Hace unos cuántos años, los eruditos tenían el mando. Opinar sobre una película, una obra literaria, pictórica o musical tenía su metodología, su formulación, su modo y manera, y la sigue teniendo. Pero ocurría que las nuevas ideas no salían a la luz. Las editoriales eran reinas y los gurús habitantes en ellas decidían quien publicaba y quien no. Pero no solo el problema era publicar. Ocurría que se te veía más porque las ediciones eran más escasas y uno debía elaborar un complejo sistema de argumentación, había que pensárselo mucho antes de soltar cualquier estupidez. Publicar por tu cuenta era caro o las editoriales no admitían cualquier cosa.
Ahora, al contrario, la libertad cunde y con ella las idioteces. La desventaja es que se dicen atrocidades o hay productos de muy baja estofa. La ventaja, que son reflexiones libres y están ahí, como material a debatir, y pueden aportar mucho, aunque queden ocultas en el maremagnum de blogs.
Hoy, los dogmas enquistados pueden ser rebatidos, y si esas ideas o formas nuevas están bien argumentadas pueden desbancar a la oficial. Ya no son impunes los gurús, ya no tienen el monopolio, ya no costará años que se imponga algo nuevo, pese a que en Internet prevalezca lo anodino. El problema será encontrarlo en el vertedero. Pero está.
Porque cientos de catedráticos de universidad han vivido del cuento imponiendo sus ideas. Y también casas de discos y editoriales… Controlaban el arte, asesoraban, dictaban. Hoy, hay artistas que se conocen gracias a Internet, sin las servidumbres de las marcas. Incluso ideas políticas nuevas pueden surgir y ser respondidas a su vez. Los librepensadores, los divergentes y pecadores pueden pecar, ofrecer nuevas perspectivas contrarias a quienes no dejaban que los demás se subieran al ring. Por tanto, benditos blogs y servidores donde das a conocer tu música, tus poemas, tus cualidades… tu trabajo.
Publicado en prensa de papel (La Voz del Tajo- Talavera de la Reina) el 7 de junio de 2016)
0 comentarios