No sé exactamente qué es, si el carácter orgánico español, perezoso y festero, si saber que el explotador acecha tras la cultura del esfuerzo, pero la gente vive sin proyectos.
Tal vez porque los esfuerzos no conducen ya a nada, porque hay tanta oferta y competitividad que hemos tirado la toalla, cuando la recompensa, en el mejor de los casos, tampoco es para tanto: glorias efímeras que no buscamos. Tal vez por eso no nos comprometemos, no queremos líos, vivimos al día, preferimos pasear al perro a currarnos una página web. Preferimos ver un debate televisado entre idiotas que colaborar con una ong.
El capitalismo nos incita a luchar y sólo consigue desesperarnos al ver que esa moral sólo está ahí para que unos cuantos saquen tajada. Un referente es la Teoría Z de William Ouchi.
Tal vez sea por eso por lo que el trabajador se ofrece sin ganas, preguntando cuánto pagan, porque hemos visto a tanto empresario que sólo quiere sacar beneficio
con poco gasto, por encima de cualquier cadáver, que ya estamos curados de espanto.Sólo quedamos los que no sabemos hacer las cosas mal, los que nos metemos en líos por gusto, no por moral, ni por ética, ni por que busquemos nada. Nada hay tras el trabajo, no hay resultados, pero lo hacemos. Lo hacemos porque no sabemos quedarnos quietos, no sabemos no comprometernos, sentimos la vida vacía si no hay un proyecto. Sólo es eso. Y somos precisamente nosotros los que comprobamos que en este mundo capitalista cualquier esfuerzo es inútil, o se necesita uno muy grande, inmenso, infinito, de gigantescas proporciones para que suceda algo, y ese algo sólo es, al final, el parto de los montes. Los demás prefieren irse de copas. Saben que una vida inútil les conducirá al vacío vital, pero saben que invertir es estéril. Los que invertimos lo sabemos, que nunca llegará el futuro, que solamente sacaremos al final la satisfacción del propio esfuerzo. Para más información, la Teoría Z, de William Ouchi
Publicado en prensa de papel (La Voz del Tajo- Talavera de la Reina) el 28 de enero de 2014)
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Tú sumiso, nuestro comprometido.
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