Aplaudieron con las orejas allá por Badajoz y en toda España cuando Russell Crowe dijo que era de Mérida. La noticia salió a los periódicos y se celebró que una pelí americana paseara la capital extremeña por todo el mundo. Bonita fantasía. ¿Tienen ustedes el DVD? Pues, por curiosidad, póngalo en inglés y observen que dice que
vive en “a place near Trujillo”, no en Emérita Augusta. Lo de Emerita es una corrección de los traductores o el doblaje español, así que nuestro gozo en un pozo. ¿Y por qué Trujillo? Podría pensarse que los americanos se refieren al Trujillo español, pero no seamos cándidos. Aparte el lío que se hicieron con las máscaras, un país que situó los San Fermines en Sevilla estaría pensando en Méjico o así, y si había que elegir algo que sonara hispano a los adolescentes de clase media baja a quienes iba destinado este peplum de espadazos, era Trujillo. Porque aunque también existe una Mérida allí, ni la conocen. Pero poniéndonos generosos e imaginando que fuera España, convengamos en que “a place near Trujillo” debe referirse a una propiedad agrícola, una villae, no una población que está a más de cien kilómetros. Más «near» está Cáceres (Norba Caesarina) a cuarenta tan sólo, o Monroy o Eberobriga o alguna parecida. Al asesor americano le hubiera bastado con meterse en google y darle al traductor en ingles de los artículos extremeños, pero claro…
Y como esto, cuantas cosas asumimos a diario como verdad admitida, histórica, familiar, defendida y aceptada sin serlo. Cuántas verdades absolutas hay en la vida que, si ponemos en cuestión, cometemos aberración, herejía, delito y, sin embargo, nunca fueron ciertas.
Publicado en prensa de papel (La Voz del Tajo- Talavera de la Reina) el 18 de noviembre de 2014)
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