Humo, de Verbo Producciones

Moises de las Heras

02/06/2019

autor Juan Carlos Rubio

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¿Cómo hacer una crítica de HUMO, la comedia de Juan Carlos Rubio, sin mentir? Porque Humo, de Verbo producciones va de eso, de la mentira. ¿Debo mentir? Si digo la verdad, ¿cuáles son las consecuencias? Nada tengo, nada pierdo. Digamos, pues, la verdad. O, al menos, mi verdad. Y si no coincide con la suya de ustedes, pues al menos podrán decir de mí que no tengo ni idea de teatro. Otra cosa sería si lo alabase. Entonces nadie pondría en duda mis conocimientos. En fin, vamos con ello.

Representada en Mérida, Sala Trajano, el 31 de mayo de 2019.

¿QUÉ SABEMOS DEL DIVORCIO?

la pareja protagonistaPara valorar HUMO, de Verbo producciones, debemos empezar contestando a esta pregunta. Un, dos, tres, responda otra vez. ¿Por qué se divorcian las parejas? Tic tac. Se ponen los cuernos. Tic tac, no se escuchan mutuamente, se ignoran. No les gustan ciertas cosas del otro y nunca lo dijeron. Él trabaja demasiado y no le hace caso. A ella. O al revés. Él no baja la tapa del bater. Y, sobre todo, se mienten.
Campana y se acabó. Esto es lo que respondería cualquier ciudadano con sentido común a una pregunta tan trivial y sin ver ninguna obra de teatro que se lo descubra. Un problema visto miles de veces, propia de sainetes, tratado en millones de ocasiones en comedias y dramas de situación rutinarios. Es decir, que si en un libreto el descubrimiento genial del autor es ese, pues válgame Dios. Para la rutina del teatro de verano en pueblos vale, matrimoniadas y eso, pero para nosotros que ya somos mayorcitos, pues no. Y menos si vienes con ínfulas de teatro serio.

BUENOS ACTORES.

Y sí, Fernando Ramos, que es de la tierra… extremeña, es buen actor y sobre todo buen gestor de su compañía Verbo producciones. Decir hoy día que eres buen actor significa que eres un actor solvente, como muchos. Tampoco un genio, claro. ¿Quién es un genio en una sociedad cada vez más mentirosa, hipócrita, falta de fe y, sobre todo, iconoclasta?
Guadalupe FernandezTambién los actores de que se rodea Fernando son solventes, aunque ligeramente inferiores a él. Los meritorios Guadalupe Fernández y Alberto Lucero y su partener como “esposa”, Olga Estecha lo hacen bien. Tampoco para echar cohetes, pero bien. La voz, quizá, la proyección, habría que cuidarla. Sobre todo Guadalupe. Aunque a su voz el papel le iba.
Olga Estecha suple con profesionalidad una estructura corporal y rostro poco convencional para el teatro o el personaje. Rostro estrecho y pequeño que hace que le falte un punto de maduración en ese personaje de “Ana”.

HUMO, DE VERBO PRODUCCIONES. ¿QUÉ FALLA?

Pues en la producción nada. Es mediana, minimalista, con un decorado inteligente, aunque tampoco es para echar cohetes, vuelvo a repetir.
SÍ, Fernando carga a sus espaldas mucho esfuerzo y trabajo y yo, que también he producido, dirigido e interpretado teatro y conozco el paño sé lo cruel que resulta no tener en cuenta ese esfuerzo. Pero me temo que le falla la puntería al elegir las obras. Porque Viriato no era gran cosa. Y no lo era… no por la producción o las ideas teatrales, sino precisamente por un texto previsible e insuficiente. El desarrollo de “La traición” allí era rutinaria, no había sorpresas ni giros argumentales, eso que tanto gusta en las traiciones. Y en Humo, de Juan Carlos Rubio, falla también el texto, su intriga y el enigma.

INTRIGA, ENIGMA, QUÉ PASARÁ AHORA, Y GIROS.

escena¿Qué pasará ahora? Esa es la pregunta, el interés, la inquietud que debe provocar el autor en el lector o el dramaturgo en el espectador. Y eso se logra primero planteando pronto el tema, intrigando con enigmas que despierten nuestra curiosidad en el primer minuto. Segundo, poniendo al personaje en una dualidad, una decisión que bien pudiera ser esta o aquella. Este aprieto del protagonista debe ser conocido por el espectador y despertar su interés con angustia. Hay que putear al personaje. Hay que ponerle al borde del barranco y arrojarle (argumentalmente hablando) para luego salvarle o no. Y, por último, hay que dar algún que otro punto de giro a la trama en su desarrollo para cambiar el estribillo de la canción. Dirán ustedes: si fuera tan sencillo, cualquier matemático escribiría novelas. Pero analicemos por qué todo esto falla en HUMO.

TARDA EN EMPEZAR.

No. El enigma no es si finalmente Luis Balmes y su mujer se encontrarán. Eso viene en el programa de mano, sabemos que lo harán así que no había que emplear tanto tiempo en darle vueltas al encuentro.
Cierto que la terapia con la paciente fumadora marca un ritornello técnico con vistas a que al final de la obra (cuidado con el spoiler que viene ahora) reaparezca la paciente como lectora fiel de los libros de Balmes. Pero eso lo disfrutamos sólo al final. Ahora la paciente fumadora sólo funciona como retardante de algo que deseamos que pase ya. Que se encuentren y empiece la intriga de verdad. Intriga que aún no ha empezado porque aún no se ha planteado ningún conflicto. La intriga no consiste en si se encuentran, repito, porque sabemos que lo van a hacer. La intriga que el espectador se espera es en qué se dirán.

LA TRAMA SECUNDARIA. EL BECARIO ENAMORADO.

