Medusa Mérida
Viene Medusa al teatro Romano y yo me quedo de piedra. Tal vez la leyenda griega más espectacular que existe y que todo el mundo recuerda por su visualidad, con esa mujer de cabellos de serpiente que petrificaba con su mirada. Alegoría de la mujer sexual que embelesa y no deja títere con cabeza, por su belleza o por su personalidad, sobre todo entre los hombres.
LA CONDICIÓN HUMANA.
Pero más allá del mito griego y su simbología, Medusa se nos presenta en el espectáculo de Victoria Abril como reflexión sobre la condición humana. Una mujer que repasa su papel en la historia y su condena como monstruo universal. Recapacita sobre los monstruos y los héroes, sobre las apariencias y la verdad oculta, escondida, o ignorada, o reprimida, o prohibida, o negada detrás de los clichés. O todo junto. A Medusa se la conoce por los tópicos que le han hecho famosa y se revela contra ellos. Intenta convencer a su asesino y al respetable de que los héroes no son tan héroes, ni los monstruos tan monstruos. De que la sociedad está corrupta y simplifica; construye una historia a su medida que nada tiene que ver con lo que ocurrió en la realidad.
GUARDAR SILENCIO.
De todo eso trata el texto de Medusa, con José María del Castillo como director y guionista. Trufado, además, de unos ejemplos anacrónicos referidos a cómo tratamos a nuestros seres queridos, reprimiéndoles e impidiendo que sean lo que ellos quieren ser. Los obligamos bajo el influjo de nuestro poder en la sociedad, en la familia, para que callen lo que no es conveniente y se conviertan en otra cosa, cuando lo que verdaderamente somos resulta políticamente incorrecto.
DERECHAS E IZQUIERDAS.
Y el público, tanto derechas como izquierdas, aplaude, le gusta y se creen víctimas, porque el mensaje funciona en ambas direcciones. “Los otros reprimen, manejan la verdad oficial, solo yo conozca esa verdad que no puede decirse”. El mensaje satisface a todos. La derecha tiene que callarse ciertas opiniones y ser moderada para no ser tachada de facha, y por tanto la derecha es el lado de la historia reprimida, de que Medusa habla. Pero, no. Es la izquierda. De igual modo, la izquierda debe reprimir sus opiniones para no ser tachada de fanática. Es la izquierda a quien se refiere Medusa. Le ordena callar el sistema y, por tanto, es ella la reprimida.
El mensaje satisface a todos.
TODAS LAS IDEOLOGÍAS SON VÍCTIMAS, TODOS LOS TEMAS TIENE EL MISMO PROBLEMA.
Lo mismo ocurre con la religión y con todo. Nos sometemos los unos a otros. Así, acabamos por no debatir, porque debatir es discutir con violencia. Porque yo soy considerado el malo. Porque los demás están dispuestos a convertirnos en enemigos simplemente por el hecho de descubrir en nosotros una opinión contraria.
Tanto unos como otros, de ambas ideologías, y de ideología medio pensionista, de ambas posturas, en religión, en crochet, en fútbol, en lo que sea, todos nos consideramos “los agredidos”. Somos “los reprimidos” por la sociedad imperante, los que tenemos que callar, los que pecamos si nos salimos del carril. Somos los buenos, las víctimas. Pero ¿qué carril está de moda?
Resulta muy gratificante ser la víctima. Eres el bueno si eres la víctima. Ser víctima y estar “en el lado correcto de la historia” es lo mismo. Es lo mismo ser “la víctima” y ser “el bueno”. Y tiene su compensación psicológica, qué duda cabe.
PERO ¿QUIÉN IMPONE EL CARRIL?
El caso es que siempre pecas de algo cuando expresas tu opinión.
Monstruos que no son del todo monstruos. Héroes que no son del todo héroes. Una realidad y una verdad que no se pueden decir. Cada uno tiene la suya, su realidad y su verdad, y las ve de diferente forma. Pero todos deben callarla.
