Déjadme en paz, que no me quiero salvar, que en el infierno no se está mal. Hermosa letra de Víctor Manuel, con consecuencias que ni Víctor preveía. Ciertas canciones me hicieron libre. Pero yo entendí que debía aplicarlo a toda ideología, todo signo, de todo prestigio, cariz, calaña. Y ese es mi problema. El problema siempre es del independiente, nunca del militante. Al militante le protegen los suyos. Al independiente le odian todos.
“Déjame en paz” es un grito que hoy necesito proclamar. Dejadme en paz
Porque desde Twitter, Facebook y demás me intentan convencer de que soy malo si pienso de un color. Dejadme en paz
Y quien eso sugiere o me grita, o rompe mis oídos, tan sólo quiere erigirse en mi tirano.
Porque si resulta que “La Verdad” es de TU monocolor, acabaré odiando tu monocolor, por mucha razón que tengas… y tal vez a ti.
Porque siempre he sido libre de colores, no como vosotros. No, la lucha no es entre blancos y negros o de colores. La lucha es entre no ser de ningún color o el monocolor. Es el monocolor el que monopoliza la verdad, no os permite ver más. Más colores. Dejadme en paz
Yo amo la idea, no el color. La idea sin el color. El monocolor me ahoga, me tortura. El monocolor no me deja respirar, me quiere salvar y yo le susurro que nunca intenté pensar por dos, ni por cuarenta, ni por cien. Que yo quiero caminar con gente que no me hable de monocolores, ni discuta, ni grite. Yo quiero vestir sin color. Y si quisiera vestir de rojo, naranja, azul, verde o morado, también querría que nadie me juzgara por ello. Por eso no visto de ninguno. Porque soy yo, sin colores. Y a quien no votaré será a quien me diga que por no tener tal monocolor soy malo. Huiré de quien se apodere de mis valores tiñéndolos de monocolor.
SU monocolor es religión. Pero todas las religiones son tiránicas.
(También publicado en prensa papel La Voz del Tajo Talavera de la Reina 26 de abril de 2019)
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