BIOPIC OPORTUNISTA
Han hecho un biopic oportunista, deprisa y corriendo, sobre Jorge Mario Bergoglio. Ignoro si es una producción Católica, aunque por el tono lo parece.
ESTRUCTURA NARRATIVA.
Su estructura no tiene ni pies ni cabeza. Los guionistas dan saltos en el tiempo, mostrando diversos momentos supuestamente importantes de la vida del Santo Padre. Tan solo un par de capítulos son claros y reflejan de una manera atractiva momentos de su vida: Su relación amorosa con sus dos novias y su decisión de cambiar la medicina por los hábitos. Lo demás queda deslavazado y confuso, contado con flojera, anodino e insuficiente. El puzzle de acontecimientos no ofrece ningún interés.
EL GENERO BIOPIC
El problema de los biopics es que te puedes encontrar con partes de la vida del biografiado que no sean interesantes. Siempre nos esperamos que un biopic nos muestre a un gran hombre y una vida interesante, pero en esta película tampoco hay grandeza. Entonces caben tres opciones: versionar la realidad, cambiarla o inventarse una trama paralela irreal y depositar ahí el interés. O bien, pasar por encima sobre algunos momentos. Porque lo que se debe hacer, ante todo, es entretener.
1ª OPCIÓN- VERSIONAR
Desde luego, hay que centrarse en lo interesante y si algo no es suficientemente curioso, convertirlo en curioso. El problema es que el personaje no tenga una historia interesante. Es el caso de esta película. Un Papa que tenido novia a los doce y ha trabajado de portero de discoteca como máximos méritos no promete mucho. Pero los católicos no han querido que se trivialice su imagen y desatienden una máxima de la narrativa que es apoyarse en la anécdota. El respeto institucional se ha comido la calidad y la fuerza del filme.
2ª OPCIÓN- LA TRAMA PARALELA
Cabe la opción de elaborar una trama paralela y depositar allí el interés que la historia principal. Por ejemplo, podía haberse jugado con mejor fortuna el personaje de Silvia Abascal, imagino que inventado, dándole una vuelta de tuerca a la lucha conceptual entre agnosticismo y fe, en unos diálogos más jugosos. Tampoco esto se aprovecha.
3ª OPCIÓN- PASAR RÁPIDAMENTE O SALTÁRSELO.
Pasar por encima de lo no interesante subrayando lo interesante se hace entonces necesario. Hay que implementar el tiempo narrativo en lo más curioso. Si simplemente salen escenas breves y anodinas, pierdes el tiempo en apuntar detalles sin importancia, acumulándolos y cansas al espectador. Debe haber uno o dos ejes, además de un objetivo, que puede ser un fondo moral, una idea que defender, una lucha, un rasgo de la personalidad que evolucione. No lo hay. Las virtudes de Bergoglio son humanas, corrientes, sencillas.
Hay que saltarse cosas e ir a lo interesante. Esta obra se ocupa de ponerlo todo sobre el mostrador. No hay selección ni orientación clara de cómo enfocar, de cómo contar. Los saltos en el tiempo confunden, no te quedas con nada.
LA TRAMA POLÍTICA, INSUFICIENTE. AUSENCIA DE CONFLICTO.
La vida de un arzobispo en Buenos Aires, en plena dictadura, podría haber dado más juego. Siempre ocurre con las biografías de las personas vivas y de gran prestigio, que uno no se atreve a meter el cuchillo y ahondar. Pero es que el conflicto es imprescindible en toda narración. Debes poner al personaje sufriendo, en duda moral o de acción. Aquí solamente queda apuntada la relación de la Iglesia y la dictadura. No hay poderosos ni políticos ni enfrentamiento claro. No hay contacto con el estado ni con la iglesia institucional. El personaje va solo por Argentina, sin relacionarse con el poder. Acaso se apuntan problemas de lejos, sin una determinación clara por posicionarse, sin aclarar nada sobre los hechos y el hecho de no abordar el tema deja al padre Jorge por sospechoso. Porque si hubieran metido la lupa en aquello de los jesuitas secuestrados o en su lucha contra la pobreza y contra la corrupción, le hubieran dejado en mejor posición. Huyendo del tema, le dejan mal. Además, la cosa hubiera estado más amena y no hubieran dado la impresión de esconder cosas. No sé si la proverbial blandura católica es lo que lo ha impedido, pero flaco favor han hecho a un Papa tan carismático. La tibieza de la exposición nos lo deja como imputado y al espectador decepcionado. Los que hemos oído de pasada que ahí hubo algo extraño, quedamos recelosos e insatisfechos.
EL CÓNCLAVE, ANODINO
En realidad, son dos los cónclaves, el de Benedicto XVI y el suyo. Ambos son contados de modo rutinario y aportan poco, con suficiencia narrativa, aunque sin brillantez. Aportan un par de curiosidades: las intrigas palaciegas, su desconfianza en ser elegido, cómo los votos recibidos fueron para provocar una posición en minoría contra Ratzinger. Todo ello se cuenta sin analizar ni profundizar, con cierta amenidad pero sin más.
SALTOS EN EL TIEMPO, DESLAVAZADOS Y CONFUSOS.
Como ya digo, los saltos en el tiempo son confusos, sobre todo los que se refieren a los últimos años. De repente estamos en 2003, luego en 2010, luego en 2013… y con tanto baile y sin columna vertebral, no logramos ubicar los acontecimientos o los percibimos sin ninguna trascendencia.
LA SUBTRAMA DE LA PERIODISTA.
La historia de Silvia Abascal, su hija, su divorcio, su embarazo, la muerte de su madre, es trivial, no vienen al caso, salvo para mostrar la sencilla humanidad de un párroco de pueblo. No hay cuestiones de fe que se planteen mutuamente, lo que hubiera dado chicha al filme.
PERSONAJES
LA PERIODISTA
A mí, Silvia Abascal no me gusta como actriz. Siempre me ha parecido ver detrás a una mujer distante, fría, pija y estirada.
EL PAPA, UN PROTAGONISTA FALLIDO
Pero el mayor error es la elección de Darío Grandinetti como padre Jorge. Grandinetti es un buen actor, con gestos sobre todo faciales cargados de fuerza y, sin embargo, su composición del personaje, seria, adusta, razonable, se aleja de la imagen bondadoso que tenemos del auténtico Francisco, que se ha ganado al pueblo por su ser bonachón, feliz y sonriente. No sé cómo se puede cometer tal error de casting, por bueno que sea Grandinetti. Tampoco sé como el actor no se ha esforzado un poco en adaptarse al biografiado. Parece como si despreciara al auténtico o no quisiera ocuparse de la tarea de mimetización obligada que exige todo biopic, sobre todo de personajes con rostro popular. Grandinetti compone lo que le da la gana, realizando una transustanciación errónea. Ni siquiera en la forma física se parece. El padre Jorge es gordo y afable mientras que Grandinetti es delgado y un poco asquerosito de carácter, se parece a un Tommy Lee Jones con úlcera. O sea, nada que ver.
En resumen, una película fallida que no merece más de un cuatro pelao.
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