Y junto a este problema, los poderosos imponen su criterio. Pero ¿quiénes son esos poderosos? Los que dominan el relato, pero ¿de quién es el relato? Los fuertes deciden cuál es la verdad. Pero ¿quiénes son “esos fuertes” que imponen y reprimen hoy día, y cuál es esa “verdad” que se impone a opiniones contrarias? Para la derecha es la izquierda, la ideología que impera, está claro. Para la izquierda es la derecha, los que siempre han dominado el mundo. Ambos se sienten víctimas reprimidas por un poder superior. Y el poder lo ostenta “el contrario”, el “moralmente inferior” a quien “hay que vencer y someter”… si se puede, claro. Sin darse cuenta que ambos son víctimas y verdugos a un tiempo.
DE LO IDEOLÓGICO A LO HUMANO.
Además, egocentrismo, y el dolor que produce todo eso. Los traumas personales, Perseo defendiendo a su madre y mostrándose débil. Un héroe que en realidad es débil. El diálogo como arma que resta fuerza al héroe. El diálogo que todo lo puede pero que nada puede, porque el diálogo es imposible, porque todo está decidido. Decidido por el relato.
Eso intenta Medusa con Perseo, sin lograrlo. La realidad creada por una sociedad polarizada, que convierte a Medusa en monstruo que ataca, que no puede librarse de su maldición y Perseo, héroe liberador que no puede librarse tampoco de su papel salvador. Y el diálogo es la primera víctima que cae a manos de este conflicto universal.
Eso es lo que nos vino a decir Medusa y es de agradecer que, en un espectáculo tan intenso a todos los niveles, formales y de fondo, como el que se ofreció este año en el Festival de Teatro Clásico de Mérida, salgamos con la cabeza llena de sustancia, además de los ojos llenos de brillo de la espectacularidad ofrecida.
MEDUSA UN ESPECTÁCULO VISUAL ENTRETENIDO.
Vayamos ahora al aspecto formal. Les remitiría a mi artículo anterior sobre Edipo, donde emprendo una reflexión acerca de los secretos de la puesta en escena y de los recursos que deben aparecer para que la obra no sea un fiasco. Les recomiendo, sí, que se lean el post si están interesados en los resortes teatrales, pero se los resumo aquí y destaco Medusa como ejemplo de dichas características.
RESUMEN DE RECURSOS PARA UNA OBRA DE TEATRO DEL SIGLO XXI
AFECTAN AL OÍDO
Música, ya sea grabado o no (un coro, una cantante lírica, —Ruth Lorenzo en el caso de Medusa—), juegos de sonido y hit cinematics, danza amenizando la historia y en relación con ella. Efectos de sonido. Distorsiones de voz. Variedad de tonos en las intenciones de la interpretación e introducción del humor y anacronismos, ruptura de la cuarta pared…
AFECTAN A LA VISTA.
Interpretaciones con las que se intenta empatar y conmover. Personajes contrastados unos con otros. Danzas y mimaciones. Figurantes que rellenen, completen y muevan la escena y además sirvan como decorado en movimiento, apoyando y enriqueciendo la escenografía. Decorado fastuoso y original. Efectos de luz. Proyecciones de vídeo. Acceso de los actores al patio de butacas o lugares imprevistos del escenario, juegos de altura y muchos más recursos en los que pueda pensarse son los que garantizan el éxito de una puesta en escena. La riqueza de cada uno de estos recursos depende la vistosidad y en parte también de la inteligencia, que no es lo mismo. Medusa Mérida
VISTOSIDAD, INTELIGENCIA O AMBAS COSAS.
Una puesta en escena puede ser muy vistosa, pero no despertar la mente del espectador a la sorpresa y originalidad de dicha propuesta y, por el contrario, otra obra, menos vistosa visualmente, puede usar recursos y valerse de materiales que hagan al público exclamar y juzgar que dicho efecto en su planteamiento es mucho más jugoso y sorprendente que otro más suntuoso.
