El rey del humo, representación en Mérida 19 de noviembre de 2001
EL ARGUMENTO (SPOILER).
La acción se desarrolla en un burdel, donde dos putas y un borracho conversan sobre el barrio dónde viven. Un barrio bajo, del lumpen, sometido al silencio. Si hablas te llenan la boca de tierra.
En un principio todo es confusión y finalmente se descubre que quien tiene sometido al barrio son las sombras. Unas sombras crueles, sin piedad, que entierran a quién habla demasiado y que atemorizan a la gente. Para los muertos, tierra. Para los vivos, miedo.
Son los culpables de haber enterrado a quién habla demasiado.
Los tres personajes protagonistas, Rajina, Caramelo y Pelambres, descubren las tumbas, las desentierran, aplican justicia a los enterradores. Y fin.
LA MORALEJA.
La verdad no caduca. Se le devuelve la dignidad a los enterrados, y también la palabra.
Se reivindica el caso, muy actual, de los desaparecidos /asesinados en el franquismo.
VALLE INCLÁN MODERNIZADO.
Inspirado claramente en Valle Inclán, la búsqueda del vocabulario, la construcción ingeniosa de la frase al modo “Luces de Bohemia” es resultona. Resultona sin más, pero lo es. Porque “el rey del humo” basa su fuerza en hacer una revisión, a la manera de Valle-Inclán, de la crítica sobre lo español. El resultado es una versión libre o actualización de textos parecidos, inspirados en obras como, ya digo, “Luces de Bohemia”.
Lo que pasa es que pretender imitar a Valle Inclán queda como muy pretencioso, no sé si ustedes estarán de acuerdo conmigo.
José Antonio Lucia renuncia a la originalidad, a darle un toque personal, para constituirse en un simple imitador del genio gallego. Es un esfuerzo que sale bien, no digo que no. Pero es un ejercicio de estilo sin más. Sale airoso. Ampliamente lo consigue. Pero que se limita únicamente a buscar una frase o un vocablo en aquel lenguaje antiguo el autor de Villanueva de Arosa.
EL ARGUMENTO. TEMA DE FONDO.
Es así, que José Antonio Lucia no se preocupa por enriquecer el argumento ni por ofrecer un punto de vista original sobre los enterrados en el franquismo. El mensaje es políticamente directo, pobre, sin fisuras. Sabemos que los malos son fascistas. Fascistas, porque han tenido sometido al pueblo a través del miedo y eso solamente es posible durante la dictadura.
Y cuando decimos pobre queremos decir “maniquea”. Porque, en verdad, aquella gente, las sombras, eran malvadas, demoniacas, todo lo que se quiera, pero en una obra de teatro, como en cualquier narración, quede lineal.
Una reivindicación justa, que hay que apoyar. Lo que pasa es que es parcial. (Porque ser parcial o neutro es ser fascista, recordémoslo; que así quedas atrapado en la imposibilidad de hacer matices) Pero en una sociedad muy dividida y ante un tema muy difícil, por lo delicado, hay que aportar matices. Y el argumento de Luis Antonio Lucia no aporta matices.
LO POETICO EN EL REY DEL HUMO
El rey del humo se limita a hacer un recorrido poético teatral sobre el asunto. Lo poético lo aporta la imitación que hemos dicho. Lo teatral lo aporta una puesta en escena ingeniosa y resultona. Pero lo poético ni encubre ni justifica la insuficiencia del mensaje de fondo. Se ha metido en terreno pantanoso y eso pasa factura a la obra.
El fondo de la cuestión, se queda en la mera exposición y a parte del público no le gusta el planteamiento. A mí me gusta, pero me aburre siempre las visiones poco enriquecedoras.
APORTACIONES.
Llegado este punto, nos preguntamos qué nos aporta “El rey del humo”. Cuando el mensaje es claro, diáfano, sin fisuras, políticamente correcto, maniqueo, de buenos y malos, de blancos y negros, la obra se queda en nada como fondo de argumento. Nos tenemos nada que reflexionar, nada que ponernos en cuestión, nada sobre lo que dudar. No piense, medite. Se le hurta al espectador teatral el noble oficio de pensar, de poner en cuestión, de ver la gama de grises que tienen las cuestiones de enjundia, cosa que nos gusta hacer cuando vamos a una obra de teatro. Aquí nos limitamos a odiar al malo, sentir lástima por el bueno y reivindicar que los muertos salgan a la luz, devolverles la voz y la dignidad.
