En el mundo de la interpretación, los gestos son importantes. El lenguaje corporal, el tiempo verbal que usas cuando te expresas, el vocabulario que eliges, la construcción de tus frases dice más de ti que tus ideas. Habla de cosas que están en tu subconsciente y crees que no se ven, mentiras que ocultas pero tus gestos delatan. Tu físico y tus tonos de voz y expresiones desvelan verdades de ti con pequeñas sutilezas.

Una persona que miente puede estar desnudándose de otro modo.

¡Señor Nogales, dónde le dejo sus imperdibles!, exclama Antúnez. El dueño, Nogales, aparece por la puerta y contesta:
póngalos junto a los botones. Entra Ruiz y pregunta: Antúnez, ¿dónde has colocado los imperdibles que pedimos la semana pasada? y Antúnez: Junto a los botones. ¿Conversación trivial?

Si nos fijamos, Antúnez y Ruiz se expresan de modo distinto. Antúnez ha llamado a los imperdibles “los imperdibles de Nogales”, mientras Ruiz los ha llamado “nuestros imperdibles” (o sea, míos (de Ruiz), de Nogales, de Antúnez, del negocio, de la mercería) porque fuimos «nosotros» quienes los pedimos. Los imperdibles de Antúnez son solamente del jefe.

Eso quiere decir que Ruiz se siente parte de la empresa y Antúnez no. Ruiz siente como suyo el negocio y, evidentemente, denota un grado de implicación mayor. Antúnez se ocupa porque le pagan para ocuparse, pero lo que hay en la mercería es de Nogales y punto. A él se la refanfinflan los imperdibles, Nogales, la tienda y todo.

Esto parecería una soberana tontería sino fuera porque explica muchos despidos. Porque si en un futuro Nogales se ve obligado a hacer un ERE, a igualdad de opciones echará a Antúnez y se quedará con Ruiz.

Y ahora permítanme la frase que inspiró este artículo: «No hables de ti. Lo que realmente eres, resuena en mis oídos con tanta fuerza que no me deja escuchar lo que dices en su contra»
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