Hay muchas razones para no apuntarse a nada. Y son estas.
Haga usted un experimento. Llame a una compañía telefónica y dígale que quiere darse de alta. No tardan ni «cerocoma» en atenderle. Llame otra vez y diga que quiere la baja. Le ponen en espera veinte minutos y le cuelgan. Vuelva a llamar. Diga que quiere el alta. Le atienden. Diga que ha sido un error, que quiere la baja. Dirán, «le pasó» y le tendrán veinte minutos en espera y al final también le cuelgan. Comprobado.
Según la ley, para darse de baja tienes que dar avisar con dos meses de antelación.
Si dejas de pagar antes, te meten un pleito. Cómo la gente no lo sabe, al cabo del año recibes una demanda por los dos meses que NO has disfrutado. Eso sí logras la baja porque, por muchas llamadas, emails o fax que envíes, la empresa no se da por enterada. Como no sea por burofax y los guardes, nada. Porque juegan a eso, a que pase mucho tiempo y usted haya perdido las pruebas cuando le citen a juicio. Son razones para no apuntarse a nada.
Las empresas grandes nada tienen que perder. Los abogados están en nómina y meten pleitos sin mirar, por cinco mil o por doscientos euros. Y usted se acojona. Se acojona y paga.
Así que tenga cuidado cuando quiera apuntarse a algo.
Porque para apuntarse todos son parabienes pero para la baja… Y cuidado, esa señorita o hispanoamericano que le tramita la baja dirá que todo está resuelto, pero no lo está. Se lo dicen por teléfono. ¿Qué pruebas tiene usted? La compañía no se ha enterado y le torturan. A la chica que tomó su baja, no la localizas jamás. El caso es no tramitar, para seguir cobrando.
Y un día, cuando estás comiéndote los macarrones, otra señorita muy alegre te ofrece otro seguro, otra compañía, otra visa y tú, escarmentado, cuelgas.
Estas estrategias rastreras provocan que la gente sea reacia a apuntarse a nada. Lo triste es que seguimos apuntándonos.
(También publicado en prensa de papel La Voz del Tajo de Talavera de la Reina, el 10 de febrero de 2017)
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