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Pericles príncipe de Tiro. Representación en el Festival de teatro de Mérida, 10 de julio de 2019.
Decía Chejov que solo había dos tipos de obras: las que me gustan y las que no me gustan. “No conozco otro criterio”.
Uno acaba pensando que en el fondo tenía razón. Porque la calidad de una obra no solo depende de la propuesta y de la obra. Depende de cómo te pille, de cómo tengas el día, tus preferencias de estilo, si eres más o menos abierto a propuestas atrevidas o un clasicón que no se sale de lo conocido, etcétera, etcétera.
Y con ciertas obras como la que nos trae la Compañía Imperial Kartoffel Theatrer, esto pasa. Aún así, intentaremos ser objetivos a la hora de analizar la calidad de esta obra.
LA VALORACIÓN DE LA OBRA
Todo un complejo y multicolor cúmulo de recursos, variados, distintos unos a otros, entrechocando en una armonía extravagante. Una obra para no perderse. No siempre podemos encontrar propuestas tan arriesgadas como la de Compañía Imperial Kartoffel Theatrer en el festival de Teatro de Mérida. Sin miedo al fracaso y con ganas de hacer un buen trabajo, el principal destinatario de la obra es el espectador que quiere ver teatro con mayúsculas. Es decir, el espectador de calidad que sabe apreciar dichos recursos teatrales. Si usted no es de esos, si usted no aprecia el teatro y sus recursos sino sólo la historia que se cuenta, no vaya. Pero si aprecia las ideas inteligentes y sabe reconocer la enorme investigación que la compañía desarrolla para esta creación, se va a pegar un festín.
Porque eso es por encima de todo Pericles, príncipe de Tiro. Inteligencia teatral.
LA ADAPTACIÓN NECESARIA
Lo principal. La propuesta arriesgada y atrevida de Compañía Imperial Kartoffel Theatrer.
Un Shakespeare en el siglo XXI es duro de sobrellevar, sobre todo en obras menores como esta. Por eso, las adaptaciones no son solo una opción necesaria, sino imprescindible. ¿Cómo llevar a Shakespeare al gran público y que se divierta en el siglo 21? Sí con una obra escrita en el siglo XX, hacer disfrutar ya es una tarea, con los clásicos, el trabajo se multiplica.
DOS OBRAS EN UNA

Ernesto Arias, Pericles
Así que Compañía Imperial Kartoffel Theatrer acude a la ruptura anacrónica. Un recurso conocido: están ensayando la obra. Se ha hecho cientos de veces. Así, los actores se muestran como tales y luego interpretan. Sobre todo se nota en los principales, pues el propio Pericles como actor duda de si vale para el papel. Esto permite introducir la comedia en el drama y hacerlo todo más diverso, versátil. Y recordemos que divertir viene de diverso.
Este doble juego de actores ensayando y fragmentos de una obra que avanza sobre la trama, tiene un efecto de distanciamiento muy interesante. El espectador escucha a shakespeare, y de pronto la obra se interrumpe para ver la problemática de los actores.
El efecto se consigue. Los espectadores se distraen. Retiran un momento a shakespeare del escenario y aparecen ellos para oxigenar el ambiente que ya se ha hecho denso por culpa del propio texto.
TRAGICOMEDIA DE PERICLES PRÍNCIPE DE TIRO
Kartoffel quiere hacer teatro del bueno, teatro de calidad, teatro sobre el teatro como hemos dicho pero además jugando el honorable y estimable objetivo de dirigirse
Porque Kartoffel investiga en las posibilidades de los personajes, sus registros de voz variados y multicolores, cercanos ya a la farsa en ocasiones, sino a la extravagancia. Y es así que la tragedia se convierte en tragicomedia, no sólo drama. Es tal la cantidad de recursos que Imperial Kartoffel trabaja que logra con ello una alta cuota de calidad en el resultado. Tanto interpretativo como en la idea. Analizaremos brevemente cada uno de los puntos
REGISTROS DE VOZ
Con este recurso los actores consiguen, siendo sólo siete, que parezca que hay cincuenta en escena. Tales son los registros que cuesta saber quién es quién en cada momento. Ayudados a veces con máscaras, pero también con gestos y mimaciones que los ocultan.
