Mentir no es solamente decir lo contrario de la verdad con intención de engañar, es mucho más. Se puede mentir diciendo la verdad. Basta con intentar que otra persona se haga una idea diferente de la realidad. Veamos cómo.
1.- VERSIONAR LA REALIDAD
Si Pepe me dice: «Manolo está enfermo«, me informa de que tiene problemas estomacales. Pero si yo quiero enemistar a Pepe con Manolo para sacar algún beneficio (acaso complacerme, tan solo), puedo decirle a Manolo cuando regrese: oye, ¿sabes lo que Pepe ha dicho de ti? Que eres «un enfermo«. Sabemos la diferencia entre «estar enfermo» y «ser un enfermo». Con sólo un artículo indeterminado hacemos pasar una enfermedad física por otra psicológica; le llamamos loco, perturbado. Diciendo verdad, mentimos al cambiar las palabras y hacer creer otra cosa.
2- OPINAR SOBRE LA REALIDAD
La colocación de adjetivos, el orden de frases, puede dar una visión diferente de la realidad. No es lo mismo «se fue de viaje» que «y fíjate, se fue de viaje» Con un simple «fíjate» le estamos reprochando que viajara. Así encauzamos la opinión del receptor, sin decir nada que no sea cierto.
3.- OCULTAR INFORMACIÓN
Si no cuento al médico que he formado parte de un equipo de Ébola, ¿miento? La mentira se halla en la intención. Tal vez lo ocultamos por temor a estar contagiados. Parece que si no decimos ese dato, nos libraremos de la muerte. Luego, si la mentira llega a mayores, mala suerte, pero mentir he mentido intencionadamente. No he dicho nada que no sea cierto, pero «miento diciendo la mitad«. También puede ocurrir que mintamos sin saber que lo hacemos. Simplemente se nos olvida. Damos una impresión diferente de la realidad al olvidarlo. ¿Miedo u olvido? Haber pertenecido al equipo de Ébola es tan notorio que resultaría raro que se te olvidara. Sea como fuere, el resultado final, el efecto, es la mentira.
Publicado en prensa de papel (La Voz del Tajo- Talavera de la Reina) el 13 de enero de 2015)
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