Toda fe, creencia o ideología tiene su cojera. Los sistemas no son perfectos, pero incluso entre amigos, fluye por cafeterías una empecinada afición a la parcialidad. Ello se debe a que la ideología conforma a mucha gente, estructura la imagen que ofrece y, si no la defiende bien, la diluyen socialmente. Por eso el ideólogo acude a los tres monos de oro para debatir.
Dígale usted a un comunista que su ideología flojea en la creación de riqueza. Hablará contra la explotación, el fascismo pero nunca afrontará el problema de los estímulos económicos. Dígale a un humanista cristiano que, para atender a los necesitados, hace falta
quien lo pague.
Hablará de caridad, angelismo, solidaridad y crueldad del capital, pero eludirá que dicho capital es quien pone la pasta. Dígale a «Podemos» que si los bancos no ganan dinero, la economía se hunde. Hablarán de sanguijuelas como único argumento.
Dígale al jefe de Coca-cola que liberalizando el desplazamiento de trabajadores se impide el ahorro al desestabilizarse la unidad familiar. Dígale a un liberal que, para sacar beneficio, la empresa necesita exprimir al trabajador, que es incompatible el estado de derecho con el libre mercado, que el sometimiento a la ley es sustituir un perro por otro, la intervención gubernamental por la judicial.
Que la ley acaba siendo semántica y no espíritu. Que la creación de necesidades innecesarias es una trampa. Que el mercado prospera por la obsolescencia deliberada. Que con el hundimiento de los pequeños por la libre competencia se tiende al monopolio y que para evitarlo, aunque sea con la ley, hay que intervenir.
Hágale ver que la autorregulación del mercado es utopía, que si el monopolio adquiere poder, finalmente cambiará la ley a su capricho. No hará caso. Enumerará con convicción las imperfecciones comunistas y humanistas y no saldrá de ahí.
Todo ideólogo busca a la ideología contraria y nítida para evitar entrar al trapo. Desconciertan los librepensadores que dudan incluso de su propias convicciones. Y si se encuentran con uno, al no poder morder carne, subrayarán su ausencia de método y su supuesta incoherencia.
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Verás, Pablo
Las barbas del vecino
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Publicado en prensa de papel (La Voz del Tajo- Talavera de la Reina) el 3 de junio de 2014)
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