Alejandro y el eunuco

Moises de las Heras

16/07/2025

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Alejandro y el eunuco, tercera obra que veo en el Festival de Teatro Clásico de Mérida de este año 2025, escrita por Miguel Murillo.
Faltan obras de teatro originales. El número de las conservadas es escaso. El Festival de Teatro que se celebra cada año obliga a ofrecer varias producciones a lo largo de los dos meses que dura el festival. Por ello, el Festival se ve en la necesidad de encargar un buen número de obras originales a autores de hoy.

Obras que se inspiren en leyendas antiguas, que suenen a griego, que se remonten a momentos históricos de entonces y que se desarrollen en épocas anteriores a Cristo. En definitiva, todo lo que huela a clásico es bienvenido.
Eso significa que el escritor Miguel Murillo, un habitual, en este caso se ve obligado a escribir otra obra más, de tema antiguo. Ya sea de emperadores romanos o, como en este caso, de Alejandro Magno y sus conquistas por el mundo.

ALEJANDRO Y EL EUNUCO, UN TEMA DE MODA.

“Alejandro y el eunuco” toma como referencia, además, un asunto de moda: el poliamor. Más que la defensa de la homosexualidad o la bisexualidad, en todo caso es el poliamor y las distintas formas de sexualidad existentes lo que se trata. Es un asunto de moda. Un argumento, además, político. Reivindicación social y, de igual modo, política.
“Alejandro y el eunuco” suma ambas cuestiones: el mundo antiguo y la sexualidad vivida y defendida como normalidad.

EL POLIAMOR.

El poliamor subyace, como digo, en “Alejandro y el eunuco”. Y también el tema de las parejas abiertas. Las personas que se aman sin distinguir sexo o género, pero sin que los celos interfieran, puesto que amar a una persona no implica exigir exclusividad. Ese parece ser el mensaje de fondo: la normalización del poliamor, recordando que ya estaba normalizado en otras culturas. Y se lanza un mensaje: hay que estar abiertos y no exigir nada cuando se ama.

EL POLIAMOR TIENE TRUCO.

Pero si rascamos un poco en “Alejandro y el eunuco”, vemos que el único que ejerce con libertad ese poliamor es Alejandro. Alejandro tiene como amante al eunuco, a un general, Efestos, además de seducir a la reina de Persia y casarse con otra esclava. Con lo cual, es Alejandro quien ostenta el derecho del poliamor.

Análisis de Alejandro y el eunuco, obra de teatro de Miguel Murillo representada en el teatro romano de Mérida 2025Y ni el general, ni la princesa (o reina), ni la esclava ni el eunuco lo ejercen. Porque en ningún momento vemos que los esclavos se relacionan entre sí, que tengan otros amantes ni que lo exhiban ante Alejandro. ¿Se cuidan muy mucho de exhibirlo? (“Mira, Alejandro, como yo, tu esclavo, me acuesto con otro que no eres tú” ¡No! Ni el eunuco se acuesta con el general, ni el general con la princesa de Persia (o reina), ni la princesa o reina con el eunuco. Todo gira alrededor de la libertad sexual que ostenta Alejandro, pero no sus cuatro amantes.

¿LESBIANISMO?

Las dos mujeres son vírgenes entre sí. Miguel Murillo podría haber puesto a las mujeres en una escena de lesbianas y la obra quedado redonda, como reivindicación de la homosexualidad que hubiera derivado tal vez en una “sessión” queer o en un after destroy de un sotano de Malasaña. No… no es el caso.
Y que no se quejen de la infidelidad de Alejandro no quiere decir que no la sientan. Porque ellos no son infieles. Quien es infiel es solamente Alejandro.

SEXO ROMANTIZADO.

El otro enfoque con que se puede apreciar esta obra es el amor. Miguel Murillo nos ofrece un amor sexualizado, pero romantizado. Es el romanticismo y el sentimentalismo lo que prima en la relación de “Alejandro y el eunuco”. El amor de Alejandro con su general, e incluso de Alejandro con la esclava con quien se acaba casando.

En esas escenas, Alejandro, con sus distintas parejas, muestra sentimientos de ternura. Se analiza, desde la perspectiva psicológica y metafórica, poética, el amor que se tienen el uno al otro. Es un amor muy humano que nos permite ver la relación con independencia de que sea una relación homosexual y con independencia también de que sea una relación no exclusivista. Está bien, porque se defiende un amor distinto al tradicional, humanizado y vivido por gente normal. Lo cual supone dar carta de naturaleza al amor libre y a la homosexualidad a partes iguales además de poner al sexo al servicio del amor, o humanizar el sexo. Un diez, al respecto.

DISPUTA TAUTOLÓGICA.