Acuden así a inflexiones y tonos tanto regionales como de farsa. Incluso apreciamos guiños diferentes. Los pescadores tienen un aire a gitanos que no te menees. Eso sí, sin poner el tonillo gitano, pero colocando “eses” imposibles por aquí y por allá en una impostación que nos suena de algo. A algún cómico de la televisión se lo hemos visto hacer.
De igual modo aparece el tono catalán en la ciudadana de Efeso que interpreta arta Larralde (creo) (una de las mujeres figurantes que encuentran a la hija de pericles y se lo ofrecen a las alcahuetas). O incluso Paco Martinez Soria en ese rey de Pentápolis (creo) que interpreta José Troncoso, que al principio sonaba vasco. Todos los tonos se buscan y se usan sin reparo. También reconocible una lejana imitación a Javivi en la interpretación del sirviente del burdel. Estos y otros tonos distraen, enriquecen, entretienen, hacen sonreír y elevan la calidad de la propuesta.
LA COREOGRAFÍA DE GESTOS
Es un purito subir un texto menor de Shakespeare a las tablas hoy día. Por eso, además de los registros de voz, Kartoffel Theatrer practica el recurso de una coreografía de gestos espectacular. Así, los pescadores, cuando se sorprenden, cada uno de ellos muestra un gesto diferente pero muy estético en sus movimientos. En su modo de levantar las manos, agachar el cuerpo, echar la cabeza hacia atrás o doblar la cintura hacia un lado, distribuyendo en cada uno de los pescadores cada gesto para componer una estética en movimiento. Gestos rápidos, luego lentos, luego estáticos, luego otra vez vertiginosos. Esther Acevedo plantea una coreografía de gestos pensada, medida, que atrae. Todos son elementos muy plásticos, muy agradables y visuales, que suman.
Pero la coreografía de gestos no solo se da en la escena de pescadores, por supuesto. La he puesto como ejemplo. A lo largo de toda la obra la vemos aparecer de continuo.
El trabajo de Esther Acevedo, la asesora de movimiento y entrenamiento físico está ahí, de fondo, unas veces más visible, otras menos, pero de manera continua. El momento quizá donde se hace más evidente su trabajo en el gesto del sirviente del burdel, o en escenas de conjunto, cuando las alcahuetas reciben al gobernador que llega en helicóptero. El modo en que el viento de las aspas remueve sus telas y sus cuerpos es una delicia estética. Pero otras delicias de movimiento hay a lo largo de la obra, muchísimas más. (Coordinación entre actores, actores dirigidos como marionetas (el director maneja a Pericles como un ventrílocuo en algún momento, Felonia habla manejando un abanico al modo de una gheisa…) Es cuestión de apreciar este trabajo coreográfico de Esther.
LA PUESTA EN ESCENA Y LA COREOGRAFÍA
Y si hemos hablado de la coreografía como juego que ayuda a la interpretación, también hablaremos como gesto que ayuda a la puesta en escena. Y se hace evidente en la tormenta. A través del movimiento se crean naufragios, olas o llegadas de helicópteros. Y las tormentas, cada una de ellas representada de manera diferente. Una con un vestuario, distribuyendo a los personajes en escena. Otra con otro vestuario (impermeables amarillos y otra posición escénica, con todos los actores alrededor de Pericles, ahogándole con movimientos de brazos).
EL VESTUARIO
He hablado de la extravagancia. La “stravaganzza” que, que diría Paco Clavel. Hay un aire incluso a orgullo gay, psicodelia y a locomía en gran parte de la estética. Empezando por esa peluca rubia y ese guardapolvos rojo, que se coloca el director calvo en la cabeza que parece que va a cantar aquello de “People Ibiza”. Aunque me parece que él se inclina más por David Bowie.
Un narrador en pie, como maestro de ceremonias, que también ejerce dos papeles. En la obra de Shakespeare, narrador. Pero como actores de compañía, director, que se quita la peluca, aparece con su calva y da consejos cómicos sobre todo al sustituto de Pericles.
