Primer Premio Nadal del año 1944, Nada, de por Carmen Laforet, se ha convertido ya en un clásico de la narrativa española.
VIRTUDES Y DEFECTOS DE NADA DE CARMEN LAFORET
Aprovechando el centenario del nacimiento de la autora, editorial Destino relanza de nuevo su obra.
Me animo, por tanto, a analizarla y desentrañar sus virtudes, pero también sus carencias y flaquezas, que las tiene. No hay nada tan malo que no contenga algo bueno ni nada tan bueno que no contenga algo malo, como decía Cervantes.
NADA DE CARMEN LAFORET, LA GRAN IDEA (EL HIGH CONCEPT).
Comenzaremos por lo bueno y de ahí iremos desgranando aciertos y debilidades.
Porque la novela parte de una idea que probablemente fuera el motivo por el cual se alzara con el premio, hacer un retrato de la opresión de la mujer en una sociedad machista y triste de la postguerra civil. La crítica que desde el bando perdedor se deseaba hacer de la nueva situación franquista probablemente fue un aliciente para el jurado.
Porque Nada ofrece la oportunidad de denunciar, desde la sociedad civil, el franquismo. Refleja con ello la repercusión en la nueva juventud de las consecuencias de la contienda, planteando el triste panorama de quienes eran niños acabada esta, y en 1944 poco menos que unos fantasmas sin futuro.
EL TEMA DE FONDO DE NADA DE CARMEN LAFORET
La novela Nada, de Carmen Laforet, de este modo, es un retrato de los jóvenes de la postguerra civil española. Estos personajes constituyen el epitome de una sociedad aplastada, anulada. Una sociedad llena de individuos despreciables, engolada. Es una fotografía triste de una generación se caracterizó por hacer gala de una inesperada chulería y prepotencia autoafirmativa.
UNAS SOCIOLOGÍA DESCONOCIDA DE LA POSTGUERRA
Nada refleja una sociedad que sorprende, al estar constituida por gente soberbia y tiránica. ¿De derechas, de izquierdas? Desposeída en todo caso de su orgullo y envanecida en su miseria. Gente sin ningún valor, en una comunidad pobre y hambrienta, sin futuro y perdida, que se buscaba a sí misma.
Esa sociedad reforzaba su amor propio a fuerza de arremeter contra los demás y de causar daño al prójimo más próximo.
GENTE SIN UN YO
La imagen clásica, aunque pocas veces denunciada por inadvertida, del hombre que no es nada porque la sociedad le agobia, le angustia y le escamotea oportunidades y que, sin embargo, busca ser alguien en su entorno, aplastando a quienes encuentra a su paso.
EL TÍTULO: NADA.
Porque “Nada” es lo que tienen dentro. “Nada” es lo que son tras su vanidad. Porque de igual modo “Nada” es lo que una puede esperarse dentro de esa sociedad. Nada es el futuro de la protagonista, y también “Nada”, pese a su presunción, es el presente de todos.
PERSONAJES, ROMÁN.
El principal ejemplo de este arquetipo es Román. Un pintor y violinista frustrado que se ha encerrado en la parte alta de una casa en un barrio perdido, el de Aribau. Allí pinta, toca el piano. En esa torre de marfil se ha creado su propio mundo y allí se reboza en su propia prepotencia y fracaso. Para distinguirse del resto y del mundo vulgar que le rodea, desprecia, no admira a nadie, se muestra superior e ironiza.
Y eso seduce a unas mujeres perdidas en la vulgaridad de los tipos que la rodean y le presentan con alguien distinto, seductor, que despierta curiosidad.
Y resulta seductor porque es alguien que se sale de lo convencional, aburrido y triste, siempre lo mismo.
Si uno piensa en gente de aquel tiempo, reconocerá a muchos así.
ROMÁN, EL MACHISTA
Un hombre que desprecia con sorna, crueldad e ironía a los demás personajes, sobre todo femeninos. Su machismo que le hace creerse superior. Algo normal, que no era visto como algo excepcional en la sociedad de entonces.
