Se preguntan los partidos mayoritarios como acabar con VOX y también con Podemos. Porque tanto VOX como Podemos les quitan votos y molestan. Igual que molestaba Ciudadanos.
Pues bien, estas son las claves de las próximas elecciones y también las claves para acabar con VOX… y con cualquier partido minoritario que moleste a los grandes.
PRIMERA CLAVE, EL BIPARTIDISMO.
Partamos del hecho de que, llegadas las elecciones, se tensa a la sociedad puesto que esa es la ley. Es lo que confesó Zapatero a Iñaki Gabilondo cuando creía que los micrófonos estaban cerrados. No sé si dijo que había que hacer un poquito de paripé y exagerar, que eso es la política.
Pero, en fin, vayamos al grano.
Para el bipartidismo, el enemigo no es la ultraderecha. Ni la “ultraizquierda”. El enemigo es todo aquel que se postule como alternativa y que, como digo, les robe votos. Esos son los intereses reales de los partidos mayoritarios.
A uno o a otro les molesta la existencia de tales partidos. Tanto molesta Podemos como VOX, como Ciudadanos en su día. Molestan todos, tanto al PSOE como al PP. Porque el partido que te ayuda (Podemos al PSOE), también te resta votos. Y lo mismo le resta votos VOX al PP.
Por supuesto, el PSOE está tan contento de que la derecha se divida en dos, del mismo modo que el PP está contentísimo con que la izquierda se divida. Pero a la postre, molestan.
Molestan, molestan, molestan. Las minorías molestan. Los gordos solo quieren engordar más, no perder su figura oronda.
Por qué, al final, pactar con un partido minoritario supondrá un matiz, un aspecto, un punto de vista diferente y molestísimo contra el que combatir, al que adaptar tu política en el pacto y una tarea más a que atender, para quien pretende gobernar con tranquilidad.
Que felices éramos los dos viviendo en nuestro bipartidismo de papel, ¿verdad?
¿POR QUÉ EXISTE VOX?
Pero han llegado las minorías. Han llegado por la ineficacia y la mentira de ambos partidos. Las minorías llegan para calmar al votante de sus inquietudes.
Y más allá de esta evidencia, otra cuestión se plantea. ¿Por qué existe VOX?
VOX existe está vez, pero en otros casos, en otras épocas han sido otras minorías las que han existido. Porque siempre surge, ante la incertidumbre que representa el PP o el PSOE, un partido bisagra, oportunista, que se hace con parte del electorado y les jode las cuentas.
Y la pregunta es no cómo acabar con VOX o con todos estos partidos oportunistas, (VOX, Sumar, Bildu, Podemos, Ciudadanos…), que suponen un quebradero de cabeza. La pregunta es ¿por qué existe VOX y Podemos y todos los demás, aparte del descontento que digo?
SEGUNDA CLAVE, VOTAMOS EN CONTRA.
La clave está en cómo votamos. En la forma de votar del español.
El español vota en contra. Si eres de derechas, votas contra el PSOE. Si eres de izquierdas, contra el PP. Contra la izquierda en general y contra la izquierda, en general.
Por qué no se vota a favor del partido que no se importa o de su programa. Acaso los ideologizados, los militantes y los convencidos de una u otra tendencia votan así. El resto votamos contra alguien, no a favor de alguien. El resto somos los que hacemos cambiar de color al gobierno, y no los que votan siempre al mismo, pase lo que pase.
Para que permanezca en el poder o con la esperanza de hacer cambiar al gobierno y fastidiarle al que lo ostenta ahora, votamos en contra.
Cuando nos irrita el partido en el poder, votamos.
Y cuando todo va bien, nos la envainamos y votamos a favor para votar en contra de los otros. Y si la sociedad esta tranquila, no votamos.
Pero los partidos minoritarios también son útiles. Sirven para caldear el ambiente cuando se teme votos insuficientes del partido mayoritario..
Así, España ha cambiado de gobierno, de derechas o izquierdas, varias veces. Gracias a los no militantes hay alternancia.
Por irritación, por venganza, porque los que estaban en el poder molestaban y hemos acudido a las urnas como quien acude con un Kalasnikov, para ver si sacábamos de la Moncloa “a esos malditos”.
De ese modo vota el español.
Pero, ¿cuál es el secreto? ¿Cuáles son los resortes psicológicos que nos llevan a este punto y cómo acabar con VOX, en esta ocasión?
Analicemos.
TERCERA CLAVE: PAPÁ ESTADO.
La clave para acabar con VOX reside en cómo concibe el español a los que dirigen el cotarro.
