Es Facebook. Decididamente, es Facebook. Facebook y esa universalidad global donde exponemos nuestro cuerpo, opiniones e imagen a los demás. Nuestros padres y abuelos vivían para cuatro gatos, en un entorno pequeño que controlaban, se creían el ombligo del mundo porque no veían más allá del arroyo de bárragos. Hoy, nuestra vida se desmenuza por los bits, todo el mundo puede tomar un trocito nuestro, tenemos la sensación de que estamos expuestos, mucho más que antes. Ahora tienes que adaptarte al infinito. Por eso, nuestro Yo tiembla y tiene miedo. Aunque no estemos en las redes, sabemos lo grande que es el mundo mundial y eso nos da vértigo. Y queremos que ese dedo universal nos señale para bien, que no subraye ningún defecto nuestro. Sobre todo porque no controlamos quién opina. Y sucede que decimos «sí» cuando pensamos «no». Decimos «negro» porque no es popular decir «blanco», opinamos «alto» porque no está de moda «bajo».
Retocamos nuestra realidad, retorcemos nuestra voluntad, la negamos, ocultamos… para adaptarnos al gigante. Es el miedo al qué dirán.
No ha existido nunca una época de tanta mentira, incumplimiento, inconstancia por miedo a la imagen. Quedas con alguien y no va, se rompen compromisos sin rendir cuentas ni dar explicaciones porque preferimos la imagen de quedar bien a la realidad de cumplir. Facebook nos obliga a responder a ese modelo popular y molón de «tipo guay», amigo de todos, persona de éxito, atractivo, seductor, con grandes valores y grandes méritos… pero no soportamos mucho tiempo tales mentiras. No nos apetece. No queremos cumplir, ir, quedar, pero nos lo exigen. El éxito impuesto, hay que luchar por él porque el mundo entero mira, controla, juzga. No, no ansiamos esas metas. No, no controla ni juzga el mundo, le importas una mierda, pero sabes que un día podrían mirar y… es horrorosa esa filosofía de sonreír a toda costa, de ser positivo siempre, de adaptarse al entorno. Ese es, precisamente, el origen de nuestro engaño y nuestra mentira hacia nosotros. Y de nuestro dolor. Estar pendiente siempre de eso. Es el miedo al qué dirán.
Publicado en prensa de papel (La Voz del Tajo- Talavera de la Reina) el 13 de octubre de 2015)
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