CORIOLANO SHAKESPEARE EN MANOS DE [IN]CONSTANTE TEATRO. Coriolano después de Shakespeare
Coriolano después de Shakespeare
No podré asistir a la representación de Coriolano que tendrá lugar en el Teatro Romano. Una versión, sin duda, mucho más espectacular, por el lugar donde se encuadra, dirigida por Antonio Simón. Porque sí, hay dos “Coriolanos” este año, uno en el teatro romano y otro en el teatro María Luisa.
Pude asistir, sin embargo, a esta versión del María Luisa, mucho más comedida y pequeña, pero no exenta de virtudes dignas de destacar.
TRES DE TRES (CUATRO DE CUATRO)
Por tanto, he visto “Coriolano” y puedo decir, con gran alegría e inverosimilitud, que son tres aciertos de tres los que llevamos este año. O cuatro de cuatro si contamos la Paz, de Nieva.
Les sorprenderá la palabra “inverosimilitud” que empleo.
Explicaré el “porqué” de “inverosímil. Porque tan increíble e inverosímil es que a un crítico le parezca todo mal como que le parezca todo bien. Si le parece todo mal, es un frustrado, un envidioso. Pero si le parece todo bien, da la sensación de ser un miserable complaciente, vendido a los organizadores; una especie de estómago agradecido. Dilema difícil de resolver si se da el caso. Como se da, de que, en efecto, de que todo es bueno. Imposible sortear la mala fama, en uno u otro sentido. Pero los espectáculos que he visto me parecen buenos y me entusiasman. En fin. Lo mismo ocurre cuando digo que está todo mal. Coriolano después de Shakespeare
Pero yo a lo mío. A ser lo más objetivo posible. A analizar, y que del análisis brote el juicio y la crítica.
ANÁLISIS DE LA OBRA.
Porque no, no me gusta tildar de crítica teatral a estos artículos. Prefiero decir que son análisis de los recursos escénicos y dramatúrgico que se ofrecen. Analizaré, por tanto, uno tras otro, también “Coriolano”. Lo cual me aleja de la subjetividad y me aproxima a la enumeración de datos écnicos. Al menos, eso pretendo.
EL FONDO DE LA OBRA.
Vemos en “Coriolano, después de Shakespeare” como los políticos llevan a cabo un “teatrillo” de democracia, de una democracia imperfecta, donde el principal objetivo es hacerse con el poder, antes que mirar por el pueblo, al que usan de un modo u otro para su propio beneficio.
“Coriolano” no deja de ser una crítica política de vigente actualidad. Coriolano después de Shakespeare
EL REFERENTE INICIAL.
La obra ofrece, en principio, un referente político muy directo, para que la lectura inicial sea interpretada según la rabiosa actualidad que propone [in]constante teatro. Un enfrentamiento parlamentario entre dos políticos “reconocibles” y el telediario mostrando escenas actuales de manifestaciones y hambruna.
A partir de ahí, se introduce a Shakespeare y todo tiene una interpretación más clara, precisamente por este preámbulo. En esto juega un papel importante las proyecciones de un noticiero del siglo XXI.
¿UNA OBRA MANIQUEA?
En principio, teníamos la impresión de que iba a ser una obra maniquea y aburrida (como todo lo maniqueo); representación de una actualidad española polarizada. Más de lo mismo. Cansino, todo. Coriolano después de Shakespeare
MENENIO, BRUTA Y CORIOLANO.
Así tenemos el papel de los personajes, con Menenio a la cabeza, al que se tilda de derechas. Con Bruta (Luna Mayo), que en principio se revela como una Irene Montero desatada. Con un pacto entre la derecha (Menenio) y un partido minoritario y radical también de derechas, (Coriolano), que sospechosamente recuerda a ese partido que no puede ser nombrado y sus pactos en Comunidades y Ayuntamientos. Una derecha en apariencia moderada, pero en el fondo falsaria y manipuladora. Y repito: todo ello nos hacía temer que nos íbamos a aburrir muchísimo con la polarización y la cantinela de blancos perfectos y negros imperfectos y sin matices.
