Las asambleístas, las que tropiezan. Edición 69 del Festival de teatro clásico de Mérida.
Vengo entusiasmado con esta versión de Las Asambleístas, de Aristófanes. Versión modernizada, como casi todas las que se representan en el Festival de Teatro Internacional de Teatro Clásico de Mérida, de La Asamblea de las Mujeres, de Aristófanes, que acierta en todos los aspectos. Empezando por el libreto y acabando por el guion, la puesta en escena y la actuación de las actrices.
EL VERSO EN EL LIBRETO DE LAS ASAMBLEÍSTAS, LAS QUE TROPIEZAN.
El libreto es de nuevo cuño. Escrito en un verso fresco y bien medido. Los acentos versales están en su lugar. No falla uno, no chirría uno solo, no se fuerza ni la frase ni la palabra. Produce ese efecto tan típico de las comedias del Siglo de Oro de estar asistiendo a un discurso veloz, bien trabado y espontáneo, que se deja escuchar. Pero es que, además, José Troncoso consigue que la frase sea sencilla, dinámica y breve en todos y cada uno de esos versos.
El uso de la frase coloquial, de la muletilla al uso de estos tiempos, los dichos, las expresiones, transmiten naturalidad y se insertan como piezas de un puzzle bien trabado, bien pensado, en el verso, entre ritmos acentuales con cadencia consonante.
Un ritmo bien trabado que nos llega como una música suave que va fluyendo durante toda la obra.
OTRAS VIRTUDES DEL LIBRETO DE LAS ASAMBLEÍSTAS, LAS QUE TROPIEZAN.
Pero hay otras virtudes en Las Asambleístas, las que tropiezan, como es la limpieza de la estructura, también armoniosa, con que se transmite el mensaje.
Una obra que se divide en cuadros o entremeses bien engarzados unos con otros, puesto que todos inciden en la misma temática.
Pero es que, además, cada uno de esos entremeses o cuadros tiene un inicio, un nudo y un desenlace muy plástico, expresivo y colorista, que llama la atención, que se nos da de manera muy llamativa y vistosa en su forma de exponerla.
El punto de vista, con ser conocido, incluso manido, siempre busca el lado más visual para que se nos quede grabado.
AYUDAN LOS PERSONAJES Y LAS ACTUACIONES DE LAS ASAMBLEÍSTAS, LAS QUE TROPIEZAN.
Se une al verso fluido y bien trabajado, a las expresiones coloquiales. Incluso expresiones chuscas. Y las buenas actuaciones de Silvia Abril, Gabriela Flores, Olga Hueso, Pepa Rus, Maribel Salas y Pepa Zaragoza. Éstas seis mujeres convierten su cuerpo, sus expresiones, sus registros de voz y sus movimientos en una fiesta. Una fiesta bien medida que se adapta como un guante al mensaje que transmiten.
La sencillez de cómo se plantea el inicio, en nudo y desenlace, fáciles de entender, contribuye al excelente resultado que pude disfrutar el día 5 de julio en el teatro Romano.
ADAPTACIÓN LIBRE DE ARISTÓFANES DE LAS ASAMBLEÍSTAS, LAS QUE TROPIEZAN.
Nos cuenta José Troncoso que le sorprendió el texto original. Mucho más machista que el resultado visto el miércoles. Tuvo, por tanto, que dejar de lado lo que escribió Aristófanes para reconstruirlo en forma y fondo. De tal modo, que no queda de ello ni el recuerdo del original.
Pocas obras hay del teatro clásico que se sostengan integras hoy día, cuando estamos incluso en un periodo de revisionismo de películas y libros clásicos del mismísimo siglo XX cuyo mensaje “no gusta”, por no adaptarse a la nueva moralidad de los nuevos tiempos.
Podríamos decir que los textos de hace 2000 años son como los restos arqueológicos que aparecen un pueblo perdido de la Hispania Romana (una piedra por aquí, lo que parece ser un trozo de un patio de butacas por allá…) y que debe ser revisado, actualizado y reescrito desde su base, no al modo de cómo estaban en su tiempo, sino con otra estructura. Eso se hace hoy con los textos clásicos. En parte porque han perdido su vigencia y su capacidad de entretener, con el paso del tiempo, en parte por su “moralidad”, la “ética” que transmiten. Lo cual redunda positivamente en poder seguir disfrutando de ellos, aunque ya no sean los mismos, ni por asomo.
