De pronto, han surgido de la nada cincuenta mil expertos en música. Por cada casa, tantos como zánganos han visto el último festival de Eurovisión. Ya sé que es noticia pasada, pero tenía pendiente comentar. Por supuesto, ni tenemos estudios musicales, ni sabemos solfeo y solo nos regimos por la moda de “lo que se dice” sobre la parejita amerengada o sobre la paturra grotesca de gritos avícolas. Basándonos en nuestros caprichos personales, hemos juzgado a Chipre, a Israel, a España según la primera ocurrencia que se nos ha venido al occipucio. Algunos, sin haber oído la canción siquiera: “Pues ésta queda primera” “Pues ésta, como Cagancho en Murcia”. “Vaya cacafuti” “Pues ésta es portentosa” ¿Razones técnicas?, no tenemos. ¿Otras razones? Las sacamos del estómago.
Mi opinión, Eurovisión.
Pero no se preocupe. Usted puede opinar lo que se le antoje sin conocimiento alguno porque tiene derecho a tener una opinión. Como también tiene derecho a tener un culo.
Lo que me temo es que los jueces oficiales también tienen los mismos conocimientos que usted y también juzgan con su propio tafanario. Y “como soy un estúpido y todas me suenan igual, pues ésta misma, que denuncia el acoso sexual en el cine”. Y ahí tenemos un motivo extramusical superferolítico de gran calado. “Nadie me va a enmendar la plana por votar contra el acoso sexual”, pensará el juez.
Y además son judíos, que dirigen el cotarro aquí, en Hollywood y en todos lados, así que si la voto, no me meterán el dedo en el ojo. Pues venga, Israel, duis poins (o como se diga doce)
¿Qué no ha sido por eso? Vuelvo al principio. “Soy ciudadano de a pie o soy juez de eurovisión, pero como soy un estúpido y la gallina zaborra tiene un ritmillo de chunda chunda como Chipre, pues voto a la gallina, que tiene tema de acoso. Y la buenorra del aye, aye, que quede segunda.
También publicado en prensa local edición papel La Voz del Tajo de Talavera de la Reina 25 de mayo de 2018
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