LA BELLA Y LA BESTIA UN REMAKE INNECESARIO
Crítica y análisis de la película personajes reales y de factura digital, remake que hace Disney de su propia película de 1991 en dibujos animados.
EL ORIGINAL EN DIBUJOS.
Si la película de dibujos, de factura clásica y no de fofuchas, marcó un hito el cine de animación, este remake digital no pasará precisamente a la historia.
Aquella película lograba unir el dibujo clásico con efectos de cámara novedosos, como el vuelo de cámara por el salón de baile, en la escena principal,
Y también supuso una cuidada y acertada incursión en el música que quedará para los anales de la cinematografía.
EL REMAKE DIGITAL.
¿Y que aporta este remake digital? Absolutamente nada. Veamos por qué.
EL RITMO Y LA ACCIÓN.
Para empezar, aunque las escenas copian a los dibujos, sin embargo, el dinamismo, los saltos y brincos de aquellos, tanto protagonistas como secundarios, aquí se naturalizan. Uno de los viejos encantos, por poner un ejemplo, era ver a Bella volando en una escalera, en una gran biblioteca, eligiendo libros mientras canta. En este remake, bella no es tan dicharachera en la escena inicial ni en otras. De igual modo, hay canciones que musicalmente quedan muy arriba en los dibujos. En el remake no. Por ejempo, be our guest, que canta Lumiere, el candelabro,
Todos los aciertos de esta película deben atribuirse al original, y no al remake. Sus virtudes consisten en repetir lo ya logrado en la primera versión de dibujos.
PERSONAJES FEOS.
LUMIERE Y DING DONG
Si Lumiere y Ding Don en dibujos eran encantadores, el modo de dibujar a ambos en digital no es acertada. Por ejemplo, Lumiere en dibujos tiene una boca grande, unos ojos enormes, lo que le hace muy atractivo y expresivo. En digital, la cara del reloj y el candelabro son pequeñas y uno debe adivinar los gestos entre tanta parafernalia barroca que le han colocado. Los rostros expresan menos. El dibujo de esta versión le quita dinamismo a los rostros y gracia en las expresiones.
LA BESTIA.
Como factura digital, ocurre lo mismo con la bestia. La Bestia en dibujos alternaba gestos graciosos y terribles, mostrando una humanidad compleja, pintoresca a la vez de iracunda. En esta versión, la bestia parece que ha comido ajo. Sus labios eternamente fruncidos a modo de pato monopolizan su expresión. Parece dudar eternamente de sus actos pero no alterna gracejo amplio y expresivo con rudeza, como en dibujos. Incluso, cuando sonríe forzadamente, en una famosa escena, el personaje de dibujos muestra una caricatura descacharrante mientras que en digital queda soseras.
LA PRESENTACIÓN DE LA BESTIA.
Además, con la bestia ocurre otro problema en esta película. Hay un prólogo en el que se ve al príncipe, humano, cuando es condenado a convertirse en bestia. En dibujos no se sabe quién es. En digital, ese príncipe se presenta como un idiota de pelucón empolvado, rostro pálido, cubierto de maquillaje blanco y un lunar sobre el labio, lo cual se hace desagradable. Durante toda la película esta falta de empatía con el espectador pesa sobre la Bestia. Te acuerdas de que quien se esconde debajo de esa máscara (transformación) es un gilipollas y, la verdad, no deseas que se convierta en príncipe. Preferimos a la bestia antes que al gilipollas, aunque tampoco esta bestia-pato nos gusta demasiado. Esto, en la versión de dibujos no ocurría.
BELLA
Además, Emma Watson no es guapa. Como dice Arconada, tiene el rostro muy duro y no es el modelo de Bella dinámica de la película. Tiene cara de vecinita del quinto, de amiga de la guapa, pero no la guapa. Emma Watson es de esas chicas que llamamos del montón. No creo que fuera la decisión más acertada elegirla. Sólo se la eligió por el tirón de Harry Potter, probablemente.
OTROS PERSONAJES
El actor que hace de Lefou, Josh Gad, imita a Jack Black.
Acaso queda bien Kevin Klein, (Maurice) aunque quien realmente queda bien es el doblador, Manolo Garcia, cuya voz es siempre subyugante, sobre todo cuando dobla a Robert Redford.
LA MÚSICA.
Ya he hablado un poco más arriba del problema de las versiones musicales con escaso clímax en pelis infantiles, pero diré más. Una película para niños debe tender a lo sencillo y espectacular. Ocurría en el 91 pero en esta de 2017 hay menos potencia musical, siendo las canciones las mismas. Esta película, al acercarse a los mayores se aleja, de los niños, también musicalmente. No creo que un niño de diez años de 2017 se emocione tanto cómo se emocionaron los infantes de esa misma edad de 1991 con el mismo producto. Falta climax y simplicidad, tanto en la música como en el argumento.
LA MÚSICA EN ESPAÑOL.
Suele ocurrir que si no se ven los musicales en versión original, la película pierde. Sin hacer deméritos a dobladores y cantantes españoles, la mitad de la película se pierde porque todo lo oímos en castellano. Quizá en inglés fuera susceptible una crítica mejor.
Lo que nos resulta chocante es que al final aparezca Emma Thompson o Ewan McGregor haciendo reverencias. ¿Por qué saludan, si no los he oído cantar? Como mucho, tendríamos que agradécerselo a María Caneda, la dobladora y cantante, y no a la ex de Kenneth Branagh.
LA VERSIÓN 3D.
La verdad, soy un crío y prefería la versión 3D por lo de las gafas. No lo hagan. Las dichosas gafitas oscurecen la pantalla y como gran parte de la peli discurre de noche o dentro de un palacio mal iluminado, no se ve una mierda. El 3D es mejorable, muy mejorable, porque ya de por si las escenas diurnas resultan ensombrecidas.
CONCLUSIÓN.
En definitiva, una película que se pueden ahorrar si es que no les pica demasiado la curiosidad. Aunque como siempre digo, esto va en gustos y puede que alguno le entusiasme. A mí no.
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