Queda el nombre y el título de la obra, pero no mucho más. Porque todo lo que se sube a las tablas hoy día es y debe ser adaptación. Lo cual está bien, pero nos invita a reflexionar sobre el sentido último de estos festivales de teatro antiguo.
EL MENSAJE DE LAS ASAMBLEÍSTAS, LAS QUE TROPIEZAN.
Abrumados por el mensaje feminista que se nos transmite una y otra vez desde los textos teatrales y las películas, Las Asambleístas, las que tropiezan, viene a unirse al coro políticamente correcto del papel de la mujer en la en la sociedad. Y no está mal. Estoy de acuerdo. Me descubro feminista en este sentido. Aunque ya cansa el monotema.
Será necesario, (y no será bastante) repetirlo de una y otra vez, insistir una y otra vez. De acuerdo, por descontado. Pero no me van a negar que abruma escuchar lo mismo una y otra vez, en las distintas obras a las que asistes.
UN MENSAJE TRANSMITIDO CON CALIDAD Y SENTIDO COMÚN.
El autor, José Troncoso
Por fortuna, estas Asambleístas, las que tropiezan, nos ofrecen calidad en su propuesta, desde el libreto, el verso, pasando por la limpieza de los distintos cuadros, las actuaciones, el desenfado, el humor y la agilidad física y verbal. De tal modo que nos hacen muy digerible el mensaje de siempre.
UNA VUELTA DE TUERCA, TAMBIÉN CONOCIDA.
Pero el mensaje feminista de Las Asambleístas, las que tropiezan, nos ofrece un punto de vista diferente, aunque también conocido. Aunque el hombre es representado como un bruto con bigote, parodiándole mediante ese aire de farsa, ridiculizador, de vodevil, se hace hincapié en un tema más difícil de resolver. Este punto de vista puede llegar con mayor eficacia al espectador que el resto de los aspectos machistas. Me refiero a micromachismo cultural de la mujer, que asume como propio la cultura tradicional, y al micromachismo también incrustado en la conciencia masculina, aún, y que se aprovecha de este modo de pensar femenino.
TEMÁTICA EN LA ASAMBLEÍSTAS, LAS QUE TROPIEZAN. MOSTRAR Y DECIR.
EL MICRO MACHISMO Y LA MUJER MACHISTA.
Aunque se abordan temas como el acoso sexual, la violación, las relaciones tóxicas de pareja, el techo salarial, la libertad de indumentaria, costumbres, sexual, el derecho a elegir, la liberación económica y de obligaciones en el hogar y como madres, en cada sketch se hace referencia la tendencia de la propia mujer a seguir sometida a estas perniciosas costumbres. Diciéndolo y mostrándolo. Mostrándolo, como es propio de la narrativa teatral, que muestra la idea con ejemplos, pero también diciéndolo, a modo de discurso, cuando la asambleísta da un mitin, aprovechando el entorno «legislativo» de la obra.
RECEPTOR DEL MENSAJE.
El machismo aún subyacente en la forma de ver el mundo de la mujer, puede calar en el público que va a ver esta función y otras muchas. También en los hombres que acuden al teatro y que pueden conservar aún en su bagaje de costumbres reminiscencias machistas . A estos sí que les puede llegar el mensaje. Hace bien José Troncoso en afrontarlo de este punto de vista.
Más difícil es que ese hombre cavernícola, simplificado, convertido en parodia de sí mismo abra los ojos a las lecciones que unas actrices imparten, disfrazadas con unos vestidos rosas muy femeninos, pero ridículos. Difícil será abrir los ojos a quienes jamás acuden al teatro o a un acto cultural cualquiera. Bastante tienen esos «señores» con censurar obras de teatro y banderas desde sus concejalías como púlpitos, Esos no pierden el tiempo con la tontería esa de la cultura.
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