Como mensaje político vale, pero como obra de teatro, resulta insuficiente.
TRES ACIERTOS Y UN FALLO.
Así llegamos a la conclusión, por este orden, de que.
PRIMERO
Primero: no disfrutamos del fondo porque la historia, por desgracia, de tanto oírla en medios de comunicación, cansa.
Será justa, no digo que no, pero cansa.
Por otro lado, son ideas gruesas utilizadas por la gran política y, como todo lo manejado por la política gruesa, es gruesa. Y lo que es oficial, me repatea. Por muy justo que sea. Me da la impresión de que me quieren vender algo a cambio de votos. Me pongo un guardia. Lo oficial es lo que tiene, que siempre sospechoso de una segunda intención, la letra pequeña. Lo mismo pasa cuando la derecha me vende cosas. Pienso que me quieren convertir en rebaño.
PRIMERO BIS
Respecto al tema, utilizado en el rey del humo, ya digo que no hay fisuras en la ideología. Te plantea la cuestión tal cual, como en la tele, con buenos y malos. No hay más que decir. Como obra de teatro, como mensaje de fondo, como fondo ideológico, resulta escasísimo. De telediario, vamos.
SEGUNDO
Segundo: Es una imitación de “Luces de Bohemia, que nos permite en recrearnos en este intento más o menos logrado de imitación de Valle-Inclán. Ya digo, que Luis Antonio Lucía renuncia a usar su propia voz, y plagia en la forma a Valle.
Y no solo lo imita en el lenguaje y en la construcción de la frase, también lo hace en la puesta en escena.
En el rey del humo se propone a tres personajes, Rajina, Caramelo y Pelambres, (nombres que suenan “valleinclanescos”) en un burdel, al modo de como situaba a Max Estrella y a don Latino de Híspalis, en un bar y con gente pobre, marginal y libre.
SEGUNDO BIS
Hay que aclarar, la gran cantidad de elementos del carácter español, de crítica social, de matices en contradicción, de riqueza expositiva que contiene “Luces de Bohemia”. Ver “Luces de Bohemia” y salir al bar a hablar sobre el carácter español, da para mucho. Toda la noche si queremos. Es una obra llena de contrastes, llena de contradicciones, donde no solo la política, sino la sociología, las motivaciones de los personajes, el mundo del arte en contraste con la vida ordinaria, todo eso, es muy enriquecedor.
Otra cosa ocurre con “El rey del humo”, donde la composición de buenos y malos, sin matiz alguno, y un único tema, dan para un par de frases en el bar cuando se sale de la obra y a casita que hace frío.
TERCERO
Lo que sí está logrado y es un gran mérito son los actores y la capacidad del director, Gaspar de la Zaranda, así como la gran labor como y luminotécnico y encargado de sonido de Javier Padilla.
Las ideas teatrales son una delicia. Todo ello ayuda al texto del rey del humo en sus insuficiencias. Unos actores que cumplen con un perfil muy 
adaptado a los personajes, fenotipos logrados. Ricas pausas, interpretaciones que, sí no rozan la genialidad, si sueñan con ella.
Y una puesta en escena muy ingeniosa con un manejo de los elementos en el escenario de gran calidad. Aunque con algún fallo (las estructuras que simulan la puerta permanecen expuestas y sin utilidad demasiado tiempo delante de los actores en algún momento)
EL ÉXITO
El autor lo tiene todo para conseguir el éxito teatral. La referencia la guerra civil, con una argumentación que se adapta perfectamente al pensamiento oficial. El tema está de actualidad.
Además, imita a Valle Inclán. Todo es cogerse “Luces de Bohemia” y “fusilarla”. Esto engañará a más de uno es la capacidad que tiene Luis Antonio Lucía de clonar, de “fusilar” (no sé si me lo pillan) perdiendo la opción de conseguir una voz propia.
La puesta en escena es muy ingeniosa.
Una obra oficial de un autor con pretensiones de oficial (como la mayoría, vamos), con tema oficial. Y una poética heredada. Heredada, pero muy poética o muy poética, pero heredada. Como se quiera.
Y una buena puesta en escena. Parece una obra hecha para ganar concursos. Y los ganará sin duda.
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