Análisis de Alejandro y el eunuco, obra de teatro de Miguel Murillo representada en el teatro romano de Mérida 2025Pero el resultado es un análisis sentimental que implica cierto grado de reproche. Alejandro pregunta a sus amantes si le adoran o le aman y distingue o quiere distinguir amor y adoración. Busca el amor sincero. Quiere definirlo dialogando con la otra parte. Pero todo queda en una tautología de conceptos vagos mezclados con lo poético que, si bien interesa al principio, se alarga demasiado en el tiempo sin aportar nada. Son conceptos etéreos, difíciles de manejar.

FALTA ACCIÓN.

Por otro lado, no hay hechos concretos que lleven desde “el punto A” al punto “D”, pasando por “el B” y por “el C”. No hay un desarrollo de un argumento enigmático que interese. Todo se resume en hablar y filosofar sin llegar a ninguna conclusión.
¿Se le ama, se le idolatra, se le teme? El asunto no trasciende al espectador.
Además, la discusión se alarga “ad infinitum”.

LA POÉTICA.

Además, la poesía con que se tratan las relaciones amorosas está al mismo nivel que la profundidad filosófica. No hay un alarde de metáforas dinámico que nos llame la atención. Las descripciones se quedan en meros tópicos sin vitalidad.

LA ESTÉTICA DEL DISCURSO.

Análisis de Alejandro y el eunuco, obra de teatro de Miguel Murillo representada en el teatro romano de Mérida 2025Esto también tiene relación con la estética del discurso en toda la obra. Con ser el poliamor el tema principal, hay otro tema que es la traición y la conspiración de los generales, como subtrama.

Y otro tema más, que se toca muy de soslayo: la integración de culturas y quienes se oponen a ella. Pero tanto la homosexualidad como la multiculturalidad o la conspiración utilizan un lenguaje que intenta imitar a las obras escritas hace 2000 años.
“Alejandro y el eunuco” es una obra escrita hoy que imita el aire y la solemnidad de un clásico de aquellos tiempos.
Ya dije en un artículo anterior, con motivo de otra obra representada en el festival de Mérida, creo recordar que fue Salomé de Magui Mira, que las obras antiguas se intentan modernizar con adaptaciones que usan el recurso del anacronismo y del vocabulario sorprendente para hacerlo más dinámico y vital.

Pero cuando se trata de obras escritas hoy, se imita el tono clásico.
Es decir, las obras clásicas se adaptan con lenguaje moderno, anacrónico e incluso humorístico y obras de hoy se las intenta dar un aire grandilocuente. Es algo que nunca comprenderé.

EL ACTOR.

Para quien haya visto la obra, comprobará que el único personaje que se sale del lenguaje abigarrado es el bufón. Sus reflexiones cambian del tono solemne por otro más fresco. Reflexiona de una manera más suelta y dinámica.
Una sola palabra se pone en boca del actor en un momento determinado: “dar matarile” como sinónimo de matar. Si hubiera más palabras atractivas, anacrónicas, modernizadas, que inundaran el texto de plasticidad dinámica, la obra hubiera alcanzado un mayor atractivo.
El texto, sin embargo, forma un bloque compacto, denso, cerrado y poco espectacular que no se rompe en ningún momento para ofrecer al espectador una salida vistosa que le sobresalte y le impacte. Al final, toda la obra es una sola unidad estética, anquilosada y uniforme, sin vértices ni aristas en las que apoyarse.

LA PUESTA EN ESCENA.

Y, como siempre ocurre, la visualidad y la espectacularidad, junto con la originalidad del director proponiendo imágenes visuales, compensa las carencias de los argumentos.
En el caso de “Alejandro y el eunuco”, aparecen bailarines que, a modo de coro griego, dan explicaciones y hacen resúmenes de los acontecimientos recitando al unísono, con movimientos dancísticos, a lo Pina Bausch, de danza moderna. Se mueven por el escenario, danzan, corren con el torso desnudo y faldas rojas provocando una imagen muy agradable y estética. La estética de la visualidad se cuida al máximo. Pedro Antonio Penco es un artista en este campo.
En busca de la mayor espectacularidad posible, incluso se saca un caballo a escena, haciendo un guiño a la magnificencia del marco. Porque el marco lo vale y se puede.

IMÁGENES VISUALES

La espectacularidad del túmulo donde yace Alejandro, cargado por los figurantes y desapareciendo al fondo del frons scaenae, (haciendo mutis por el foro, vaya) truenos, relámpagos, luces y ruido de tambores o de griterío, todo ello compensa y nos hace menos pesado el texto.
En definitiva, ésta es la crítica o más bien el análisis de
lo visto en el teatro Romano de Mérida el pasado 10 de julio de 2025.

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