El negociante por los cojones. Usted conoce a ese negociante de sobra. Va de sobrao. Lo primero, te saca la sonrisita de desprecio. ¿Pero qué necesidad hay de despreciar al cliente? Pues le desprecia. Probablemente le sobren. El negociante es ese fontanero chapucilla, ese informático, ese sastre que…
Pongamos que quieres publicidad para tu tienda de chorizos. Le cuentas tu idea a un diseñador gráfico y te pone media sonrisa y acto seguido mira para otro lado como si no quisiera verte ni hacértelo. ¡No te mira o lo hace por encima de las gafas! De acuerdo, papelero de élite, ¿tienes una empresa de octavillas y lo primero que se te ocurre es tratarme como una mierda?, ¿consideras ridículas mis observaciones sin llevar dos minutos de conversación?

¿Pero tú de qué vas? ¿No quieres ganar un cliente?

Hay “negociantes” que desprecian por las pintas, el modo de expresarse o la sospecha de que no le pagarán, o simplemente, porque no les gusta su oficio ¿Y tú que sabes si yo estoy podrido de dinero?
Alguna vez me he sorprendido a mi mismo gastándome los cuartos en otra empresa, y he procurado que se enterase ese “despreciador”. Y entonces saltan con: “haberme dicho, hombre…” «¡Pero si te lo dije, capullo!» «Hazme la pelota», decía Richard Gere en Pretty Woman.

Ese es el arte de vender, hacer la pelota a todos, incluso al supuesto pobretón. Puede que sea un dilapidador o que tenga un amigo ricachón a quien recomendarte. El boca a boca funciona y ese gesto torcido tuyo, ese ninguneo y esa soberbia te llevará a la ruina, sin enterarte, estúpido. Sí, tú, el “sobrao”, que cree que tiene delante a un gilipollas. Y luego te quieren cobrar un huevo por una tontería, pensando que eres idiota. Se honrado, mírale a los ojos y sonríe, eso es vender, en los negocios y en la vida.
Y luego se preguntarán por qué las empresas españolas van a la ruina. ¿Tal vez porque muchas están llenas de gilipollas?
Publicado en prensa de papel (La Voz del Tajo- Talavera de la Reina) el 11 de octubre de 2016)