Plantear los antecedentes de la historia es contar, no mostrar. Mostrar (que ocurran cosas ante los ojos del espectador y con intrigas) entretiene. Contar aburre.
Alberto LuceroAdemás, las tramas secundarias sirven para oxigenar. Se ve en las series. La trama principal se interrumpe cuando empieza a cansar. Para eso sirve la subtrama. Acudimos a ella para plantear otro inicio, nudo y desenlace paralelo que nos de un respiro. Luego, cuando hemos descansado, abandonamos la subtrama (tal vez también a medias) para volver al nudo gordo de la narración. Y después alternamos.
Pero salvo para presentar al personaje de la mujer, que es una periodista y ya está, Juan Carlos Rubio retrasa el comienzo de la acción principal introduciendo al becario y agota toda la subtrama de un golpe con sus pretensiones de conquista, sin usarla para la verdadera función que tiene, meterse en medio del nudo principal para oxigenar. No aporta nada, salvo el objetivo del propio becario de conquistar a Ana. Y para presentarla. Pero no nos dice nada de ella. Nada que importe, es decir, nada que no sospechemos. Y esa información “innecesaria” de la presentación sólo retrasa el momento del encuentro con el charlatán de los cigarrillos.

¿QUÉ PASARÁ AHORA? PUES ME DA IGUAL

Por eso, porque tarda tanto en empezar una intriga como dios manda, perdemos el interés.
Pero bueno. Luis se presenta (llega tarde, cuando la representación ya ha empezado y los espectadores ya se iban, pero llega) Y discuten. Salen a relucir los trapos sucios. ¿Y cuales son los trapos sucios? Lo que dijimos antes, cosas sabidas y elementales, del programa de la calabaza. Un, dos, tres, responda otra vez: a Ana no le gusta el perro, Ana tenía amantes, él también… nada nuevo bajo el sol. Mienten, sí. Pero mentir es ocultarle tus amantes a tu esposo o esposa. O necesidades a la pareja. De comunicación. Sexuales. No es ninguna sorpresa. Ocurre de forma tan rutinaria en la vida que no merece la pena escribir o leer un texto que nos cuente esto tal cual.

INTRIGA, DILEMA.

Fernando Ramos¿Se pone Luis o Ana en un dilema donde las decisiones a tomar sean vinculantes para su vida? No. ¿Cuál será la decisión de ella? ¿Y de él? Ninguna, porque no hay nada que decidir. ¿Se juntarán? ¿No se juntarán?

EL LADO HUMANO DE HUMO, de Verbo Producciones.

No amamos a los personajes. Él es un chulo. Ella una descastada solterona convencida, casi feminazi. ¿Algo humano que nos revele debilidad? Luis se pone tierno y pretende, pero ella se mantiene dura. Y como en esto no hay evolución y la ternura y la dureza se discute sobre tópicos de divorcio, suena falsete.

DOLOR SOBRE LOS TÓPICOS, INVEROSIMILITUD.

Ellos se siguen sorprendiendo de que se haya acostado con Oscar, que de enviara a Rocky a una granja porque no soportaba sus babas y ladridos… de Luis Balmes y Ana Martinque Jaime odie a su padre, ellos se sorprenden pero a nosotros no nos interesa. Es una conversación privada de un matrimonio convencional con problemas convencionales en la que no tenemos ningún interés. Al no haber decisiones trascendentes que tomar, argumentos más curiosos o angustiosos dilemas, no hay un “qué pasará ahora” que exclamar. La trama carece de enigma. No parece ir a ningún sitio. Plantea, plantea, plantea, sólo plantea. Carece de punto de vista novedoso.

EL MENSAJE, MENTIMOS MUCHO.

Y yo debería haberlo hecho en este artículo diciendo que todo está muy bien. Esta manía mía de no mentir, cuando solo estoy opinando. Pero no voy a opinar lo que no opino. O callarme. Reventría…
Un mensaje de fondo, eso debe tener toda obra, algo con lo que nos sintamos identificados. Que todo el mundo miente no es suficiente mensaje. Para ese viaje no hacían falta tantas alforjas.

LAS DOS ÚNICAS SORPRESAS (CUIDADO CON EL SPOILER)

Y las dos únicas sorpresas de Humo, de Juan Carlos Rubio es descubrir que el psicólogo de la terapia antitabaco fuma y que tras la máscara de mujer abandonada por su marido había una adúltera. Dos únicos momentos en los que nos despertamos de la butaca.

JUAN CARLOS RUBIO SE PONE A TRABAJAR

escena de la obraY a partir de que el largo tour de forcé de la expareja acaba, empiezan los juegos teatrales. Pero para cuando Juan Carlos Rubio se pone en modo dramaturgo, ya se le ha pasado el arroz. Porque sólo al final hay algo de chicha teatral, aunque tampoco demasiado ingeniosa, y cercana a lo inverosímil. Cuidado que va el spoiler otra vez.
La mujer entra en el juego de vender libros y ganar dinero yendo de pueblo en pueblo de charlatana junto a su marido, que es marido ya pero luego no lo es porque siguen mintiendo y… ahora aparecen los giros que, aunque poco creíbles son giros, al fin y al cabo. Pero sólo al final. Y ya nos queríamos ir a casa.

CONCLUSIÓN.

Verbo producciones sería un gran grupo de teatro profesional si tuviera más ojo a la hora de seleccionar los textos que sube a escena. “Menos infumables”. No es un problema de ellos, sino del texto. También en Viriato pasó. Otras propuestas de Fernando como “El burgués gentilhombre” o aquellos inolvidables “Los Gemelos”, son más dignas. El teatro clásico funciona con otros resortes no narrativos y el atractivo está en otros intereses, por lo que Fernando allí acierta más que aquí.


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