El español es “sanchopancista”. Quiere vivir bien y que el Estado le proporcione el bienestar que persigue, sin mover un dedo. No quiere molestarse. No se pregunta qué puede hacer él por su país. El español solo se pregunta qué puede hacer el gobierno por él. Por su pensión, por su subvención, porque aumente su sueldo, porque bajen sus impuestos. Y en parte es lógico: la sociedad española esta tan mediatizada y atada de manos, que no tiene capacidad de decisión real sobre estos aspectos y depende, por obligación, de Papa Estado. El individuo no puede decidir sobre su pensión, su sueldo porque le cosen a impuestos y necesita subvenciones. No hay libertad económica. El político ha logrado hacerse necesario. Por tanto, el español exige. Exige como un derecho que el político está obligado a… a prometerle, tan solo. Con eso se conforma, aunque luego se decepcione cuando no lo cumpla.
Es por eso que, teniendo por bandera este interés egoísta e interesado, el español considera que solo un político musculoso puede lograr tal propósito. Porque el español confunde músculo con buen gobierno. Confunde determinación y agresividad dialéctica en los debates con saber gestionar bien y llevar las cuentas.
CUARTA CLAVE: UN GOBIERNO VIGOROSO Y SIN OPOSICIÓN.
Así, un español lo que desea es un gobierno potente, con un líder brioso a la cabeza, que se cargue a todos los de la ideología contraria con el kalasnikov de sus zascas y su palabrería camorrista. Un poderío brutal, sin fisuras, es lo que el español quiere ver en el ring. Que demuestre que es el candidato perfecto. Eso desea el español de toda ideología, de izquierdas o de derechas. Un líder enérgico que les saque las castañas del fuego. Porque si tiene carácter y sabe propinar collejas… será un buen gestor, ¿no?
¿Y SI EL LÍDER FUERTE ESTÁ DEL OTRO LADO?
Pero si el líder “fuerte” se encuentra en el lado opuesto del espectro, el que no nos gusta, eso significará que jamás los de su ideología alcanzarán el poder. Y se cabrea. Por eso le exige a su partido, que pongan, a toda costa, a la cabeza a un líder de la misma calaña. Y si no lo ponen, dejan de votarle. Si no lo hace, lo busca fuera, en los partidos minoritarios.
LA DEMOCRACIA ESPAÑOLA
Porque la democracia española es guerracivilista. Sigue siéndolo, pero ahora usa el diálogo como arma y no como medio de lograr el consenso. Diálogo en su más perversa acepción, que tiene poco de diálogo y mucho de estrategia y oratoria. Oratoria como arma. Un arma contundente para vencer al enemigo. Y quien mejor maneje esa oratoria, será el candidato más de su agrado. Y el mejor gestor.
QUINTA CLAVE: ESPAÑOLES SIN IDEOLOGÍA
Y como el español quiere, por encima de todo, que le saquen las castañas del fuego los políticos, busca desesperadamente a ese líder socarrón, brutal, descarado, sin escrúpulos, empecinado. El español sigue empecinado en su idea de que ser barriobajero es sinónimo de buen administrador.
Esos votantes son los que consiguen que el gobierno cambie de manos, no los que votan siempre al PSOE o al PP. Son esos españoles a los que les da igual el partido. Solo se fijan en que el candidato tenga fibra. O que el partido, en este caso VOX, tenga la apariencia de poder con todo, como en su día dio la impresión Podemos.
El votante mira por sí mismo y por sus circunstancias y busca un candidato cazurro que sepa humillar a rival, llámese Pedro, Pablo, Santiago, José María o Felipe. Sin más. Y que cargue con sus problemas, sea de izquierdas o de derechas.
AUNQUE DIGA MENTIRAS.
En efecto, aunque diga mentiras. Este tipo de votante considera la mentira una estrategia para vencer al enemigo. No lo percibe como algo malo. Lo perdona, mientras esa mentira sirva para el “zaska”. Mientras demuestre que es una persona con reaños, invencible, capaz de ganar al contrario y de dejarle en ridículo, le perdona todo. Eso es lo que quiere el votante. Siempre que sea de los míos. Y ha de ser de los míos cuando, en el otro color, combata un general debilucho. Los fuertes son los míos, sean del bando que sea, porque lo que yo quiero es “lo mío”, mi sueldo, mi pensión, mi bajada de impuestos…
PP Y VOX.
