Incumplir promesas ¿es un vicio del mentiroso o no se acuerdan de lo que prometieron? ¿Qué frustraciones o miseras guarda quien promete y no cumple?
Y el año que viene, ¡nos vamos a Estepona! ¡Ole ahí! ¡Con dos cojones! Y llega el año que viene y la frase es: ¿yo? ¿Estepona? ¿Quién ha hablado de Estepona? ¿Este año? Yo no he dicho este año, he dicho que si acasooo… si acasooo… alguna vez íbamos si acasoooo, pero ¿yo? ¿Estepona?
¡Será cabrito el muy…!
Pero no. No se moleste usted. Da igual. Da igual que lo diga el tío Ricardo, el constructor de la contrata o el carnicero de la esquina. ¿Que yo le iba a regalar el chorizo? ¿Que una rebaja del 10%? Da igual, a la postre, nadie ha dicho nada, nadie ha prometido, nunca sucedió tal. La memoria de los que prometen es tan selectiva como sus intereses.
Uno no sabe si es maldad o son idiotas.
Uno de los más grandes secretos de la humanidad es saber si buscan quedar bien o sacar tajada, si saben que mienten o no se acuerdan. ¿El tío Ricardo quería quedar como Dios con la abuela Felisa prometiéndole Estepona? ¿El carnicero quería venderte el jamón, por eso prometió y luego, cuando compraste, se olvidó? ¿O es un caradura? ¿O tú entendiste mal?
¿Por qué lo hacen? ¿Qué les mueve? ¿O es que si prometes y luego no puedes cumplir, no tienes más narices que mentir? Eso sería, hasta cierto punto, comprensible. Lo que no entiendo es que prometan e incumplan por vicio… o sí lo entiendo. Es una enfermedad, una costumbre cogida, la enfermedad del prestigio del que le vale la pena que prevalezca su imagen positiva de hoy, aunque no puedan cumplir mañana. La vela delante es la que alumbra. Mañana se verá.
¿Qué frustraciones o malignos intereses se cuecen ahí dentro? ¿Autodefensa, frustración, quedar bien? Y ya no hablemos de la mentira política o histórica. En esa memoria sólo nos acordarnos de la mitad. Y no siempre.
Publicado en prensa de papel (La Voz del Tajo- Talavera de la Reina) el 6 de diciembre de 2016)
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