Elecciones municipales, los pasos de cebra.
Si un alemán llegara a España de vacaciones y, de repente, se encontrará con los pasos de peatones pintados, sabría que ha llegado en tiempo de elecciones municipales. Gane el partido que gane, el gobierno municipal siempre hace lo mismo, pintar pasos de cebra. Las líneas continuas, las discontinuas, las isletas, cruces, rotondas. Es una ley de las democracias: voto universal, elecciones regulares, libertad de expresión, Estado de derecho y pintarle la raya al municipio. Va en un pack.
EN TODAS LAS CIUDADES
Y es que yo me maravillo.
Por razones logísticas, me veo obligado a visitar dos ciudades diferentes y una tercera donde vivo. En las tres ocurre lo mismo: vallas y obras por doquier, impidiendo el paso a vehículos y peatones, porque están repasando las rayas del suelo.
EL STRIPTEASE DEL ALCALDE.
Es como si el alcalde o la alcaldesa hiciera striptease callejero cada cuatro años. Manda a los músicos, disfrazados de obreros de mantenimiento, y se lía a cortar el tráfico poniendo vallas por todos lados, con publicidad de: “tu ciudad te cuida” o “El Concejo de San Saturnino de la Calzada mira por tu bienestar”. Con la mezquina intención de que te fijes en él y lo bonita que tiene la pedanía, y le votes. Lo hace todos los años siempre dos o tres meses antes de las elecciones, para que no se te olvide. A ver si te vas a olvidar de tu alcalde y no le votas.
TODO UN ESPECTÁCULO.
Luego envía a unas vedettes con botes de pintura para justificar que te ha impedido el paso por esa calle o tal otra o que te ha quitado la plaza de aparcamiento donde solías. Pero es por tu bien. Sí, es por tu bien. Porque en unos días te va a quedar la calle de la Estrechura, junto a la Óptica, como los chorros del oro. Y se lo habrás de agradecer a tu alcalde, que tanto te quiere.
Otra cosa es que se le haya escapado la inversión millonaria de aquella multinacional, que ha ido a parar a San Vicente del Puerto, porque no la ha sabido negociar. Pero eso fue hace dos años y tú ya no te acuerdas del pufo del alcalde y, además, tú no tienes nada que ver con el negocio de la multinacional. Tú eres un dependiente en la tienda de ropa de ahí enfrente y lo que te importa es que, en la calle de la Estrechura, la señalización se vea.
¿Y los 500.000 € que faltan en las arcas municipales por la mala gestión? Otro pufo, pero te la suda. ¡Con lo bonito que está quedando el pueblo!, ¡tú me dirás!
EL BAILE DEL ALCALDE.
Tú, a admirar, a admirar. Y entonces sale el alcalde a exhibirse y a bailar, porque además de los botes de pintura a los que se aficionan como locos todos los alcaldes cada cuatro años, él tiene otra manera de salir a la calle y hacer propaganda: levantar aceras. Y arreglar baches.
¿El antiguo convento de las Monjas de la Espina de Nuestro Señor del Santo Calvario? Le ha dado por restaurarlo con lo que le sobra del presupuesto, antes de que le echen. Por si no gana, tener el argumento de que FUE ÉL, ¡ÉL!, quien reformó el convento. Para se vuelva a presentar e intente ganar las próximas elecciones.
El caso es que el bueno del alcalde tiene a todo San Saturnino de la Calzada manga por hombro, y al bueno del dependiente de la tienda de ropa no le deja pasar por ningún lado. Pero, es por su bien. Sí, es por su bien. ¡Para que se acuerde de que tiene un alcalde que está todos los días al pie del cañón, brega que brega, hombre! Para eso ha sacado a toda la brigada de operarios, para impedirte el paso y molestarte y exhibirse, como diciéndote: ¡¡aquí estoy, vótame, vótame por Dios, vótame, vótame!!
AL BORDE DE LAS ELECCIONES.
El dependiente está hasta la gorra del alcalde y de los cortes de tráfico porque, incluso cuando va a pie, no hay modo de pasar. Pero se acuerda todos los días de que el alcalde está ahí, vigilando por su bienestar.
Y esto no lo hace para que le votes. ¡De ningún modo! Que se haya decidido a levantar cascotes y peatonalizar el centro, justo en el momento en que hay elecciones locales, es una mera casualidad.
Ha tenido cuatro años para hacerlo y podía haber haberlo hecho a mitad de legislatura, cuando no tenía que solicitar el voto al ciudadano. No. Si lo ha hecho al borde de las elecciones, es por purita casualidad, no vayas a ser malpensado.
TODO LO QUE SE VE
También ha cambiado los contenedores de basura, que llevaban rotos tres años, por otros de distinto diseño, mucho más funcionales, para que sueltes tu mierda diaria. Así, al borde de las elecciones, el ciudadano se encontrará un contenedor muy chulo a la puerta de su casa donde introducir su bolsa de desperdicios, sin dificultad alguna y con el mecanismo de la tapa muy cómodo. Y se animará, del mismo modo, a depositar la basura de su voto el día de marras.
Y todo esto el alcalde lo hace por tu bien, no te vayas a creer. Porque, si no lo hace así, no te ibas a acordar del bien que hizo durante cuatro años por el pueblo: permitir durante cuatro años que las calles estén intransitables, llenas de baches, con la raya de los aparcamientos sin pintar, que no se distinguía si acaba aquí o allí la línea discontinua. El convento medio en ruinas y, durante dos años y medio, los contenedores viejos con la tapa rota sin que nadie los repare. Pero, claro, ¿cómo va a hacerse valer cuando lleguen las elecciones, si los repara con urgencia cuando se necesita? ¿Cómo no va a esperar al momento adecuado previo a los votos? ¿De qué necesidad callejera se valdrá para hacerse notar, si todo lo ha solucionado a su tiempo? ¡De eso no se acuerda ni Dios! ¡Que no, hombre, que no, tiene que dejar algo para el final!
Y esto en las tres ciudades diferentes de Comunidades Autónomas distintas, donde me veo obligado a vivir y visitar. Que la verdad, no sé ni quien gobierna en cada una. Sólo sé que hay un señor muy feo que aparece en los carteles cada cuatro años, al que no conozco de na.
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