¿Que POR QUÉ NO TE PRESTO EL LIBRO?
Me acaban de regalar el libro y ya me lo estás pidiendo. “Para cuando me lo acabe”, dices. Bueno, pues No. No, porque prestártelo sería más grave para nuestra amistad que si te diese los 20 € que cuesta o te lo regalase.
Porque si te lo presto, lo pierdo.
Y si quiero recuperarlo siempre dirás “que espere” porque “no has tenido tiempo” -aunque te pases el día viendo Sálvame-. Y seguirá en tu casa.
Si insisto, seré un capullo egoísta y dirás que mi interés por el insignificante libro está por encima de nuestra amistad.
Porque lo chachi, lo guay, lo maduro es que yo me haga el longuis y se me olvide. Así demostraré mi amistad.
¡Y unas narices!
O sea, ¿que si insisto que eres un aprovechado y si no te lo pido me sentiré un gilipollas? ¿Que por qué no te presto el libro?
Pero eso te la refanfinfla, porque lo tendrás tú.
Vale, juguemos entonces al juego más famoso entre adultos: finjamos indiferencia. Yo olvido prestártelo, tú finges que no te importa y a ver quién aguanta más. Y como el libro lo tengo yo, siempre podré decir: “oh, perdona, mañana te lo llevo”. Y mañana me surgirá un imprevisto.
Si insistes, TÚ tendrás que añadir esa coletilla tan mona: acuérdate, “cuando puedas”. “Sí, lo tengo pendiente”, contestaré. Y seguiré sin traértelo.
¿Insistes aún? Serás TÚ quien demuestres que el libro está por encima de nuestra amistad. Yo pasaré por falso olvidadizo, pero tú por …broncete. Y si todavía insistes, tengo preparada la madre de todas las excusas: “Lo tiene mi hijo” (padre, madre, mujer, perro) “A ver si me lo devuelve él y te lo doy”. Y mi hijo, (cuñado, perro, suegro, esteticien o fabricante de cañones chinos de la dinastía Yuan) no me lo devolverá.
Y si no me lo devuelve, yo puedo prestártelo. ¿Te vale?
(También publicado en prensa papel La Voz del Tajo Talavera de la Reina 1 de febrero de 2019)
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