Con un gran encantó sarcástico, con un gran poder de atracción, que el mismo ha cultivado pero que en el fondo revela su miseria, se da cuenta de su “nada”. Contra ella lucha y, finalmente, se revelará al final de la obra a modo de tragedia… Acabará suicidándose precisamente porque es consciente del fracaso de su propia vida. Aunque no lo reconocerá nunca. Ni ante sí mismo.
ANDREA Y LOS ARTISTAS
Coincide todo este conjunto de elementos con esa alegría que pretende hallar la protagonista, Andrea, y que no logra en una sociedad que le oprime, donde no existen las oportunidades ni futuro, mucho menos artísticas, incluidas las literarias, (que aquí se alegoriza como pictóricas).
En ésta, así como en otras escenas, asistimos, con un pincel muy potente y rotundo, al dibujo de esa sociedad que se oprime a sí misma, que miente, que no es sincera, donde no hay generosidad sino individualismo egoísta. Una sociedad que, por ello, causa su propia desgracia. Desgracia producto de su insolidaridad.
EL ARTE INSANO EN NADA DE CARMEN LAFORET,
Si en un lugar en particular se revela esta prepotencia es, como decimos, en la escena con los artistas.
La prepotencia es la causa y el origen del fracaso artístico de todos y cada uno. Todos esos artistas son conscientes de que la sociedad no ofrece oportunidades y que nunca ha de conseguir nada en la vida. Su reacción, entonces, es envanecerse. Dolerse en silencio, abandonar con rabia sus pretensiones y morir de dolor.
JUAN.
Juan, el otro hermano, es víctima de la misma situación social. Una dictadura gris y mediocre que ha convertido a la gente en meras hormigas dominadas e insignificantes.
Precisamente aquello que se crítica del comunismo, que iguala la gente y anula al individuo, es lo que, paradójicamente, se produjo tras la guerra civil en la dictadura de Franco. La gente sentía que no había futuro. Por lo menos futuro individual y menos aún en el campo artístico.
Laforet refleja una sociedad primaria que se estaba recuperando de los bombardeos. Intelectualmente primitiva.
Así, Juan es otra de las caras de esta alegoría. En este caso representa al artista sin calidad que envidia al artista con cualidades.
LA GUERRA CIVIL EN “NADA”
Dos hermanos peleados, izquierda y derecha. Dos mundos artísticos enfrentados. Hermanos porque aquella fue una guerra fratricida. Dos ideologías enemigas, pero ambas víctimas y verdugos una de otra. Víctimas ambas de la otra parte. Y ambas culpables, ninguna es inocente.
¿Juan representa a la izquierda y Román a la derecha? ¿Representa Román a la derecha y Juan a la izquierda? ¿Ambos son de derechas? Da igual. El lector recibirá idéntica sensación de mediocridad y penuria espiritual en ambos. Juan y Ramón, y la sociedad burguesa en decadencia de Barcelona.
LA BURGUESÍA CATALANA
Y en otro plano del mismo escenario, surge una sociedad en apariencia más fresca pero que sufre las consecuencias del viejo enfrentamiento. Una juventud burguesa por un lado vital, por otro lado mendaz, por otro inconsciente, vulgar. Una burguesía dispar y multicolor, con su representante en la amiga de la protagonista. Una trepa inconsciente.
¿UNA BUENA NOVELA, POR TANTO?
Curiosamente, al analizar esta novela, con todos estos elementos a la vista, parece mejor de lo que luego, cuando se lee, se comprueba.
Porque, pese a todo esto, Nada de Carmen Laforet es una novela aburrida que no despierta ningún interés.
NADA, UNA HISTORIA SIN HISTORIA.
Y es que Nada de Carmen Laforet, es una historia sin historia. O, por mejor decir, una historia muy breve en su desarrollo que no intriga.
Es un enigma alargado en el tiempo narrativo de una manera innecesaria.
Como aventura, daría para un cuento: un retrato de la burguesía catalana en decadencia, la llegada de una muchacha a estudiar a Barcelona, que se aloja en casa de unos familiares. Descubrirá que se trata de una casa de locos, con dos hermanos enfrentados, una hermana beata insoportable radicalizada y una viejecita que protege a los dos indeseables. Gente desagradable donde la protagonista sufre esa incómoda situación.
