No sé exactamente cuál es el motivo por el que en España hay mil certámenes de novela, dos mil de cuento y poesía y tan sólo diez o quince de literatura dramática. Y, de esos quince, cinco o seis solo para textos de duración convencional, tema libre y en castellano.
Siendo esto así, es difícil que en España surjan dramaturgos.
Cierto, que de las trescientas novelas o poemarios, la mayoría se queda en agua de borrajas, pero anima a escribir. Publicas sin coste. Pero si eres dramaturgo y vives en un pueblo, ¿dónde acudes? ¿Los envías por correo a editoriales? Están muy ocupados para atender escritos de aficionados, menos de teatro.
Novela, teatro, cuento, poesía, ninguno salimos del anonimato pero con certámenes hay una salida. Sin certámenes, te comes el libreto y el autor abandona el teatro se pasa a la novela, que hay más.
¿Pasear tu obra por compañías para que te estrenen? No te montan. El círculo cerrado de actores sube a las tablas sus propios escritos. ¿Aficionados? También tienen textos propios y, en todo caso, buscan comedias ligeras, autores conocidos y obras mil veces representadas.
O copian la cartelera de Madrid.
Con las compañías de tu pueblo agotas las posibilidades en dos minutos… y no todo el mundo sirve para mendigar e irse a Madrid o Barcelona. Hay que tener ánimo.
¿Crear tu propia compañía para subir tus textos? Encuentra primero a quien quiera interpretar tu obra. Y aun así, el texto muere cuando acaban los bolos. Y, además, sigue sin editar.
La ausencia de certámenes de teatro escrito tal vez se deba a que el concejal de turno tiene la sensación de que es género menor. Porque “novela” es algo sustancioso. ¡O poemarios! ¡Son importantes, con lo pomposos y enigmáticos que son los poetas! Pero ¿libretos? El teatro es para representar, ¿cómo vas a “publicar teatro por escrito”? Es inconcebible. Es tirar el presupuesto a la basura.
También publicado en prensa local edición papel La Voz del Tajo de Talavera de la Reina 23 de marzo de 2018
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