Hasta que, de inmediato, apareció Shakespeare para poner orden en todo eso y hacer teatro como Dios manda.
¿POR QUÉ LO MANIQUEO ABURRE?
Porque no aporta.
Si por algo vale la pena el teatro (y la cultura, en general) es porque tiene la virtud de no plantear conflictos en términos de blancos y negros. Siempre hay que darle algo de blanco al negro y algo de negro al blanco. Por muy negro que sea el negro o por muy blanco que parezca todo. Para que ambos adquieran volumen. Que muestren sus contradicciones y que nos hagan pensar. Algún matiz de gris. De vez en cuando concederle al “malo” que pueda tener razón en algún punto. Y al blanco inmaculado, al “bueno”, se le deben subrayar sus debilidades.
Eso hace el teatro. Eso hace la cultura y la literatura. Solo así, los personajes interesan. Sólo así se crea una obra “para pensar” y Emilio del Valle y el propio Jorge Muñoz, al adaptar Coriolano, nos ofrecen una obra muy actual que, sin embargo, nos sitúa entre en el centro de dos corrientes que se cruzan, chocan y se contradicen, para que seamos nosotros quienes juzguemos quién tiene razón y quién no. Si es que la tiene alguno.Coriolano después de Shakespeare
EL PERSONAJE DE CORIOLANO
Así tenemos a Coriolano, un militar que desprecia al pueblo y que se revela contra la democracia. Un tirano, un dictador al que aborrecemos en principio por despreciar a los pobres, a los humildes, a quienes tilda de holgazanes. ¿Aburrido y maniqueo? Al principio sí. Nos recuerda cierto régimen militar que hubo en España y que suele dar mucho rédito y obsesiona a los políticos actuales. No quiero señalar.
Pero cuidado: es un dictador al que acabamos comprendiendo cuando sabemos que lo que desprecia es a un pueblo gregario, sin principios y veleidoso. Todo ello compone un doble cara del protagonista, y el texto nos invita a formarnos una opinión nada fácil sobre él.
Coriolano, interpretado por Gonzalo Hermoso, es manipulado por los deshonestos, necesita sus votos y pacta con la oposición para lograrlo, pero pronto renuncia a ellos y acaba siendo fiel sus dudosos y violentos principios, pero con honestidad.
BRUTA, UNA OPOSICIÓN… INTERESADA.
Bruta simboliza a esa oposición en apariencia pura y blanca, inmaculada, que mira por el pueblo. ¿Aburrida y maniquea? ¿Se trata de un personaje Mary Sue? Al principio sí. Nos recuerda a esos partidos que miran por el bien común y parecen acertados y sin fisuras. En principio, Bruta parecía muy auténtica, dispuesta a defender al ciudadano.
Pero, oh, también sorpresa: se pliega a los intereses de la asamblea para gobernar. Traiciona sus principios. ¿Por el posibilismo y la dudosa gobernabilidad de Roma? ¿Es despreciable? Shakespeare, en esta adaptación, nos hace dudar de su coherencia, a la par que nos hace ansiar la verdadera democracia, para que no triunfe la tiranía. Un doble rasero que “[In]constante teatro” deja en manos del espectador.
De nuevo, se plantean luces y sombras, también en Bruta.
EL HIJO DE CORIOLANO, SÍMBOLO DE LA ESPERANZA.
Otro personaje que no aparece, pero que está presente en la resolución del conflicto es el hijo de Coriolano. Simboliza tal vez la única esperanza que le queda a un país en crisis y en decadencia como es la Roma de Shakespeare. Un tópico de la literatura dramática y de la literatura en general: la inocencia y el futuro luminoso que los autores tienden a depositar en las nuevas generaciones, mito o topicazo que explota también Coriolano, siguiendo la estela de otras obras y textos. En Coriolano aparece con el mismo significado.
UNA TEMÁTICA PERSONAL.
Pero Coriolano, aparte de presentar un aspecto político de la trama, también presenta un aspecto familiar y personal. El dictador Coriolano, lejos de ser un hombre de paja, un monigote del sistema, simple y, por tanto, sin doblez, aunque equivocado en sus decisiones y sentimientos, es un personaje con volumen. Aparte de sus dudas y sus discursos, por un lado radical, por otro crítico con la imperfecta democracia que se nos plantea, sufre porque no ve a su hijo.
