¡Pero mira cómo te has puesto! o ¿Cómo dices eso a tu primo…? o ¡¡Pero hombre, hombre!!
La tarde es armonía y de repente, estalla una frase como si se desprendiese una teja y te diera en la chola. Las tejas vienen del cielo, no suenan, no las oyes. Luego, cuando te levantas, entiendes. No tenías modo de evitarlo, pero te culpabilizan.
Nadie te contó que el canario había muerto y cuando le ofreciste a tu primo la caja de alpiste se ofendió, pensando que le insultabas. Y tampoco viste al bebé que te dejó el chicle debajo de la manga.
Pero uno siempre tiene a mano una tía Juliana que te arma la marimorena por el chicle, el alpiste, la teja, por todos aquellos errores inesperados que no puedes evitar.
¡Pero tienes la culpa! ¡Basta fijarse un poco!
¿Saben de qué les hablo? Hablo de esos errores inesperados, traicioneros, imprevisibles, inevitables, que tanto joden. En medio del Canon de Pachellbel o la Pastoral de Beethoven suceden, y las tías Julianas de guardia, lanzan su chirrido, graznido, berrea, ¡CUIDAOOOO!
Estás obligado a vivir con mil ojos, pendiente de lo inevitable. No vivir. Porque todos estos errores te acechan. Para evitarlos, deberías actualizar constantemente el currículum de canarios muertos, ¡revisarlo todo! y aun así, siempre te apuñalan por la espalda chicles, mermeladas, tartas, bebés y, en la calle, caminar mirando arriba. Vivir previniendo, atento siempre a errores inevitables. Tía Juliana se encarga de ponerte a caldo después de sucedidos, par que te averguences.
Con tía Juliana vives en angustia constante. Te puede romper la paz cuando menos te lo esperas con un CUIDAOOO. Viven de que vivas en vilo, de interrumpirte, de desconcertarte. Los errores inevitables son cabrones, pero parece que sólo suceden precisamente cuando está Juliana, y ella te apedrea siempre con el mismo argumento: «pero ten más CUIDAOOOO»
También Publicado en prensa de papel (La Voz del Tajo- Talavera de la Reina) el 10 de marzo de 2017).
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