Estamos en navidad. Pues bien, le propongo el siguiente experimento. Porque, supuestamente, usted tendrá tiempo ahora. Estaba usted esperando las vacaciones para poder leer, ¿no?. Pues vaya al salón con la familia: unos auriculares con música para estar con ellos sin interrupciones. Pero no abra el libro ni encienda el aparato. Converse. Cuando la conversación se agote, mire la tele, ese programa de humor, un reallity. Véalo. No abra libro, solidarícese.
Cuando lleve un rato viendo a payasos y perdiendo el tiempo y nadie le hable, cuando se haya tragado siete canciones de la niña gorda vestida de sevillana paleta que hace gorgoritos con una copla pónganse, ahora sí, los auriculares, conecte el MP3 bajito y abra el libro. No tardará doña Juliana ni tres minutos en pedirle que prepare el turrón, sirva un Baileys, ayude a los niños con el árbol o lo que sea. Sí, ya sabe usted en qué consiste el experimento, ya lo ha intuido.
Hablamos de aquellos que se entretienen en molestar por vicio.
Cierre el libro otra vez. Mire la tele. No le dirán nada. Ábralo. Le mandarán hacer. Repita el proceso de modo mecánico, verá qué curioso. Lo abres y te preguntan. Lo cierras y te ignoran. Lo abres y se interesan por tu trabajo, tu perro, tu chaqueta nueva. Lo cierras y miran el Sálvame y nadie te hace caso. Lo abres y otro comentario, otra necesidad, otro encargo, otro menester. ¿No lo cree? Haga el experimento. Conozca usted a su familia.
Vea de qué pasta está hecha doña Juliana y todos sus sobrinos, cuñados y demás mosquitos que se dedican a molestar por vicio. Cuente usted los segundos que tardan en molestarle cuando le ven con el libro abierto.
A ver, hijo, es que te aíslas, parece que no quieres cuentas con nosotros. Argumento que no alegan si están todos en silencio viendo el “Sálvame…” Hijo, te pregunto por la chaqueta nueva porque “como no estás haciendo nada”
(También publicado en prensa papel La Voz del Tajo de Talavera de la Reina 23 de diciembre de 2017)
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