Representación en Mérida, 18 de octubre de 2019.
Esto del teatro a veces es bastante curioso. Uno no sabe sí lo que ha visto de una obra de arte o una boutade. A veces pasa. Uno puede salir entusiasmado y decepcionado a partes iguales. ¿Y qué es Wamba -o Bamba, o Vamba-, genialidad o fracaso? ¿Me ha gustado mucho o no me ha gustado nada?
¿No tienen ustedes la sensación que de que con ciertas obras pasa? Analicemos, por tanto, Bamba -o Wamba o Vamba- para ver qué ha pasado.
WAMBA, TEATRO SOBRE EL TEATRO.
El teatro que se sale del argumento reconocible burgués y rompe la cuarta pared siempre tiene un plus para mí. Me considero un enamorado del teatro sobre el teatro, que excede los cánones del realismo y contacta con el público. A estas alturas de la película -o representación-, no se puede decir que sea rompedor. Pero me sigue gustando más. Conlleva implícita una belleza añadida.
¿y Bamba? Porque este tipo de teatro también puede tener mayor o menor calidad.
EL ARGUMENTO CULTURAL DE WAMBA
Yo no sé qué estudian los portugueses en el colegio. Yo nunca estudié los reyes godos, ¿o sí? Ni me acuerdo. Acaso como un periodo histórico prescindible. Wamba se nos quedaba como asunto minoritario.
Elegido Wamba como tema, los portugueses nos lo traen a España y resulta cuando menos chocante. Y mira que también me gustan los periodos históricos menos conocidos, pero concretamente los godos… los godos… cómo que me dejan frío o más bien desconcertado. Esa es la palabra. Desconcierto.
EL DESCONCIERTO DEL TEMA
Porque la obra en sí es un desconcierto, algo que te saca de tu dos más dos cuatro cultural cada vez más reducido está sociedad de hoy.
Y si no me importa el tema, difícil que me guste la obra.
Aquí en el cole estudiamos a los reyes católicos, la prehistoria, el descubrimiento de América, y de lo extranjero como mucho la revolución francesa… y como los españoles somos gilipollas, cuando llevamos la historia al teatro, la manipulamos y la usamos para darle la vuelta como un calcetín y ofrecer una visión política de telediario. Es el modo en que demostramos que nos la refanfinfla la historia salvo como excusa para hacer política. En seguida llevamos cualquier periodo al terreno de la libertad de expresión, el feminismo o los refugiados, y los anacronismos aluden a políticos de moda, aunque hablemos de Viriato, y así nos va. Un signo de incultura carpetovetónica la nuestra.
Pero visto Do Chapito y la compañía “Este Estaçao teatral” parece que los portuguess sí se toman en serio la cultura como tal, sin añadidos, y esto dice mucho de su mayor nivel y más sana instrucción escolar. Es por eso el desconcierto. Nos sorprende que no se “use” la historia con otros fines.
Pero Wamba como tal… como que no.
Wamba-o Bamba o Vamba- no lo damos aquí como asignatura.
Así que el desconcierto de la puesta en escena empieza por el tema mismo.
El tema, en resumen, es una premisa poco atractiva para España.
EL MODO DE AFRONTAR EL TEMA HISTÓRICO DE WAMBA
Partiendo de algo negativo como un tema que no interesa, ¿cómo afrontan su desarrollo? Parece que no hay mayor finalidad que informarnos. Informarnos de este rey y de sus vicisitudes. Pero se limitan a informar de quién fue, cómo fue atacado por un tal Pablo, en quien confío y luego fue traicionado. Este es el resumen de todo que, como dicen ellos mismos, pueden encontrar en internet.
¿Suficiente? Que simplemente el desarrollo se oriente a informarnos, resulta insuficiente.
Acaso hubiera interesado aportar valores -no políticos, por favor – para que interese tanto a palomistas y como a pajaristas, pero salvo un alegato cómico sobre cómo vemos al enemigo, y el punto de vista que impida la violencia, no hay mucho que aportar.
El desarrollo argumental de la historia se limita a eso.
LA PUESTA EN ESCENA Y LA DRAMATURGIA.
Y si argumento y desarrollo del argumento son premisas poco atractivas, tal vez debamos depositar nuestras esperanzas estéticas en la dramaturgia.
Una puesta en escena minimalista. Los tres actores brincan, cambian de registro, utilizando conocida técnica de la variación en el planteamiento dramático. Escenas dinámicas y composiciones contrastadas. Ahora cantan, ahora se suben a un módulo que manejan y mueven cambiándolo de posición, subiéndose a él, ahora se visten del rey Bamba y sus bueyes, ahora un actor se desnuda, ahora hablan por el móvil, es decir, variación. Diversos planteamientos, en los diversos tramos. Sin duda, es eficaz como técnica y casi siempre da resultado. Algo que vemos a menudo en este teatro de rompimiento.
