¿La gente se miente así misma o miente con intención? «Yo tuve un abrigo amarillo, tengo fotos». Yo conozco a Paula desde niño y nunca tuvo ese abrigo ni fotos de él, pero habla como si hubiera existido. «Tu padre tenía mucha gracia». (Sus chistes eran malísimos, pero después de muerto es un cómico). ¿Cómo es posible que suceda esto? Julio es hoy un ignorante aunque ayer fue sabio. Ocurre en los dos sentidos.
A fuerza de mentir, mientes tanto que acabas careciendo de verdad, pero como necesitas una verdad para vivir, acabas creyéndote tus propias mentiras.
Y decoramos la realidad para sentirnos importantes, para caer mejor, porque el prestigio de ciertas ideas, aunque no creamos en ellas, es mayor que el de otras ideas más impopulares. Se miente porque la mentira es más cómoda de decir, porque es gruesa, porque toda mentira suele ser simplona y toda verdad compleja y es más difícil explicarla, porque tiene matices.
La verdad tiene matices, la mentira no.
Se miente porque tus complejos te han hecho ver de otro modo. Se miente porque nuestras propias palabras son confusas y nos engañan hasta a nosotros mismos, reconstruyendo, queriendo o sin querer, según informamos a los demás. Matamos a nuestro abogado del diablo interior y eliminamos de la memoria la parte que nos molesta. Deseamos un abrigo amarillo que nunca tuvimos y pervertimos el pasado conscientemente. Amamos a nuestro padre y nos parece que fue un tipo divertido. Ahora Julio es del partido opuesto y le llamamos tonto.
Y las palabras y la realidad que decimos sobre él, se van acoplando al entorno que nos obliga. Porque si decimos que era listo, «los nuestros» nos despreciarán. Hay que llamarle tonto para defender nuestra posición en el grupo, aunque sea una posición imaginaria. Que cada cual se coma esto como quiera, pero ocurre: nos miran con suspicacia y transformamos nuestra opinión por miedo a resultar indeseables, torpes, ignorantes o quién sabe.
La masa aplasta. Tal vez Julio no era un enemigo, tan solo no se definía pero no definirse es ser enemigo. Por eso Julio aquí es sabio y allí tonto, igual que el soso se convirtió en gracioso y apareció un abrigo. Y por evidente que sea la verdad, es la mentira quien mueve a la cólera a las masas, porque es sencilla. Y nos creemos cosas que sabemos que no existen y eso condiciona nuestro voto y nuestras decisiones.
Publicado en prensa de papel (La Voz del Tajo- Talavera de la Reina) el 1 de marzo de 2016)
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