Iconos o la exploración del destino

Moises de las Heras

13/07/2024

Análisis de El Brujo como actor y de "Iconos o la exploración del destino"

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Análisis de El Brujo como actor y de "Iconos o la exploración del destino"«Iconos o la exploración del destino» es la nueva propuesta que nos trae Producciones El Brujo al Festival de Mérida. Según cuenta el programa de mano, ésta es la tercera parte de una trilogía que comenzó con “Esquilo, nacimiento y muerte de la tragedia” y continuó con “Los dioses y Dios. «Iconos o la exploración del destino» es la tercera.
Más allá de los datos, de todos conocidos, cabe destacar la presente representación como una de las mejores que he visto del Brujo en el Festival. No recuerdo qué dije de “Los dioses y Dios” (Pueden encontrar el artículo en esta misma web literaria). Recuerdo que no me entusiasmo. Luego comentaré algo respecto a ello. O lo voy a hacer ahora, sin más dilación. Porque creo importante afrontar, en primer lugar, la labor del crítico en teatro y la opinión que emite sobre las obras que ve, para relativizar sus (mis) palabras.

LA LABOR DEL CRÍTICO TEATRAL.

Pudiera ser que el crítico tenga un mala semana. Que esté cansado. Que acuda al teatro desganado, pese a haber adquirido su entrada con antelación, pero llegado el día, no… no le apetezca precisamente ver ese día la obra. Ni hacer la crítica. Mas vale entonces que se abstenga de hacerla, pero cometió la imprudencia de no resistirse. O puede también quizás que el autor/actor maneje un texto que no le ha salido del todo bien, como pudiera suceder. Que estuviese en baja forma hace un año o dos a esa hora, con “Los dioses y Dios”. Pudiera ser que El Brujo no estuviera entonces en forma y la adrenalina no fluyera. Sí, pudiera ser que ni el crítico ni Rafael Álvarez tuvieran el día.
O puede que el crítico tenga razón y que la actuación fuera floja, que Rafael tuviera que defender un texto insuficiente, o vete tú a saber. O no resultó o no me dio la impresión de que resultara, por aquel entonces. Todo es posible.

Análisis de El Brujo como actor y de "Iconos o la exploración del destino"BUENA LIDIA EN “ICONOS O LA EXPLORACIÓN DEL DESTINO”.

Lo mismo puede decirse de la crítica que emprendo hoy de “Iconos o la exploración del destino”. Puede que yo me halle en estado de gracia y le sobrevalore. Pero veo que “Iconos o la exploración del destino” presenta a un Rafael Álvarez, el Brujo, en estado de gracia. De mucha gracia.
Rafael es un recortador del arte escénico. Un banderillero de banderillas falsas en su toreo de salón. Una ironía que no hace daño, pero que emite efluvios de libertad contenida, de ideas cultas y sin ataduras que suelta con precaución de empresario “every breath he take”. Rafael Álvarez se da la vuelta, pierde la cara al público y eleva los brazos al cielo pidiendo su oreja al respetable. Las dos orejas puede conseguir. Es un maestro. Un rejoneador con muchos años de experiencia, que conoce las triquiñuelas de los retintos, de los ensabanaos, de los jaboneros. De los burracos, los bragados, los rabicanos… Que se enfrenta público y lo conoce de cabo a rabo. Que sabe que el anacronismo funciona y funciona bien.

RAFAEL ÁLVAREZ, EL DIFICIL ARTE DE LA TRAGEDIA CLÁSICA.

Rafael Álvarez, El Brujo, te mete en el mito y la tragedia humorística en el cuerpo y parece que lo estás viviendo. Lo vives a ritmo de carnaval. Porque la tragedia es un género que pertenece al humor. Él lo dice y yo me lo creo.
El Brujo te atrapa, te lleva, te suelta, te rescata, te llama, te atrae, y sin darte cuenta han pasado los 100 minutos de rigor y acaba la corrida, ¡qué faena!, ¡Quisieras que hubiera durado 100 minutos más!

Análisis de El Brujo como actor y de "Iconos o la exploración del destino"UNA VIDA DEDICADA AL TEATRO.

Su trayectoria la avala. Una vida entera dedicada al arte de la puesta en escena, trabajándose mañana y tarde, noche y día, día tras noche, noche tras semana, mes tras año, de higos a higos, sin parar un minuto, el texto, los giros, los registros de voz, los cambios sorprendentes y radicales de su dicción.
Estudia a fondo el papel que le ha tocado o a elegido interpretar en esta vida. Porque de algo hay que llenar esta vida, ya que hemos nacido, antes de suicidarnos.
Asume y comprende, al igual que los personajes de la mitología griega, su destino como ser humano y lo asume como una persona que se ha travestido a sí misma en un personaje de teatro, en carne y hueso de escenario. A ello ha consagrado su existencia, a trabajarse con pulcritud su farsa, la farsa que le ha tocado vivir. Y lo asume con alegría.

CONTROL DEL PÚBLICO Y EL ESPECTÁCULO.

Pero sobre todo estudia al público. Lo tiene calado. Pillado. Aunque trompique o se acule en tablas, se muestre zeloso o se amorcille y se duerma, consigue que se entregue. Él ya sabe por dónde el toro va a arremeter. Y lo templa. Lo engaña. Lo sorprende. Le pasa la muleta por la cara, lo embragueta y le hace reír. Nos engatusa con un chascarrillo de su vida, con un comentario blanco que no ofende a nadie, en medio de esta realidad polarizada que vivimos. Y lo hace muy bien. Extraordinariamente bien.

EXPERIENCIA

Rafael Álvarez, el Brujo, ha dedicado toda su vida a este oficio, a esta profesión, a esta pasión, a este batiburrillo de recursos trabajados, y ya los suelta sin que parezcan aprendidos. Pero todo está medido. Hasta las aparentes improvisaciones. Incluso se permite el lujo de incluir un chiste rabiosamente actualizado, que ha ocurrido esa misma mañana, con lo cual la sensación de que improvisa es mucho mayor. Pero sabemos que El Brujo escribe y escribe bien, y en el texto que él mismo ha escrito reconoce sus propios recursos, que ha memorizado hasta la última coma. Escribe el texto para sí, para explotarlo él, y esa es la clave de su éxito. Sabe dónde meter esto, dónde meter aquello.

EN RESUMEN, CRITICA DE “ICONOS O LA EXPLORACIÓN DEL DESTINO”

Rafael Álvarez, el Brujo, ha hecho este año de “Iconos o la exploración del destino” un alarde de buen hacer y ha dado pleno al quince. Ha cantado bingo. Todo es más que perfecto. La frescura que no tenía “Los dioses y Dios”, por lo menos en aquella actuación que vi en su día, a mi parecer, donde ni él ni yo estábamos en plenas facultades, en “Iconos” se desquita.
“Iconos” es frescura y diversión por arrobas. Kilo y medio de comedia, “que nos hizo reír y disfrutar”, como diría un crítico más normalito y menos rarito que yo.
El texto es mejor, menos frío, más libre, más suelto, menos espesito. Tendría que revisar “Los dioses y Dios” para volverlo a juzgar. Ahí queda la crítica, de cualquier manera. Pero también queda ésta, para resarcir a Rafael Álvarez de lo que dije por entonces.
No es un histrión acabado. Le queda aún mucho por hacer, mucha tela que cortar, mucho por lidiar. Nos quedan muchos pases de pecho, serpentinas y verónicas por ver. Suerte, maestro.

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