CONTRASTE DE PERSONAJES EN MEDUSA.
Medusa se llenan de contrastes. El héroe joven y musculoso es muy distinto a la madurita Victoria Abril y, como tercer personaje en discordia, la diosa Atenea. Los tres marcan las pautas del conflicto: Un joven y una madura, un hombre y una mujer, un héroe y un villano, un gladiador y una sacerdotisa… un superhombre débil y una engendro dialogante. En resumidas cuentas, personajes contrastados. Medusa Mérida
LA INTERPRETACIÓN.
Hay que reconocer que Victoria Abril da el fenotipo. Con esa imagen corporal y esa voz, junto con el concepto que tenemos de ella de mujer “en su sitio”, de fuerte personalidad, es ideal para este personaje de Medusa, que requiere unos gestos y actitudes de rata pela, que para ella, sin duda, son fáciles de mostrar.
Con hallar un actor musculado y joven bastaba, pero hay que reconocer que Adrián Lastra lo hacía muy bien.
El contraste se halla en un guion que mostrara un héroe débil y una villana comprensiva y dialogante.
EL HUMOR.
Otro recurso es el humor. Aunque el libreto no remataba los chistes, tal vez por prudencia, dichas gracietas procedían de un lenguaje hasta cierto punto anacrónico y coloquial. Rematarlos con mayor contundencia y descaro hubiera sido la guinda del pastel.
Mariola Fuentes en el papel de Atenea, junto con las observaciones de Medusa rompiendo la cuarta pared y dirigiéndose al público, eran las que mayor carga de humor, si puede llamarse así, tenían. Pero eran “chistes interruptus” que no remataban. Un giro de tuerca verbal, un chascarrillo más ingenioso en el remate de la observación faltaba. Pero, aun así, aceptamos humor como animal de la compañía Pentación Espectáculos y Coribante Producciones. Medusa Mérida
MÚSICA EN DIRECTO. EL CORO.
Aunque parte de la música era en directo y parte empastillada, la mezcla era perfecta. No se notaba una y otra. El coro de Cámara de Extremadura, así como las canciones de Ruth, dieron un aire épico a Medusa. Los intérpretes complementaban los cuadros dialogados por momentos, y se hicieron cargo de otros en exclusiva, en una variada y enriquecedora puesta en escena.
La composición de Alejandro Cruz Benavides nos recordó aquellos tiempos de la Grecia clásica.
De vez en cuando, la música empastillada crecía en intensidad. Se adornaba con hit cinematics que incrementaban la tensión. Tensión complementada por las luces. Medusa Mérida
MÚSICA Y SONIDOS.
Otros sonidos enriquecían y daban variedad a la puesta en escena: la voz distorsionada de Poseidón, dando la sensación, en este caso, de que era un verdadero ser superior, divino e insuperable. Y portaba un tridente. Su apostura. Y subido a la cabeza de una serpiente. Todo junto producía ese efecto de grandeza que requiere un Dios villano como Poseidón. Medusa Mérida
LAS LUCES. Medusa Mérida
Luces que apoyaron las escenas con apagones y otros efectos, que pasaron desapercibidos y que, sin embargo, estaban allí, demostrando que eran bien utilizadas, puesto que no se notaban. Esa es la función de los efectos lumínicos, apoyar las escenas, pero que pasen desapercibidas. Que no se conviertan en protagonistas. En este sentido, una luz constante azul de fondo iluminaba las columnas de la fachada escénica, la scaena frons. Medusa Mérida
JUEGO DE ALTURAS
Como las alturas son un elemento importante, sobre todo en espectáculos al aire libre y con vocación de gran evento majestuoso, en esta edición número 70 hemos asistido en el teatro Romano a obras como “La Paz” de Francisco Nieva, que juega con una estructura metálica desde donde hablan los personajes subidos a ella. También lo hemos visto en obras del María Luisa, como “Monstruos, el prodigio de los dioses” y actores subidos a módulos, “Coriolano”, con actores subidos a una mesa e incluso con “Edipo” con actores que mueven marionetas que se elevan en el aire. Medusa Mérida
En el caso de Medusa, Perseo sube a la cabeza de una serpiente y Poseidón hace lo propio sobre la cabeza de otra serpiente, a mano derecha y mano izquierda, respectivamente, produciendo el mismo efecto de variedad visual con actores arriba y abajo. De sube Ruth e incluso se sube “la Abril”.