En la actualidad, el PP representa a esa derecha moderada y sin líder pechugón, mientras que VOX representa, en el imaginario colectivo, a esa derecha capaz de sacudir, de dejar tiritando al enemigo. Y no por Santiago Abascal, sino por lo que representa de extrema derecha y de franquismo. Es por lo que VOX ha crecido.
LA IZQUIERDA CONSTUYE LA IMAGEN INDESTRUCTIBLE DE VOX.
Pero quien más alimenta a VOX, paradójicamente, es la izquierda misma. Cuanto más se hable del peligro de VOX, de la ultraderecha, más recia lo percibe ese españolito que quiere un líder pujante y un partido de buen pulso. Como lo fue Podemos en su día.
Al representar un peligro, pretende la izquierda alimentar el voto del miedo, pero a su vez, dada la decepción que hay, dado que quiere el cambio, no se dan cuenta de que alimenta sin querer la idea de que ha surgido un partido aguerrido, que ellos “si pueden” y que son capaces. Capaces tanto de ganar con malas artes como de gestionar.
DERECHA MODERADA
Sí, hay un sector de la derecha que siempre votará al PP. Es la derecha moderada. Y el PP prefiere apuntarse a esa imagen de derecha moderada que siempre le ha dado réditos. Pero no los suficientes, porque tiene un techo. Confía en el ciudadano que no quiere líos, que es pacífico, sin darse cuenta que, desde el otro lado del espectro, la izquierda juega a lo contrario. Pero, aun así, se conforma con esa mayoría insuficiente y pone sus esperanzas en una democracia tranquila, de centro derecha.
Del mismo modo que un sector del PSOE busca al mismo votante, el votante de centro izquierda, insuficiente también para formar mayorías.
DERECHA AGRESIVA
No se da cuenta el PP de que, si en algún momento la derecha ha gobernado con mayoría absoluta era cuando gobernaba con VOX. ¿Cuándo gobernaba con VOX? ¡En efecto, cuando gobernaba con VOX!
Ocurrió cuando VOX aún no existía, pero “estaba”. Fue en época de Aznar, cuando la derecha moderada se complementó con una derecha de brazo de acero representada por Aznar. Los moderados no dejaron de votar al PP, y aquellos ciudadanos ávidos de una derecha… o de un gobernante simplemente con más ánimo, más impositivo, votó también al PP porque la figura enérgica de Aznar les daba confianza y, por aquel entonces, Felipe González iba de capa caída, pagando su desgaste de tantos años en el poder.
Confianza en un líder más impositivo, esa es la clave. De este modo, el PP se nutrió de ambas corrientes, la ideologizada moderada y la fuertemente ideologizada, que cambió el signo político del gobierno.
LOS NO IDEOLOGIZADOS
Pero también le votaron los “no ideologizados”. Los interesados, los que hicieron en aquel tiempo cambiar el color en la Moncloa. Y también fueron “ellos” los que votaron a Zapatero cuando, por puro interés y por miedo y rabia al PP tras el 11 M, sintieron la necesidad de pegar un volantazo a la izquierda. Fueron los mismos, los no ideologizados.
La base ideológica siguió partida en dos colores, azules y rojos, insuficientes para formar gobierno y los que dieron o quitaron mayorías absolutas fueron los cambiantes, los indecisos, los que votan cada vez una cosa distinta.
LA DERECHA, DIVIDIDA.
Hoy, aquellos más radicales que votaban a Aznar, y tal vez votaron en su día a Podemos, hoy votan a VOX. VOX, así, hace acopio entre fachas muy fachas y, curiosamente, entre los “no ideologizados”, que votan siempre a un partido agresivo, bajo el color que sea.
Cierto que alguno sigue siendo, como siempre lo fue, de la derecha radical, y en cuanto VOX se quite su abrigo de exhibicionista y descubramos que debajo hay una porra de gris, se vendrá abajo en las encuestas, pero, por lo pronto, está ahí, porque hay muchos que cambian como veletas, al sol que más calienta.
Porque no les convence la moderación de un PP escorado hacia el centro. No porque sean de derechas, sino porque no son suficientemente duros. Porque así no se pelea con un enemigo llamado… Pedro Sánchez.
No les convence la moderación porque implica debilidad, flojera, falta de fortaleza. Y desean cambiar porque necesitan derribar a Sánchez. Y a Podemos, tras los zarandeados del gobierno Frankenstein, que tanto ha decepcionado.
LAS CÁBALAS DEL ESPAÑOL SIN IDEOLOGÍA.
Sin líder carismático, la derecha moderada es presa fácil para una izquierda también agresiva y eso no lo quiere el votante, que desea hoy cambiar de rumbo y ve peligrar el avance de la izquierda, por el otro lado.
