoción. En su modo de manipular los objetos y en describir los trabajos del oficio apreciamos la vocación, el gran amor por lo que hace.
Pero es un amor no exaltado, que guarda un regusto amargo, decepcionado, terminal, propio de los últimos días de su vida, que no llega a la amargura pero la roza con los dedos. Como hombre viejo que es, aunque ama su profesión, parece no querer ejercerla y se produce así un interesante CONFLICTO INTERIOR. Echa de menos su profesión pero le duele la espalda y está en el mar de un modo que percibimos como automático. Es más una costumbre, o una obligación vital. Hay amor y dejadez a la vez. No parece tener muy claro los motivos, se ha dejado llevar por la inercia, porque su vida siempre es ha sido así.
El narrador, en su manera de construir las frases, nos transmite esta doble intención, abulia, obligación y amor por costumbre.
RIQUEZA INTERIOR
Un viejo acabado, un instinto de lucha perdido y añorado y un espíritu que va a renovarse en la aventura de la pesca son los tres elementos de la riqueza del personaje.
MÉTAFORA DEL CRISTIANISMO EN EL VIEJO Y EL MAR
En realidad, la novela puede ser entendida como un relato lineal de un viejo en el mar y sus peripecias, pero en numerosas ocasiones se ha relacionado esta obra con el cristianismo, como si fuera una alegoría y si hacemos caso a esto, muchos han sido los análisis. Yo aporto aquí mi visión que no es otra sino una serie de sugerencias, por si a alguien le sirve.
EL DISCURRIR DE LA VIDA.
Por un lado, y siempre leyendo el libro desde la perspectiva cristiana, el viejo y el mar desarrolla una sensación, como un largo proceso paciente y monótono. La lucha del viejo contra el pez es una lucha en el tiempo con largos periodos de espera. Así, la vida, su dureza, estaría marcada por este preciso aspecto, entender la vida, su dolor, su sufrimiento, su exigencia como un largo periodo de espera donde no todo ocurre cuando queremos, donde se pone a prueba una de las principales características cristianas, la esperanza, la paciencia y la confianza en que las cosas ocurran.
Si nos fijamos, la vida es eso. Largos periodos en los que nada ocurre y en los que esperamos que sucedan cosas.
EL OBJETIVO VITAL (EL PEZ ESPADA).
Esa lucha (ese pez espada) no es algo odiado pero tampoco amado. Es un objetivo, un deber, una misión. Provoca nuestra desesperanza, hurga en nuestras dudas, despierta nuestros miedos. Eso provoca la vez rechazo y atracción.
EL JOVEN COMO ALEGORÍA DE FUERZA, O TAL VEZ DE CRISTO.
Y volviendo al joven como alegoría de fuerza, también pudiera reinterpretarse como fuerza cristiana. Podríamos decir que otra de las imágenes que sugiere es el de «salvador» buscado por el viejo, fuerza perdida pero también ayuda desde lo invisible como lo es Jesucristo. Para el viejo, el joven es algo en que apoyarse, una imagen que acompaña, un espíritu presente en la soledad de su barca. Es alguien que le alivia en la dureza de la aventura y por todas estas características bien pudiera justificarse el referente.
EL VIEJO Y EL MAR Y EL NEGRO
Una pequeña historia que Hemingway brevemente introduce en «El viejo y el mar» es el pulso con el negro. Este minicuento nos da una clave sobre la fuerza humana, la decisión, el coraje y el espíritu de lucha.
EL NEGRO Y EL MAR
Hay un paralelismo entre el tiempo que está el negro y el viejo con la partida en tablas y el tiempo que pasa Santiago luchando contra el pez sin que nada ocurra. Es lo que decía antes sobre la vida como un periodo de lucha constante donde, en momentos puntuales, se pone a prueba el espíritu. Pero estos momentos se alternan con largos periodos de vacío existencial, donde en apariencia nada ocurre, pero se sigue luchando. Es una visión de la lucha cristiana con predominio de la paciencia. Paciencia y largos periodos de quietud durante el pulso, durante la pesca y en la vida.
La vida, como lucha constante representada en un pulso que se mantiene durante un día y una noche. No nos habla Hemingway de esfuerzos puntuales, sino de esfuerzos continuados, pacientes. La mano que ha de sostener el sedal sin pegar un tirón porque en ese caso el sedal se rompería es otro ejemplo, otra cara de la misma moneda.
EL SEDAL TENSO
Paciencia, esfuerzo sordo, constante, sin grandes tirones, mantenido a lo largo de la existencia. Es la alegoría de «echarle un pulso a la vida» propio del espíritu cristiano y de Hemingway como luchador vital. Cuando menos te lo esperas, la vida te echa un pulso sin haberlo tú previsto, pero hemos de estar preparados.
LA MISIÓN OBLIGADA NO ELEGIDA.
Somos nosotros, como el viejo y el mar, quienes hemos decidido embarcarnos en una pequeña barca y realizar una gran captura. Es la misión cristiana, realizar una gran captura, pero esa misión implica un precio, el precio de sostener con buen pulso durante toda la travesía un sedal. E incluso, el esfuerzo de saber que puedes perder la pieza a capturar.
EL PESCADOR, PROTOTIPO DE IMAGEN CRISTIANA.
Y a mayor abundancia, si hay alguna imagen típica del cristianismo es el pescador. Jesucristo fue pescador de hombres y el pez es uno de los símbolos de esta religión, sobre todo en sus inicios. Por tanto, un pescador ya tiene muchas connotaciones.
Además, el ser humano se dibuja como un individuo con dos tareas, la de sobrevivir comiendo doradas o atún, (es decir, la de vivir de un modo cotidiano, atendiendo a los quehaceres ordinarios) y la de un servidor de Cristo, con una misión concreta.
LA BELLEZA DEL MUNDO.
Otra de los mensajes que recibimos a leer «el viejo y el mar» es la impresión de que el viejo ama el mar, se maravilla ante los habitantes del agua, los pájaros que sobrevuelan, y el propio manto azul. Lo describe Hemingway como un verdadero hombre de mar, no como un poeta. Así, nos da la impresión de que lo asume con oficio y no un literato, al igual que el cristiano ama la vida y sus normas de lucha no como una postura sino como algo interiorizado, como un oficio.
El narrador es omnisciente pero el lenguaje sería el del propio viejo si hubiese escrito esta novela. Por tanto, las descripciones se desarrollan de un modo preciso, utilizando una estructura de la frase sobria y una adjetivación también moderada para integrar en la propia narración la actitud, y así nos revela el conocimiento profundo de un viejo pescador en activo.
La lucha del hombre contiene una gran belleza para Hemingway, tal como él mismo certificó con su vida. Una lucha mítica, sagrada. Hemingway interpreta la vida como un lugar donde prevalece la supervivencia. La lucha, la supervivencia natural, es algo amado y deseado por el viejo y por Hemingway, en otras novelas suyas. Esta lucha es algo positivo, aunque duro. Esfuerzo físico, lucha, perseverancia. Rasgos positivos como un plan de Dios, algo santificado y querido por Dios.
ANÁLISIS DE OTROS LIBROS, PINCHANDO EN LAS FOTOS.
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