LA ESCENOGRAFÍA.
Una escenografía sencilla, minimalista, que no agrede al espectador con su complejidad, pero que, a la vez, se muestra suficiente, se adapta a la temática y constituye a la par una sorpresa estética para espectador. Tales son las virtudes que definen aquellas serpientes gigantes que se levantan del suelo en diversas actitudes. Módulos, al fin y al cabo, de un metro cuadrado de ancho. Varios módulos que crean una imagen estética de buen gusto.
ESCENARIO EN MOVIMIENTO.
Una escenografía en movimiento. El decorado representa unas serpientes. Completarán su visualidad con la aparición de los figurantes guerreros moviéndose entre los cuerpos y cabezas de aquel decorado, dando la sensación de que se mueve. Visto de lejos, como me tocó verlo a mí, en su conjunto, el efecto es fabuloso. Mientras los actores se arrastran con movimientos serpenteantes se produce el diálogo. Se arrastran y retuercen en una mimación dancística y lenta, imitando a las serpientes, dando la sensación de que Medusa ataca, dándole un sentido y añadiendo visualidad al perfil del personaje.
Danza y mimación son cosas distintas, pero ambos recursos aparecen en Medusa.
VESTUARIO. Medusa Mérida
En relación a la estética visualidad, parte la aporta el vestuario, así como la estética, maquillaje y adornos. El casco con que Atenea aparece en las esculturas griegas, con ese penacho de gallina. Capas y añadidos vaporosos de colores intensos, en el caso de Ruth Lorenzo, con sus uñas largas. El maquillaje de Victoria Abril como Medusa. El cuerpo, atlético y desnudo de los gladiadores para la que se ha creado un vestuario para la ocasión. Y el coro, que forma un conjunto estético, todos iguales, con esos gorros y túnicas de sacerdotes antiguos. Una estética también en el vestuario que contribuye a la visualidad de Medusa. Medusa Mérida
MUCHO MÁS.
Muchas más características hay en la representación de Medusa, que se vio en el Teatro Romano de Mérida.
Podrá gustar más o menos. Podrá sugerirse que el Festival de Teatro Romano no responde con rigor a la representación de clásicos de su tiempo. Pero la escasez de textos que nos han llegado y la categoría como evento turístico internacional que ha adquirido Mérida con su Festival obliga a que las propuestas sean muchas y variadas, y necesariamente tiene que salirse de los márgenes estrictos de un bagaje clásico inexistente y a disposición, y jugar con las versiones u obras de nuevo cuño y justificarlo en la libertad creativa y las nuevas perspectivas que se dan en el teatro moderno. Solo así el Festival puede llenarse de propuestas, aunque no responda del todo a su nombre. Pero, en contrapartida, nos divertimos con estos espectáculos grandiosos que se dan en el Teatro Romano. Una obra exitosa más de esta edición número 70. Esperemos a Ifigenia y Tiresias, a ver que nos ofrecen.
Pero si tienen bien haber llegado hasta el final de este artículo y tienen entradas para asistir a alguno de los dos espectáculos que quedan, o a uno de ellos al menos, les invito, —si no lo saben ya— a que conserven fresco esto que digo para observar como la puesta en escena también de Ifigenia y de Tiresias, aunque aún no conozco, contiene recursos similares e igualmente variados. Compruébenlo, enumérenlos y luego me dicen. O si no ya les diré yo lo que veo. Medusa Mérida
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