Y ahora toca el giro a la derecha, porque de los Podemitas estamos hartos y hay que cambiar. Por eso se vota a VOX y no al PP. Porque el PP está lleno de “maricomplejines” y VOX se presenta como una alternativa más contundente.
No hay futuro con el PP si se quiere cambiar o si se tiene esperanzas en que el PP espabile y realice cambios más drásticos.
Pero cuidado: ese mismo votante que votará hoy a VOX, votará mañana a Sumar, a Restar, a Ciudadanos o a otro partido cualquiera de cualquier ideología cuando cambie el viento y sople del otro lado. Es decir, cuando se canse de quien gobierna.
PERO, ¿CÓMO ACABAR CON VOX HOY?
Eso digo yo, ¿cómo acabar con VOX hoy? Es difícil de aquí a las elecciones veraniegas, pero está en manos del PP y también de la propia izquierda acabar con VOX. Pero no quieren o no saben cómo hacerlo.
NO QUIEREN HACERLO.
El ala moderada del PP, esa mayoría tan insuficiente que nunca gobernará, con Pablo Casado, con Feijoo, con Cuca Gamarra, Soraya y con tantos otros líderes “flojitos” que tiene y ha tenido, no se atrevieron o no supieron encontrar a un líder con reaños. Llevamos 30 años viéndolo. Es un partido demasiado sobredimensionado para jugársela. Por miedo, se cargaron a Cayetana Álvarez de Toledo y arremetieron contra Ayuso, porque temían perder votos. Pero ahí tienen a Ayuso, con un 64 % de los votos y gobernando en solitario. Sin VOX y con mayoría absoluta. E incluso ahí tienen a Juanma Moreno, también con mayoría absoluta. Y la debacle de la izquierda en las municipales nos habla del desgaste del gobierno Frankenstein, que ha decepcionado a todos con su radicalismo. Y el español que cambia el voto, y que en su día votó en masa a Podemos, sobre todo quiere estabilidad y tanto zarandeo de ideología woke le hace temer que no se van a ocupar de sus asuntos.
UN LÍDER FUERTE
Todo eso significa que un líder fuerte, con carisma y ofensivo es lo que necesita el PP para remontar y arañar esos votos que le faltan y que ahora tiene VOX.
Porque, a falta de líder cáustico, VOX lo aporta. El partido entero se percibe “fuerte”. Y acabar con VOX sería fácil si eligieran como candidata a la presidencia del gobierno a una Ayuso, o a una Cayetana o a alguien similar. Pero es una apuesta arriesgada. O que vuelva Aznar, mismamente. Para muchos sería una desgracia, pero es lo que hay. Si el PP quiere realmente esa mayoría absoluta tan ansiada, que combata a VOX en su terreno. Igual que Pedro Sánchez intentó contrarrestar el ímpetu de Pablo Iglesias, siendo más radical que el propio Pablo.
¿COMO ACABAR CON VOX DESDE LA IZQUIERDA?
Y si la izquierda se pregunta cómo acabar con VOX, debe dejar de alimentar su imagen de partido peligroso y salvaje. ¡Porque es precisamente lo que busca el votante! Cuanto más miedo meta, menos gente se asustará, por el abuso de “que viene el lobo” y porque somos españoles, y es un arma de doble filo.
Podemos fue, en su momento, ese partido con nervio, brutal, que consiguió subir en las encuestas y ganar muchos escaños. Incluso consiguió cotas de poder en coalición. Pero el poder desgasta y Podemos ha cometido errores graves en su acción de gobierno que le ha desgastado.
¿QUÉ BUSCA EL VOTANTE?
El español, cuando busca un líder enérgico que le gobierne, no solo busca un líder punzante, sea de la ideología que sea, capaz de ganarle la partida al otro. El votante que importa, el que hace cambiar de sentido el color del gobierno, no es un votante ideologizado. Si no, no cambiaría el gobierno de color nunca.
El votante en el que se deben centrar todos los partidos es ese votante que unas veces vota a la derecha y otras a la izquierda, haciendo cambiar el espectro, en ocasiones de forma radical, con mayorías absolutas, y en otras con mayorías insuficientes, hacia un lado y hacia otro.
¿Y quién es ese votante? Pues un votante que busca dos cosas.
LAS DOS CARACTERÍSTICAS DEL LIDER ANSIADO.
1.- un líder animoso, belicoso, contundente, con carisma, que le de confianza. Un soldado espartano, un héroe de película capaz de cargarse a los malos, es decir, al débil sea cual sea la ideología de ese “débil”.