Coriolano, así, se nos muestra como un ser humano que sufre calamidades personales y las expone al respetable. Tres aspectos del mismo personaje, el político, el militar y el familiar, subrayados en cada momento, en su papel triple en escena.
EL HIJO EL CORIOLANO
El hijo guarda un significado simbólico, como hemos dicho. Pero también pertenece a la trayectoria individual, particular, personal, familiar de Coriolano. Lo cual le da al personaje una doble cara muy interesante. Su relación con la madre esconde un trasfondo psicológico digno de analizar con mayor profundidad.
Finalmente, como Coriolano no ve futuro a la decadencia de Roma, es decir, como no le dejan ver a su hijo, (como no hay esperanza) se suicida. Es la respuesta final que cierra la obra, si me permiten el spoiler
LA PUESTA EN ESCENA. LA MESA.
Abordaré ahora la puesta en escena y comenzaré diciendo que entretiene. Lo primero que destaca es una mesa, que ocupa el centro del escenario. La mueven de un lado a otro. La hacen avanzar hacia el proscenio. Se muestra de perfil, de frente, se retira hasta el foro. Se usa para sentarse en ella, para ponerse en pie. En definitiva, tal como ocurre en “Monstruos, el prodigio de los dioses”, donde eran módulos los que se usaban como sillas y servían para la misma movilidad, en Coriolano también la mesa permite distintas alturas. Módulos, mesas, alturas suelen usarse a menudo para trabajar en teatro, situándose una actor u otro en diversas posiciones.
LA PUESTA EN ESCENA, EL VESTUARIO.
El vestuario tiene su importancia. Traje chaqueta para los políticos de una democracia imperfecta, Bruta y Menenio.
Coriolano se disfraza también con traje chaqueta y abandona su uniforme del ejercito cuando es tentado por Bruta y Menenio. Jorge Muñoz, a su vez, se quita la chaqueta, se la pone al hombro y tira de petaca cuando se ve acorralado por el militar que amenaza Roma. Todo ello da ductilidad visual a la obra. La visualidad guarda relación, además, con el fondo de la obra.
A sí mismo, vemos como la madre se viste con el traje militar cuando su hijo es desterrado, para defenderlo.
MÚSICA Y CANCIONES.
Otro acierto es la música de cámara, interpretada por los propios actores que tocan el violonchelo, la guitarra eléctrica e introducen fragmentos operísticos en los interludios. Un recurso más a añadir a la variedad que dijimos.
LA PUESTA EN ESCENA. LAS PROYECCIONES.
Las proyecciones también tienen un gran efecto. Sobre una pantalla, con cámaras que manejan los propios actores, aparecen rostros en contrapicado, lo cual representa el dominio de los tres políticos Bruta, Menenio y Coriolano, sobre el pueblo.
Las diferentes perspectivas de las cámaras integradas en el escenario dan dinamismo a la obra.
LA VERSATILIDAD DE LOS ACTORES.
De este modo, la versatilidad de los actores moviéndose en escena, subiéndose y bajándose de la mesa, jugando con el vestuario, manejando cámaras o tocando instrumentos dan a Coriolano, después de Shakespeare, una variedad a través de su dirección escénica, muy inteligente, que ayuda a la actuación y cubre al intérprete.
LA ACTUACIÓN.
La actuación solvente, como corresponde a actores profesionales. Buenas voces, buenos registros, como es obligado, destacando el protagonista, Gonzalo Hermoso, con abundantes silencios que captan la atención y permiten que el texto llegue con mayor precisión a los oídos de quien lo escucha y lo recibe.
CONCLUSIÓN.
En definitiva, un gran acierto. Tres de tres. Cuatro de cuatro. El amor por el teatro se demuestra andando y estos profesionales desconocidos suelen traernos obras más apetecibles, muchas veces, que los “famosetes” de turno, sin que ello signifique despreciar a los “famosetes”.
Veremos las obras que vienen, y si están a la altura de estas tres… de estas cuatro.
0 comentarios