PSICOLOGÍA DE PERSONAJES.
Y si ya tenemos originalidad de la puesta en escena y vestuario como recursos que suman, la voz, la coreografía y los gestos se ponen al servicio de una psicología simple, de farsa, de los distintos personajes que contrastan por ello aún más unos con otros de manera más radical, atendiendo a esta última pretensión: diversificar. Es así como la adaptación trabaja y cuida con esmero que cada uno de estos personajes tengan su propia identidad. Y que distingamos no sólo personajes sino grupos (el grupo de las alcahuetas forman un todo identificable, separado del grupo con toques chinos que conforman el reino de Felonia y Cleón…)
Aunque el texto da para lo que da, el adaptador juega a reinterpretar y reescribir a Shakespeare con mayores juegos teatrales, por supuesto, de los que había en tiempos de El Globo.
LA ESCENOGRAFÍA.
Y, desde luego, la puesta en escena es minimalista y por eso mismo de agradecer. Busca a aquel espectador que aprecia más el ingenio teatral que la suntuosidad de un decorado. En la obra no aparecen rocas sino bancos, no aparecen grandes escenarios, ni barcos ni tormentas. Sólo 3 paneles transparentes en un escenario limpio de tramoyas. Son los gestos y el diálogo los que sitúan la acción en cada lugar. Acaso la proyección” el mapping sobre la “scaenae frons” ayudan a distinguir por ejemplo el “palacio oriental” de Felonia y Cleón de “los otros palacios”. Pero el atrezzo principal es de cámara y ensayo. Este minimalismo es el riesgo y la propuesta, lo que principalmente gusta.
LOS ACTORES

Oscar de la Fuente
Y actores de calidad. No sólo por su capacidad de poner en voz y cuerpo textos difíciles como son los shaekespirianos, sino porque pasan de la comedia a la tragedia sin inmutarse. Son capaces de reírse de sí mismos como actores que no saben. Por ejemplo, cuando el actor Ernesto Arias (grande, grande) afirma que no sabe interpretar una escena, la de la muerte de la hija de Pericles, y los espectadores ríen, acto seguido y sin transición interpreta el dolor de Pericles y todos callan. Es capaz de manejar al público para que le admire como Pericles.
Pero si bueno es Ernesto, ninguno de los otros le va a la zaga. Ellos y ellas. Maria Isasi, Marta Larralde, oscar dela fuente, José Troncoso, Ana Fernandez y el atrayente Hernán Gené. Todos de gran, enorme calidad.
LA DIRECCIÓN.
Y una dirección variada, con ideas distintas de Hernán Gené para cada tramo. Porque todo el conjunto analizado (voz, coreografía de movimiento, vestuario, estilo…) se debe en parte a dicha dirección junto con los habituales cambio de escena, dirección de actores y mutaciones. Aunque me da la impresión de que en parte también pudiera ser trabajo colectivo.
Y PESE A TODO, SHAEKESPEARE.
Y pese a ser una obra menor, carente de la profundidad de un Hamlet o una Tempestad, Pericles príncipe de Tiro, que sólo juega a la inverosímil casualidad de un padre que pierde y encuentra a su hija… y a su mujer, sin embargo, ofrece momentos de sinceridad dramática. Es aquí donde se apoya Kartoffel para, pese a la tremenda y acertada adaptación, dar cancha al británico y dedicarle amplios espacios de tiempo escénico para la interpretación clásica. Sin vestuario de la época al uso, al modo de una lección teatral de profesores magistrales, vemos a los actores decir e interpretar el texto del inglés con una calidad extraordinaria.
CONCLUSIÓN
En conclusión, no vayan a ver esta obra por Shakespeare sino por el modo en que tiene Gené y Kartoffel de adaptar la obra. Pericles príncipe de Tiro, vale la pena y mucho. Vale la pena por todos los matices explicados, por los momentos shakespearianos de dramatismo en el que se recrean corriendo grandes riesgos al tratarse de un texto sin vigencia. Esos son sus dos valores y ya es bastante. Es mucho. Es muchísimo. Un gran trabajo. Un trabajo excelente.
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