EL HUMOR DE ESTE ESTAÇAO TEATRAL
Pero un ingrediente de este método es el humor. Los actores que lo interpretan deben hacer uso de técnicas de clown para que este modelo de teatro sea eficaz. Estaçao Teatral usa esta técnica cercana al clown pero sin llegar a causar una risa suficiente.
La estrecha horma que impone el planteamiento impide llegar a cotas de humor bastantes. ¿Y por qué?
EL PROBLEMA DEL HUMOR.
Ni la situación ni los planteamientos desordenados de la puesta en escena llegan a causar auténtica risa. No sabemos si lo pretenden. Quizá no. U ocurre que no son capaces de conectar con los resortes del humor español con plenitud. Entre otras cosas por la diferencia de cultura entre lo portugués y nosotros. De ahí su interés por que el público colabore. A la mínima tos, al mínimo susurro del respetable, nos intentaban contactar, sin conseguirlo.
Quizá el único momento realmente cómico y “normal” es el desnudo de un actor. Ese momento y algún otro por ahí, como la carrera de caballos hizo verdadera gracia y contactó. Todo lo demás es flojo.
LA ESTRUCTURA DEL DESARROLLO.
Una recitación de los reyes godos demasiado larga y de poco interés hasta que aparece Wamba. Y cuando aparece, la conquista de Toledo, la aparición de Pablo, el ataque de los moros, la traición de Pablo y su defenestración. Cuatro escenas interesantes, acaso muy interesantes, en efecto. Pero las escenas que rodean estas cuatro, un poco deslavazado. Olvidables.
EL PROBLEMA DEL IDIOMA EN EL HUMOR
Pero volviendo al humor, la dificultad de contar un chiste no sólo depende de los gestos y la vitalidad del actor. También hay una cultura de fondo, matices en esa cultura, que permiten que te rías de insinuaciones, sugerencias que apelan a la idiosincrasia del nativo a quien te diriges. Y eso sólo lo puede hacer otro nativo. Entender la cultura del receptor, las más pequeños tonos y detalles permiten que el chiste llegue y sea efectivo.
Ser portugués, aunque con muchísima buena voluntad por parte de Estaçao Teatral, impide que ese matiz pequeño convierta la gracia gruesa en gracia fina, que realmente sorprenda. Un escalón importante.
EL TONO APORTUGUESADO DEL CASTELLANO.
Si a eso añadimos el tono portugués -por bien que se hable el castellano-, el colegueo del humorista se aleja, se distancia. La cercanía cultural que necesita el chiste para se reciba en el patio de butacas como algo propio, se pierde.
El chiste del extranjero -salvo el falsete de un español fingiéndose extranjero- es como una concesión. Se ve más el esfuerzo y el intento de Estaçao Teatral, que la gracia en sí. No sé si me entienden, pero es un detalle que está ahí.
En el fondo, en arte siempre se ve más lo que se pretende que lo que se da. Conseguir que ambos objetivos sean uno es lo que convierte una obra artesanal en una obra de arte.
El idioma por tanto es un límite. No es un tono lo suficientemente “relajado” para el chiste. Es curioso cómo a Do Chapito sí lo conseguía y Este Estaçio Teatro no lo alcanza con plenitud. Tal vez se deba a que el discurso de Este Estacio Teatro sea más largo.
UNA ESTRUCTURA DRAMÁTICA RANDOM.
Algo a lo que he aludido antes, el “planteamiento desordenado”.
Son planteamientos compuestos por separado y luego juntados todos en una amalgama abstracta, surrealista y casual. De tal modo que cada tramo es ingenioso en su desarrollo dramático diferente, pero el engranaje de todos es totalmente arbitrario, provocando una sensación final de caos. De dramaturgia caótica, digo. Sucesión caótica de elementos que se han desarrollado por separado y metido en una coctelera, y se ha soltado tal cual según caiga. Ésta es la sensación y este el resultado final. Pero el resultado es bueno paradógicamente, pese a no contener una evolución increscendo que nos permita seguirla.
HACER DEL VICIO VIRTUD.
Porque al final, sin embargo, uno sale con la sensación, de haber visto algo bueno que se paladea mejor cuando se recuerda que cuando se ve. Precisamente ahí está la belleza de una propuesta imperfecta pero noble y esforzada. La sensación final de que nos han trasladado a un mundo raro, que no nos va ni nos viene, pero que suena fantástico, surrealista, abstracto. Sacándonos de nuestra realidad ordenada y bienpensante y metiéndonos en una locura ajena. Nos desconcierta el tema. Nos desconcierta el argumento estático donde no hay trasfondo, tan solo información. Y finalmente una dramaturgia arbitraria, brillante casi siempre, extraña muchas veces, ¿por qué se muevan para acá ahora, por qué para allá, por qué mueven el cubo ahora, por qué cantan? Da igual lo que aparezca.
CONCLUSIÓN
Y pese a todo el resultado final definitivo es atractivo, aunque inefable. Lo cual significa que si Este Estaçao Teatral volviera con otra propuesta, no resistiría la tentación de sacar la entrada para ver qué extrañeza no servirá en su próxima producción.
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