2.- Y busca un líder brioso en el que depositar sus esperanzas. Y las esperanzas siempre se depositan en el líder desconocido, en aquel que aún no ha demostrado su incapacidad para gobernar y que no cuenta en su haber con errores graves. Porque aún no ha gestionado.
Entre otros errores, a saber: que aún no se ha enriquecido, que aún no se ha comprado un casoplón en Galapagar cuando, por otro lado, defendía a los pobres. Que aún no ha entrado en contradicciones, que aún no se ha llenado los bolsillos de sueldos insultantes, que aún no ha metido la pata dictando leyes. Siempre cabe la esperanza de que no lo haga y de que, además… sea eficaz para sacarle las castañas del fuego.
LÍDERES FUERTES Y HONRADOS.
No quiere esto decir que los candidatos de VOX sean santos, ojo. La experiencia nos dice que todos incumplen. La mentira recibe el nombre de “cambio de opinión por razones de Estado”, cuando se gobierna. Pero, como aún no han tocado poder, el español tiene la esperanza de que este partido nuevo que nunca ha gobernado lo haga bien, lo haga con convicción, sin amilanarse, no mienta, se imponga con contundencia cumpla y, además, no se corrompa, no se enriquezca, no se compre un chalet en Galapagar.
El votante creyó en su día a Podemos y hoy cree y confía en VOX.
El futuro que está por hacer es siempre esperanzador. Y si no, por lo menos darle un “zasca” al que gobierna, que es lo principal.
Porque son votantes sin ideología. Solo quieren líderes enérgicos y honrados. Y «tirar a dar» con su voto.
NOVEDAD, DESCONOCIMIENTO Y FUERZA.
Novedad, desconocimiento y fuerza. Eso hace que ciertos partidos surjan y desaparezcan, se llame VOX, Podemos o Ciudadanos. Son partidos que dividen y que impiden el bipartidismo. Y la gobernabilidad.
Partidos que gustan durante un tiempo, hasta que decepcionan. Y como los dos partidos mayoritarios en España se juegan mucho, se piensan muy bien en el próximo movimiento.
Tienen la conciencia de que negociar lo ve su militancia como una traición. De que el consenso entre partidos diferentes lo ve el votante como una claudicación. Que un acuerdo con el partido rival es una estafa, puesto que vivimos en el país de Lazarillo de Tormes y no nos fiamos de la buena voluntad del otro, y de las bondades que implica un Pacto de Estado. Por eso seguimos buscando el “guerracivilismo” como solución y el radicalismo como ceguera que nos haga la ideología más sencilla. Vencer al otro a base de humillarle y darle “zascas”. Y hoy por hoy, el único modo de ganar al adversario es contar entre tus filas con un líder recio y contundente.
PEDRO SÁNCHEZ.
Pero hay líderes que se pasan tres pueblos, como Pedro Sánchez, que ha demostrado que está un punto más allá del líder contundente, con ciertos rasgos morales que el votante aborrece.
Porque Pedro Sánchez ha cometido el error de relacionar a VOX con sus votantes, ¡y eso no lo consiente el votante, radical y no ideologizado, que ayer voto a Podemos, antesdeayer a Ciudadanos, hoy a VOX y mañana… quien sabe. El votante, que también tiene sus reaños y su mala leche, como buen español… el votante humilde y anónimo se siente insultado cuando le insultan a él. Pedro ha traspasado la línea roja de la batalla entre partidos y ha atacado al conjunto sociológico de los “nuevos indignados” de los que votan a VOX. Se ha arriesgado, confiando en un odio que no existe al franquismo. Y ha caído mal.
Acaso confía en que los jóvenes, que no conocieron dicha época, hayan sido ya adoctrinados y estén convencidos de la maldad de una dictadura que les cae lejos. Ignora que no se puede profesar tal odio visceral a algo que se desconoce y que no te importa, por mucho que lo demonices. Y menos a los jóvenes, que van a su bola.
Escorándose a la izquierda de su izquierda y despreciando a la otra mitad de la población, la de derechas, ha conseguido estos resultados en las municipales. Y convertir al votante en tu enemigo y a la vez pedirle el voto es un terreno prohibido que ha pisado, sin deberlo pisar. Un territorio que ha molestado, porque no ha sabido ser “político” y mantener esa una posición delicada, de equilibrio, que siempre es conveniente mantener y que es propio de “un partido de estado”, como el PSOE. Que está obligado a gobernar, cuando gobierna, para todos por igual.
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