Aguanta y soporta estoicamente desde su inocencia y su perplejidad la maldad de aquellas gentes. Su único consuelo es una amiga, vital, muy diferente a su familia, que le proporciona unas gotas de alegría a su sufrimiento.
Y ya está.
¿QUÉ LEER CUANDO LEEMOS NADA, DE CARMEN LAFORET?
Todo el grueso de la novela, en diferentes escenas, son descriptivas. Lo que aporta es una descripción interior, no una narración. Son muestras de esa situación de frustración. Son escenas que más que narrativas son expresivas de personajes y momentos.
EL ASPECTO FORMAL
Carmen Laforet se preocupa de pulir hasta el extremo con metáforas y adjetivaciones una narración densa y profusa. A unos puede emocionarles pero que en otros origina el letargo. Provoca letargo en lector que busca “la historia” y ve que ésta se ralentiza.
Porque la novela no tiene hechuras de novela, sino de cuento. No avanza para un lector del siglo XXI. Dedica un veinte por ciento a la historia (los amores con Rómán y la burguesa… poco más) y un ochenta al “relato interior” y a la descripción (el radicalismo de la que se mete a monja, el paseo con ella, su carácter, Ramón y su habitación y sus frustraciones, su desprecio, la reunión de artistas)
La aventura, aunque existe, no se nos “revela”, (los amores de la beata con don Jacinto, los negocios estraperlistas de Román, el triangulo amoroso Gloria-Román-Juan, la venganza de la joven burguesa en nombre de su madre…) Todo se da muy de fondo, difuminado, sin potentes perfiles.
Es un tipo de novela descriptiva al modo en que por ejemplo Charles Bukowsky nos cuenta vivencias. Pero no sé por qué, tal vez sea la negatividad de Nada, lo que provoca que digamos “basta ya”.
Y a diferencia de Bukowsky, el autor estadounidense, Laforet no usa la historia para hacer el viaje interior. Directamente, se sumerge en el viaje interior dejando en segundo plano la historia.
EL EFECTO PSICOLÓGICO DE LA NEGATIVIDAD EN LOS RELATOS DESCRIPTIVOS.
A diferencia de Bukowsky que, al desarrollar el estilo de novela de anécdotas, descriptiva y sin finalidad, se vale de ese nihilismo, esa libertad, ese anarquismo vital y esa socarronería de fondo para entretenernos, Laforet llora.
Porque cuando leemos Nada, de Carmen Laforet, vemos a una autora que se lamenta. Pese a que Andrea es vital y parece sobrevolar el cieno en el que vive, la autora no. La autora finge volar con Andrea, pero se recrea en el barro triste de las descripciones con su fotografía en movimiento de aquel mundo.
Porque cuando leemos Nada, leemos el ánimo, el espíritu, negatividad con que está escrito un texto. Y Carmen Laforet se sumerge en una negatividad que puede confundirse con la sensibilidad o al revés, una sensibilidad que esconde tristeza, pesimismo. Retrata un mundo sin futuro. Todo ello, en una novela tan larga, que te deprime. Y eso hace que, muchos lectores, rechacemos “Nada” y la veamos como una novela triste.
EL RITMO EN NADA, DE CARMEN LAFORET
Y todo se desarrolla de una manera lenta, con demasiadas páginas para contar siempre lo mismo y con pequeñas subtramas como su posible noviazgo con otro de los muchachos… La negatividad hace más lento el desarrollo.
LA MUJER EN NADA
Carmen Laforet muestra el machismo y la soberbia del hombre frente a la mujer en aquellos tiempos. El modo en que la mujer sufre y aguanta aquellas situaciones en esa época. Es triste, pero ¿conmueve tanta tristeza?
En un siglo, el nuestro, donde tomamos decisiones y las mujeres son más libres, parece que Andrea no quiere salir de ese mundo. No se rebela. No puede, es cierto, porque su época no es la nuestra. Pero nos pone nerviosos que no lo haga, pese a todo.
¿CONMUEVE NADA DE CARMEN LAFORET?
¿Conmueve entonces Nada, de Carmen Laforet?
Sinceramente, depende de quien lo lea. Si es usted una persona sensible a los problemas de los demás, si usted por naturaleza se inclina a dolerse del mal ajeno, probablemente se conmoverá y Nada le parecerá maravillosa. Pero será por su predisposición al servicio a la sociedad para el que orgánicamente está programado, no porque Nada use recursos narrativos para conmover.
Si usted no es de ese tipo de individuos o individuas o individuxs “generosos por naturaleza”, probablemente necesite que la narrativa utilice algún tipo de truco para conmoverle, algo más que la simple descripción de ese mundo cerrado, para que usted se sienta herido.
Y a este respecto, Nada no usa ningún “truco narrativo” para que usted se duela.
NADA, DE CARMEN LAFORET. UNA NOVELA DE SU TIEMPO.
Nada dolía por sí misma en tiempos de la represión franquista. Si usted cree que seguimos en ese estado de frustración, sobre todo femenina, ante un patriarcado imperante y violento, tal como la moda plantea, usted se seguirá conmoviendo, si es que se ha sensibilizado ante tal propaganda.
Pero si usted vive en el siglo XXI con todas sus circunstancias. Si usted es consciente de que los asuntos machistas y de igualdad de oportunidades ya no son tan graves ni condicionan significativamente el sentir social general y si usted vive en una sociedad libre que admite todo tipo de identidades, costumbres y formas de vida como creo que, en general vivimos, Nada habrá pasado a ser para usted una novela histórica que ha perdido su referente social.
NADA LEÍDA EN EL SIGLO XXI
Ya no nos conmueve porque su tiempo ha pasado. No conmueve porque los dramas que cuenta ya no existen (a no ser que usted crea en la resurrección de tales fantasmas tal como hoy se pretende).
Y no nos conmueve porque las escenas se prolongan demasiado sin usar recursos que te atrapen.
Bien nos pudieran haber conmovido si fueran más cortas y anecdóticas las escenas o si no se empeñara tanto Laforet en ese tono triste. O si toda la historia de Nada fuera un cuento de veinte o treinta páginas como los que escribía otra Carmen, Martín Gaite.
La historia de Nada no da para más.
OTRA NOVELA TRISTE PERO EFICAZ, LAS CENIZAS DE ÁNGELA
Para verlo con más claridad, me remito a otra novela que analizaremos en esta web en un futuro probablemente, “Las cenizas de Ángela” de Francis McCourt, donde el autor de origen irlandés “fotografía” la situación dramática de su país en el primer tercio del siglo XX, pero con un dinamismo del que carece la autora catalana. Precisamente debido a que, como Bukowsky, se entrega a narrar historias, breves, claras, entretenidas con inicio, nudo y desenlace. Laforet, por el contrario, realiza una “fotografía interior sin movimiento” mucho menos eficaz. De McCourt, el lector entresaca el drama. Laforet revela el drama sobre la historia. Laforet, por tanto, conmueve menos qe McCourt. No sé si me he explicado.
IMÁGENES Y METÁFORAS
Las imágenes y metáforas, algunas atractivas, otras discutibles, navegan en las difíciles aguas entre la sensibilidad y la “sensibelería” en Laforet. Ajenas además al moderno contraste con la imagen sarcástica que ayuda a revitalizar la imagen poética, como se hace hoy -como hace Bukowsky. La falta de humor en Laforet también es un lastre para la agilidad de Nada.
CONCLUSIÓN
Recrearse en ese dolor, en esa injusticia durante tantas páginas, lo soporta un lector rápido o un lector que goza con las novelas lentas, que todo hay en la viña del señor. Pero desde el punto de vista narrativo, quien busque aventura e historia, se aburrirá.
Lo que le ocurre en sus relaciones tanto con Elena, como con la familia, como con los habitantes de la calle Aribau. Así como el empeño de Carmen Laforet en decorar todas esas tragedias con un espíritu poético sublimado de la protagonista, perplejo, inocente, dolorido, de metáfora exquisita. Nos aporta nada más que eso, paisaje más que narración. Paisaje interior.
Que está bien, pero para cierto tipo de lectores. Cuidado los que busquen historia. Bostezarán.
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